En abril de 1999, tres años después de haber asumido la Presidencia y Vicepresidencia, respectivamente, el Banco Mundial hizo saber a Arnoldo Alemán y a Enrique Bolaños que su gobierno estaba revestido de una alta corrupción.
Fue un señalamiento sin pelos en la lengua en el que salían mal parados el ministro de Hacienda, Esteban Duquestrada y el presidente del Banco Central, Noel Ramírez por manejos inadecuados en el caso de la privatización de Enitel.
Para quitarse a Bolaños de encima, Duquestrada y Ramírez le dijeron que el manejo impropio lo habían realizado con la venia de Juan Gil, del FMI, a quien habían consultado por escrito, pero le pidieron no los confrontara con dicho funcionario porque “era amigo de Nicaragua”.
Bolaños puso en tela de juicio las excusas y así se lo hizo saber a Alemán, además del enojo claro de los representantes del Banco Mundial al más alto nivel.
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