¿Por qué EE.UU. no está dispuesto a entrar en una confrontación con China?

«Es probable que 2023 sea el año más transformador en lo que respecta el despliegue de la fuerza estadounidense en la región en una generación», advirtió Ely Ratner, subsecretario de Defensa para asuntos de seguridad del Indo-Pacífico.

A principios de diciembre, Washington prometió extender su presencia militar en el Indo-Pacífico para afrontar el desafío que supuestamente supone China a escala tanto regional como global. «Es probable que 2023 sea el año más transformador en lo que respecta el despliegue de la fuerza estadounidense en la región en una generación», aseguró en aquel entonces Ely Ratner, subsecretario de Defensa para asuntos de seguridad del Indo-Pacífico.

Sin embargo, ciertos legisladores republicanos sostienen que no va a ser tan fácil para el Pentágono cumplir con su promesa, ya que Pekín dispone de una Armada lo suficientemente potente como para contraponerse a la presencia naval de EE.UU. en el Indo-Pacífico durante mucho tiempo. A la vez, se están registrando problemas en las cadenas de suministro que retrasan las entregas a Taiwán de miles de millones de dólares en armas estadounidenses, recoge Politico.

«Tenemos un compromiso retórico con un cambio en lo que respecta el despliegue de fuerzas en el Indo-Pacífico, pero eso se contradice con la realidad de lo que realmente está sucediendo«, indicó Mike Gallagher, quien se convertirá en el presidente del Comité Selecto de la Cámara de Representantes de EE.UU. sobre China en el próximo Congreso. Sus palabras fueron apoyadas por expertos que conocen bien la situación en la región.

En ese contexto, Alexander Gray, el exjefe de Gabinete del Consejo de Seguridad Nacional en la Administración Trump, reconoció que para enfrentarse militarmente a China «se requerirá una estructura de fuerza naval más grande que la que tendremos previsiblemente en el futuro».

Según los reportes, el Pentágono planea reducir temporalmente su número de barcos navales, y ya ha retirado sus aviones de la región para reemplazarlos por versiones más modernas. Por otra parte, EE.UU. se está enfrentando a restricciones de construccional naval, hecho que podría dificultar su ayuda a Australia en la fabricación de submarinos nucleares que forman parte de una estrategia conjunta anti-China, señala Politico.

«Personalmente, no creo que nos estemos moviendo lo suficientemente rápido como para cambiar la correlación de fuerzas en el Pacífico a nuestro favor», sostuvo Don Bacon, miembro del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes de EE.UU.

Washington se apresura en abrir nuevas bases o reutilizar las antiguas en países como Guam o Filipinas, y en renovar acuerdos estratégicos con naciones insulares del Pacífico como Micronesia, las Islas Marshall y Palaos para poder tener un acceso portuario asegurado para sus fuerzas marítimas. Incluso así, algunos expertos están convencidos de que ya podría ser demasiado tarde para que esas medidas puedan ayudar al país ante una confrontación con Pekín.

«Para tener una relación de defensa de refuerzo perfecta, […] la infraestructura debe estar en su lugar, como bases navales, bases aéreas, depósitos, radares. No tenemos estas cosas en Filipinas», señaló Delfin Lorenzana, exsecretario de Defensa de Filipinas, precisando que eso significa que EE.UU. «no puede sostener una larga cadena de suministro desde Guam y Japón o Corea para proyectar su poder en el mar de la China Meridional».

Además, es probable que la mayoría de los países del sudeste asiático teman brindar apoyo militar o logístico al país norteamericano por temor a una represalia de China. Los Gobiernos regionales como Indonesia y Malasia «están seguros de que China tomará represalias contra ellos si considera que se ponen del lado de Estados Unidos», afirmó Drew Thompson, exdirector para China, Taiwán y Mongolia en la Oficina del Secretario de Defensa.

 

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