En vista que los esfuerzos por desprestigiar a la Misión de Vigilancia Electoral nombrada por la OEA para la elecciones municipales del próximo de noviembre no tuvieron eco, los grupos políticos, ONG opositores y sus medios de comunicación aliados, recurrieron a la salida antipatriótica de siempre: el intervencionismo, al involucrar en nuestros asuntos internos a legisladores estadounidenses enemigos de Nicaragua.
Luego de constatar que el irrespeto y el tratar de desacreditar a la Misión de la OEA y sobre todo a su jefe, Wilfredo Penco, no tuvo repercusión en el país, estos grupos de derecha corrieron a poner “quejas” a sus tristemente aliados congresistas Ileana Ross-Lehtinen y el senador Ted Cruz, quienes de forma injerencista se sumaron a los ataques insolentes, al acusar a la alta comisión regional de “fraudulenta y corrupta”.
Nuevamente, las ínfulas de superioridad y arrebatos de soberbia quedaron en evidencia sobre la visión imperialista de la congresista republicana Ileana Ross-Lehtinen, quien con aires de grandeza declaró que ella y el senador Ted Cruz no validarán lo que a juicio de ellos consideran “un proceso corrupto e ilegítimo”, erigiéndose como los únicos dueños de la justicia y la razón, al menospreciar los esfuerzos de la OEA.
Esta posición abusiva y prepotente de la congresista republicana ya había aflorado en otras ocasiones, como en el caso de la Nica Act, cuando de forma impositiva declaró que el Gobierno de su país debe tomar en cuenta a aquellos gobiernos Latinoamericanos que desobedecen las exigencias orientadas desde la Casa Blanca, con el fin de someterlos mediante sanciones económicas, a través de iniciativas como la que ella encabeza.
En su virulenta y desmedida acometida en contra del Jefe de la Misión de Observación de la OEA, Wilfredo Penco, Ross-Lehtinen señaló de manera indigna que su nombramiento era parte de “una corrupción generalizada y sistemática”, además de llamarlo aliado de un Consejo Supremo Electoral (CSE), que juntos estaban apuntalando a un resultado predeterminado y favorable para el régimen de Daniel Ortega.
Entre tantos ataques e infundios, la “loba”, a como despectivamente la llaman sus colegas del Congreso, trajo a colación su caballito de batalla: la Nica Act, con la que amenaza y quiere chantajear no solo a Nicaragua, sino a todo país latinoamericano que no se quiera subordinar a los designios y exigencias emanadas desde la Casa Blanca, con la coacción de someterlos mediante sanciones económicas, a través de iniciativas como la Nica Act.
No resulta rara la posición de Ross-Lehtinen, ya que son las de siempre, esas mismas que a diario repiten los grupos políticos, las ONG opositoras y medios de comunicación que forman parte de la nómina del Departamento de Estado y la CIA mediante sus conocidas organizaciones “humanitarias”, encargadas de desembolsar cuantiosas sumas de dinero a empleados locales para “promover” la democracia made in USA.