Génesis de la nueva Europa

Europa atraviesa un período muy convulso pues la crisis financiera está poniendo todavía más difícil el proceso de construcción europea (imprescindible para que pueda competir como potencia mundial) y el estancamiento económico que se está haciendo visible en la locomotora alemana, aunado con la aparición de brotes deflacionistas en el seno de la UE, ha provocado la aparición de fuerzas centrífugas que podrían provocar la desmembración de la actual Unión Europea.

 

Crisis de la Eurozona

Según señala Joel Kotkin en la revista Forbes, durante décadas, los países del Norte (Alemania, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda , Finlandia y Reino Unido), han compensado las muy bajas tasas de fecundidad y la disminución de la demanda interna con la llegada de inmigrantes y la creación de economías de orientación exportadora altamente productivas y por el contrario, los países periféricos europeos no han desarrollado unas fuertes economías que compensen su desvanecimiento demográfico al basar su economía en la llamada “dieta mediterránea” , cuyos ingredientes principales eran el “boom” urbanístico, el turismo y el consumo interno ,que creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva y precio desorbitado pero vacíos de contenido culinario y con fecha de caducidad impresa (2008), provocado por el estallido de la burbuja inmobiliaria y el hundimiento del castillo de naipes económicos de los países PIIGS ( despectiva abreviatura anglosajona que englobaría a España, Portugal, Italia, Irlanda, y Grecia) y por mimetismo de Chipre, Malta y Eslovenia.

Las reformas estructurales y fiscales que ha impuesto la Troika a países como Irlanda, Grecia, Portugal, España, Italia, Chipre, Malta y Eslovenia para modernizar la Administración pública y la sanidad, mejorar el mercado laboral y adaptar la presión fiscal a las circunstancias son principios genéricos que se han traducido en sucesivas subidas de impuestos, reducción de funcionarios, supresión de organismos públicos, recortes salariales y máxima flexibilidad en el mercado laboral, aunado con una sensible pérdida de jirones del primigenio Carta Social Europea (CSE) o Carta de Turín de 1961.

Así, en la cadena Fox News, Peter Morici, economista y profesor de la Universidad de Maryland, dijo que “ la necesidad de una unión fiscal en la zona euro y de que el BCE adopte un papel similar al llevado a cabo por la Reserva Federal de EEUU, no llegarán a tiempo para salvar a los países periféricos y consideró la posibilidad de que “dichos países abandonen el euro para poder así imprimir su propio dinero y resolver sus problemas como lo hizo Estados Unidos a raíz de la crisis financiera».

En el caso griego, la troika que comprenden la UE, el FMI y el BCE llevan tiempo presionando a Grecia con un riguroso programa de privatizaciones debido a su desorbitante Deuda Pública (de 320.000 millones de euros) y ha obligado a todos los partidos políticos a aprobar suicidas medidas de austeridad que han provocado la pérdida de más de 1 millón de puestos de trabajo y el reciente triunfo ascenso de la coalición de izquierdas Syriza, que propone la quita de 2/3 de la deuda helena o el default o suspensión de pagos hasta que se retorne a escenarios de crecimiento económico.

Conviene recordar que las reformas estructurales y fiscales para modernizar la Administración pública y la sanidad, mejorar el mercado laboral y adaptar la presión fiscal a las circunstancias (rebajar el IVA situado en la actualidad en el 23%,) se han traducido en subidas de impuestos, reducción de funcionarios, supresión de organismos públicos, recortes salariales, flexibilidad en el mercado laboral y brutal pérdida de puestos de trabajo (más de un millón desde el inicio de la crisis).

Además, se estima que la deuda pública del país heleno ascenderá hasta el 200% del producto interior bruto (PIB) en el 2015, existiendo el temor de que podría pasar del default (incumplir sus pagos) a la salida de la Eurozona (medida drástica que contaría con las bendiciones de su principal acreedor, Alemania), por lo que “cada vez más empresas europeas y estadounidenses se preparan para lo que antes era impensable”, según The New York Times.

¿Finiquito a la actual Unión Europea?

La exclusión de Grecia de la Eurozona supondría el finiquito de la Eurozona pues el resto de países periféricos (Portugal, España, Irlanda, Malta y Chipre), seguirá inexorablemente el movimiento centrífugo de Grecia y deberán retornar a sus monedas nacionales, sufrir la subsiguiente depreciación de las mismas y la regresión a niveles de renta propias de la década de los 70, con el consiguiente efecto demoledor en los mercados bursátiles.

Así, asistiremos a la reconversión de la actual Eurozona en la Europa de los Nueve ( Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia, Dinamarca, Suecia, Luxemburgo y Austria), quedando el resto de países europeos periféricos (Portugal, España, Irlanda, Grecia, Eslovenia, Malta y Chipre), gravitando en sus anillos orbitales y viéndose obligados a retornar a sus monedas nacionales , sufrir la subsiguiente depreciación de las mismas, regresión a niveles de renta propias de la década de los 70 e inicio del éxodo al medio rural de una población urbana afectada por la asfixia económica, embargo de viviendas e ingreso en las listas del paro, con la consiguiente revitalización de extensas zonas rurales y rejuvenecimiento de su población.

El resto de países del centro y este de Europa, (integrantes de la llamada Europa emergente), sufrirán con especial crudeza los efectos de la tormenta económica al no contar con el paraguas protector del euro y se verán obligados a depreciar sucesivamente sus monedas , aumentar espectacularmente su deuda externa y sufrir alarmantes problemas de liquidez y asimismo, deberán retornar a economías autárquicas tras sufrir masivas migraciones interiores, al descartar la CE la modificación de las reglas para la adopción del euro en la Unión Europea y así poder acelerar la adhesión de los Estados miembros del centro y este de Europa y deberán proceder a la reapertura de abandonadas minas de carbón y obsoletas centrales nucleares para evitar depender energéticamente de una Rusia que conjugando hábilmente el chantaje energético y la desestabilización de gobiernos vecinos «non gratos», irá fagocitando a la mayoría de estos países abandonados a su suerte por la Unión Europea en aras de asegurarse el abastecimiento energético de gas y petróleo rusos.

Además, el retroceso de las exportaciones debido la contracción del consumo interno de la UE por la recesión económica, ( los intercambios comerciales entre los Estados miembros de la UE alcanzan el 60% del volumen total de su comercio ) y a un euro artificialmente revalorizado que encarece los productos europeos y reduce su competitividad frente a los países del resto del mundo,(con especial incidencia en países tradicionalmente exportadores como Finlandia) podría provocar que dicho país abandone la Eurozona y proceda a la constitución de una Federación Escandinava (integrada por Noruega, Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania) que pivotaría en la ambivalencia comercial ruso-europea.

Mención especial merece el caso del Reino Unido, en el que convergen una mayor exposición a los activos tóxicos (hipotecas subprime), a los activos inmobiliarios y una libra revalorizada que ha estancado sus exportaciones, por lo que se verá obligado a realizar sucesivas bajadas de tipos de interés, implementar medidas cuantitativas (Quantitative Easing) para incrementar la base monetaria, depreciar repetidamente su moneda para estimular sus exportaciones y a aplicar medidas proteccionistas.

Además, tras retornar al poder los conservadores liderados por David Cameron y fieles a su política euroescéptica (nula voluntad británica de embarcarse en un proyecto en decadencia en el que la soberanía británica estaría supeditada a los mandatos de Bruselas), incluyeron en su programa electoral del 2015 la convocatoria de un referéndum sobre la salida de la UE para el 2017, con lo que Cameron tranquilizó a las bases más radicales de su partido al tiempo que arrebató la bandera al partido en alza de los euro-escépticos (UKIP), que consideran que el Reino Unido no necesita de Europa ya que podría convertirse en la Singapur de Occidente desde su atalaya financiera de la City londinense, al tiempo que metrópolis del comercio de Ultramar al pilotar la nave capitana de una renacida Commonwealt, siguiendo la filosofía de Winston Churchill : “Estamos en Europa, pero no en ella”.

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