Estados Unidos. El error más atroz

Por Alastair Crooke,

El autor señala que el error es tan grave que está forzando a Washington a promover una peligrosa escalada en el conflicto de Ucrania y Rusia (entre otros escenarios del guerra en Crimea). Detalla, además, la resistencia de Moscú en el plano militar y la demostración de tener una economía fuerte que no se derrumbó con la contienda.

El paradigma del dólar altamente financiarizado posee cualidades que recuerdan un sofisticado esquema Ponzi: atrae a ‘nuevos inversores’, cautivados por un apalancamiento crediticio de costo cero y la promesa de unos rendimientos ‘asegurados’ (activos inflados cada vez más por la liquidez de la Reserva Federal) …

Hay que decir que es el error de cálculo de esta era, uno error que puede dar comienzo al colapso de la primacía del dólar y, por lo tanto, también al cumplimiento global de las exigencias políticas de parte de los Estados Unidos. El error es tan grave que está forzando a Washington a promover una peligrosa escalada de Ucrania contra Rusia (entre otros escenarios del guerra en Crimea).

Washington no se atreve, de hecho no puede, ceder la primacía del dólar y, si lo hace, esto sería el último paso en el inexorable ‘declive estadounidense’. Dicho de otra manera el gobierno estadounidense es rehén de su hegemonía financiera de una manera que rara vez se comprende por completo.

La administración Biden no puede renunciar su delirante relato de una inminente humillación de Rusia; los demócratas han  perdido la Cámara de Representantes por ello. Sin embargo, esta narrativa se ha convertido en un problema existencial para Estados Unidos precisamente debido a un atroz error de cálculo inicial que posteriormente se ha convertido en una absurda narrativa que Rusia “se tambalea y cualquier momento colapsa».

¿Cuál es entonces la ‘ Gran Sorpresa de la guerra ‘? Cual es el  acontecimiento completamente imprevisto de la geopolítica que ha sacudido las expectativas de los Estados Unidos y que lleva al mundo al precipicio?

En una palabra, el evento se llama Resiliencia . La resiliencia mostrada por la economía rusa después que Occidente hubiera comprometido todo el peso de sus recursos financieros para aplastar a Rusia. Occidente arremetió contra los rusos de todas las formas imaginables, a través de una guerra financiera, cultural y psicológica, y con una guerra militar real a continuación.

Sin embargo, Rusia ha sobrevivido, y ha sobrevivido relativamente bien. Tal vez incluso mejor de lo que esperaban muchos conocedores de este inmenso país. Pese a que  los servicios de inteligencia ‘anglo’ habían asegurado a los líderes de la UE que no se preocuparan; se le dará a Putin un ‘slam dunk” del cual no se salvará. Prometieron que con el tsunami de las sanciones occidentales el rápido colapso financiero y político de Rusia era seguro.

Su análisis representa un error de los servicios de inteligencia sólo a la par con las inexistentes armas iraquíes de destrucción masiva. Pero en lugar de un reexamen crítico han aumentado sistemáticamente las sanciones. Pero de estos dos fracasos el ultimo es  simplemente ‘demasiado’ para soportar.

Entonces, ¿por qué esta ‘expectativa fallida’ constituye un momento tan trascendental para nuestra era? Es porque Occidente teme que su error de cálculo bien podría conducir al colapso de la hegemonía del dólar. Pero el miedo se extiende mucho más allá (por muy malo que sea esto desde la perspectiva de los Estados Unidos).

Robert Kagan explicó porque el avance externo y la ‘misión global’ de los Estados Unidos es un elemento vital de su política interna. Desde su  fundación el país ha sido un imperio republicano expansivo; sin este movimiento hacia adelante, los lazos cívicos de unidad interna se colocan en crisis . Si los estadounidenses no están unidos por la grandeza de una republica expansiva, ¿con qué propósito, todas estas razas, credos y culturas divergentes estarían unidas? (la cultura del despertar no ha demostrado ser una solución, es un polo ideológico entorno al cual no se puede construir la unidad).

El punto es que la resiliencia rusa, de un solo golpe, hizo añicos el piso de vidrio de las convicciones occidentales sobre su capacidad para ‘manejar el mundo’. Después de varias debacles de los servicios  de inteligencia occidentales que han promovido los cambios de régimen, incluso los neoconservadores  mas empedernidos han admitido ( 2006) que un «sistema financiero armado» era el único medio para “salvaguardar  al Imperio”.

Esta certeza ahora esta rota , y los estados de todo el mundo se han dado cuenta.

El porrazo por el error de cálculo es tanto mayor cuanto que Occidente miraba con desdén a Rusia: era para Europa una economía atrasada, con un Producto Interno Bruto (PIB) similar al de España. En una entrevista con Le Figaro la semana pasada, el profesor Emmanuel Todd dijo que Rusia y Bielorrusia, en conjunto, constituyen solo el 3,3 por ciento del PIB mundial. Pero a continuación el historiador francés se preguntó con lucidez, ‘¿cómo es posible entonces que estos estados hayan mostrado tal resiliencia frente a un ataque financiero total y aparentemente mortífero?’.

Bueno, en primer lugar, subrayó el profesor Todd, el PIB’ como medida de la resiliencia económica es enteramente «engañoso». Al contrario de su nombre, el PIB mide solo el gasto. Y gran parte de lo que registra como ‘producción’, es una  facturación inflada por servicios de investigación pagados a cientos de economistas y analistas bancarios, que no son producción, sino “ puro vapor de agua” ( todo dicho en tono de broma por Todd)

La resiliencia de Rusia, atestigua Todd, se debe al hecho que tiene una verdadera economía de producción. “La guerra es la prueba definitiva de la economía política”, señala. “Es el gran revelador”.

¿Y qué es lo que ha sido revelado?

Se ha revelado un resultado bastante inesperado e impactante, uno que hace tambalearse a los comentaristas de la prensa occidental: Rusia no se ha quedado sin misiles. “¿Una economía tan diminuta como la economía española, se preguntan algunos puede soportar una prolongada guerra de desgaste de la OTAN sin quedarse sin municiones? ”.

Pero, como destaca Todd, Rusia ha podido mantener su suministro de armas porque tiene una economía de producción real que tiene la capacidad de mantener una guerra, y Occidente, definitivamente  ya no tiene esa capacidad. Occidente, obsesionado con la métrica engañosa del PIB, está sorprendido que Rusia tenga la capacidad de superar a los inventarios de armas de la OTAN.

Los analistas occidentales que anunciaron que Rusia era un ‘tigre de papel’, ahora están pensando aplicar esa etiqueta a la OTAN.

La importancia de la ‘gran sorpresa’ –de la resiliencia rusa– es que su economía real de producción le ha plantado cara a la  evidente debilidad del modelo occidental hiper-financiarizado que en estos momentos fuentes de municiones en el resto del mundo.

Esto es una antigua historia. En el período previo a la Primera Guerra Mundial, el establishment británico temía perder la guerra que se avecinaba con Alemania: los bancos británicos prestaban a corto plazo, con un visión de «inflar y ganar», mientras los bancos alemanes invertían a largo plazo, en proyectos industriales de economía real y, por lo tanto, pudieron sustentar mejor los suministros de material de guerra.

Incluso entonces, la élite anglosajona tenía una evaluación serena de la fragilidad inherente a un sistema fuertemente financiarizado, para compensar su debilidad simplemente expropiaron los recursos naturales del enorme Imperio británico, financiando de esta manera la Gran Guerra que se estaba a la vuelta de la esquina.

El telón de fondo de esta historia es que Estados Unidos heredó alegremente esta visión económica hasta llegar ha abandonar el patrón oro debido a sus cada vez más abultados déficits presupuestarios. El momento de inflexión fue la guerra de Vietnam, los Estados Unidos necesitaba angustiosamente atraer los «ahorros» del mundo para financiar esta pavoroso conflicto bélico.

El resto de Europa desde el comienzo del siglo XIX desconfiaba del modelo anglosajón de Adam Smith. Para el economista Friedrich List  los anglosajones se equivocaban dramáticamente cuando asumieron que la medida para calificar el progreso de una sociedad es siempre su nivel de consumo (gasto y, por lo tanto, la métrica del PIB). A la larga, argumentó List, el bienestar de la sociedad y su riqueza no está determinada por lo que se pueda comprar , sino por lo que se pueda producir (es decir, el valor proviene de una economía productiva real y autosuficiente).

La escuela alemana sostuvo que enfatizar el consumo sería contraproducente. Desviaría al sistema de creación de riqueza y, en última instancia, haría imposible consumir tanto o emplear a tantos. La retrospectiva sugiere que List tenía razón.

‘La guerra, es la prueba definitiva, y el gran revelador’ de la crisis de este modelo ( según Todd). Las raíces de una visión económica alternativa han persistido tanto en Alemania como en Rusia, esto a pesar de la reciente preponderancia del modelo anglo hiperfinancializado.

Y ahora, con la ‘gran revelación’, la orientación para unas economías reales se ven como la idea clave que sustenta un Nuevo Orden Global, que se debe diferenciar claramente de los sistemas económicos de matriz anglosajona.

El nuevo orden se está separando del antiguo, no solo en términos de sistema económico y filosofía, sino a través con una reconfiguración de las vías mediante las cuales viaja el comercio y la cultura. Las viejas rutas comerciales se eluden y están siendo reemplazadas por vías fluviales, oleoductos y corredores que evitan los cuellos de botella mediante los cuales Occidente puede controlar físicamente el comercio.

El paso por el Ártico nororiental , por ejemplo, ha abierto un comercio interasiático. Los campos de petróleo y gas sin explotar del Ártico eventualmente llenarán los vacíos en los suministros resultantes de una ideología que busca terminar con la inversión en combustibles fósiles por parte de las grandes empresas occidentales.

El corredor Norte-Sur (ya en funcionamiento) une San Petersburgo con Bombay. Otro componente une las vías fluviales desde el norte de Rusia hasta el Mar Negro, el Caspio y desde allí hacia el sur. Se espera que otro conector canalice los gasoductos del Caspio hacia el sur hasta un «centro» de gas del Golfo Pérsico.

Veámoslo de esta manera, lo que ocurre es que los conectores neuronales en la matriz económica real estuvieran, por así decirlo, siendo trasladados desde Occidente  hasta una nueva ubicación en el Este del mundo. Si Suez fue la vía fluvial de la era europea, y el Canal de Panamá representó la del siglo americano, entonces la vía fluvial del Ártico nororiental, los corredores Norte-Sur y el nexo ferroviario africano serán los de la era Euroasiática.

En esencia, el Nuevo Orden se está preparando para sostener un largo conflicto económico con Occidente.

Aquí, volvemos a ese ‘error de cálculo atroz‘. Este Nuevo Orden en evolución amenaza existencialmente la hegemonía del dólar: Estados Unidos consolidó su hegemonía exigiendo que el precio del petróleo (y de otras materias primas) se fijen y paguen en dólares, facilitando así una frenética financierización de los mercados de activos. Es esta demanda de dólares la formula que le ha permitido a Washington financiar su déficit gubernamental (y su presupuesto de defensa) a cambio de nada .

En este sentido, el paradigma del dólar altamente financiarizado posee cualidades que recuerdan un sofisticado esquema Ponzi: atrae a ‘nuevos inversores’, cautivados por un apalancamiento crediticio de costo cero y la promesa de unos rendimientos ‘asegurados’ (activos inflados cada vez más por la liquidez de la Reserva Federal) .

Pero el atractivo de los ‘rendimientos asegurados’ está respaldado tácitamente por la inflación de una ‘burbuja’ de activos que crece sin parar, en una secuencia regular, antes de ser finalmente ‘eliminadas’.

Este es el punto: como un verdadero Ponzi, este sistema se basa en la entrada constante ( y cada vez más) de dinero ‘nuevo’ para compensar los ‘pagos’ (financiando el gasto de defensa de EEUU). Lo que quiere decir que la hegemonía estadounidense ahora depende de la constante expansión del dólar en el extranjero.

Y, como con cualquier Ponzi al uso, una vez que el «dinero que ingresa» y “los canjes aumentan”, el esquema se derrumba.

Fue para evitar que el mundo abandone el esquema del dólar por un nuevo orden comercial global que se decidió advertir al mundo que abandonar el esquema traería inevitables sanciones del Tesoro Estadounidense : la señal fue el ataque financiero contra Rusia.

Pero luego vinieron DOS shocks que han hecho cambiar el juego: primero, la inflación y el aumento de tasas de interés han devaluado el valor las monedas fiduciarias como el dólar y han socavado la promesa de ‘rendimientos garantizados’; y en segundo lugar, Rusia NO HA COLAPSADO bajo el Armagedón financiero.

Cae el «»ólar Ponzi’; caen los mercados estadounidenses; el dólar cae en valor

Hoy para muchos parece factible que el esquema Ponzi del dólar podría ser derribado por la resiliencia rusa, y por gran parte del planeta que caminaría hacia un nuevo modelo económico, que no dependa del dólar para sus necesidades comerciales. (es decir, la ‘entrada de dinero’ con el dólar ‘Ponzi’ se vuelve negativa, justo cuando Estados Unidos necesita con urgencia financiar déficits cada vez mayores.

Washington cometió un error estratosférico grave al pensar que las sanciones – y el supuesto colapso de Rusia -serían un jaque mate; uno golpe tan “evidente” que no requirió un análisis riguroso-.

La administración Biden ha puesto a los EEUU en la fracasada «esquina» de Ucrania. Pero, en esta etapa, de manera realista, ¿qué puede hacer la Casa Blanca?

No puede abjurar de su narrativa de “una próxima humillación y derrota de Rusia”. No pueden porque se ha convertido en un componente existencial para salvar los dólares «Ponzi». Admitir que Rusia «ha ganado» sería como decir que el esquema ‘Ponzi’  terminará con el retiro de “ganancias aseguradas”. (al igual que hizo Nixon en 1971, cuando cerró los retiros de la del oro).

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