Sandinismo frenó a golpistas, pero el peligro continúa

La multitudinaria marcha del miércoles 30 de mayo, ratifica que el sandinismo no está como para alzar las manos y entregarse a quienes quieren aniquilarlo. Da razón, además, a la posición del secretario general de la OEA, Luis Almagro, en torno a que la salida a la crisis debe ser electoral y no a través de un golpe de Estado del tipo que sea.

La marcha del Día de las Madres también frustró los planes de los golpistas de tomarse la capital y sus principales edificaciones, por lo que tuvieron que contentarse con destruir una radioemisora sandinista y dañar seriamente el estadio de béisbol, Denis Martínez.

Pero hubo cinco víctimas mortales, todos sandinistas y muchos heridos de entre las personas que venían principalmente desde Estelí. Los neosomocistas reeditaron la masacre del 19 de julio de 2014, cuando dispararon contra simpatizantes del FSLN que iban desarmados en buses, con resultado de cinco muertos y cuarenta heridos.

¿Le dolerán estas muertes al sacerdote de Nueva Guinea que preparó “espiritualmente” a sus feligreses para venir a morir o a matar a Managua? ¿Qué dirán de todo esto los obispos “mediadores” del diálogo nacional, la mayoría involucrados en el complot? De Silvio Báez ya sabemos lo que piensa, así que ni vale la pena preguntar sobre lo que siente.

La “madre de todas las marchas”, a como la denominaron los cabecillas del MRS y de la Iglesia Católica, pretendía ser en realidad la “madre de todas las masacres” si la población sandinista se hubiera quedado en sus casas.

La violencia desatada en los últimos días, sin embargo, es resultante de la frustración de los golpistas, “vapuleados” a su vez por la posición madura de Luis Almagro y de muchas otras voces sensatas en todo el orbe que rechazan el golpe de Estado y exigen el cese de la violencia, venga de donde venga.

El peligro no ha pasado, obviamente. Pusieron más barricadas y muchos de los que vinieron a apoyar el golpe desde los departamentos se quedaron pernoctando en Managua (predios de la catedral) a fin de marchar este jueves hacia las instalaciones del COSEP para exigir que llame a un paro nacional en el que los únicos perdedores serán el pueblo pobre y los empresarios que acaten una convocatoria de ese tipo.

Ya los especialistas independientes han alertado sobre las catastróficas consecuencias económicas que tendría un paro. Otro factor que no han tomado en cuenta, es el gran riesgo que corren el COSEP y otros grandes capitales que han apoyado la violencia golpista, de sufrir el efecto “boomerang”, es decir, que la población enfurecida –incluyendo a sus apadrinados-, destruya sus negocios y edificaciones hasta el momento intactos.

Y ahora que mencionamos a los grandes capitales, leímos hace poco una entrevista del señor Carlos Pellas en La Prensa, en la que aparte de pedir la dimisión del presidente Daniel Ortega, se llena la boca asegurando que en el hospital que lleva el nombre de su mujer atienden gratis a los golpistas heridos.

Médicos de los hospitales públicos han contado la verdad: en el costoso Vivian Pellas solamente los medio estabilizan y de inmediato los remiten a los nosocomios estatales y del Seguro Social. Los oligarcas estos los lanzan a morir a las calles atacando con armas de fuego a la Policía Nacional, y luego los ven a como los han visto siempre: simples pelagatos, indignos de ocupar sus camas y de gozar de sus medicinas de primer mundo.

Volviendo con lo de hoy jueves, es sencillo vaticinar que la violencia continuará debido a que en su desesperación porque el “golpe suave” o su “revolución de colores” se les fue de las manos, los cabecillas del MRS, sus aliados de las ONG opositoras y sus socios de la oligarquía, buscan forzar una matanza de parte de las autoridades o de simpatizantes sandinistas, a fin de exhibir a esos muertos como la prueba del salvajismo del gobierno sandinista.

No es casualidad que muchos de los que vinieron a la marcha del miércoles se hayan quedado en la capital. Entre ellos están los “yihadistas” aleccionados por sus pastores y patrones para inmolarse en función de sus intereses. Esa es la verdad de lo que ocurre en Nicaragua.

 

 

 

 

 

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