El delantero del Barcelona marca los tres goles de la Albiceleste y asegura la participación del equipo de Sampaoli en Rusia 2018.
No hay un jugador en el mundo como Messi. Los partidos de Argentina se resumen en los goles del 10. Únicamente se contaron tres jugadas en el Olímpico de Atahualpa y fueron los tres goles del delantero de Rosario frente a Ecuador (1-3). Argentina se unió así a Brasil (3-0 a Chile), Uruguay (4-2 a Bolivia) y Colombia (1-1 en Perú) en el Mundial de Rusia 2018, mientras que los peruanos jugarán la repesca contra Nueva Zelanda y los chilenos, los campeones de América, fueron eliminados.
Messi hace las cosas de manera tan fácil que difícilmente tienen épica, suceden como si fueran lo más normal del mundo, por continuadas y sencillas, repetidas una y mil veces, en las jornadas sencillas y en los días de máxima exigencia, como en Quito. Nadie metaboliza mejor el fútbol que Messi, santo y seña de la Albiceleste, por fin ganadora en un encuentro que tuvo el mismo tono que muchos de los empatados, simplemente resuelto por Messi.
Habrá quien maliciosamente le continúe llamando enano sin tener en cuenta la altura de Ecuador. Nunca será tampoco un caudillo como Pasarella. Ni tiene por qué parecerse cada día a Maradona. Messi es Messi. Un jugador único al que se agarra Argentina para caminar de torneo en torneo hasta llegar a las finales y perder hasta cuatro a la espera de ver qué sucede en la Copa del Mundo de Rusia. Los goles del 10 con la Albiceleste no valen por ahora títulos, ni se dan en los momentos épicos de los encuentros, tampoco son siempre geniales, sino que llegan en los minutos más inesperados, de forma casi instantánea, cuando la hinchada le acusa de ser un pecho frío, de no merecer el trato de rey que le dispensa el mundo entero desde que triunfa de forma continuada en el Barcelona.
Messi apareció en Quito después de que Argentina maldijera a Mascherano por medir mal el salto con Roberto Ordóñez mientras pedía fuera de juego y dar continuidad a una jugada que acabó con un remate cruzado de Romario Ibarra. Apenas se había sacado de centro y Argentina ya cargaba con un gol en contra en el estadio Atahualpa. Apareció entonces Messi para darle la vuelta al marcador en un santiamén con dos goles inapelables después de dos acciones en las que se asoció con Di María y Enzo Pérez. El 10 tiró una pared con el delantero del PSG para llegar al área pequeña y poner el 1-1 y acto seguido recuperó una pelota que colocó en el ángulo izquierdo de Banguera para dejar 1-2.
No había más jugador en el campo que Messi. No necesitaba jugar Argentina para encontrar al 10. Ecuador tampoco sabía cómo marcar al delantero del Barça. Messi era indetectable para la zaga local y un faro para la Albiceleste. Ningún aficionado al fútbol hubiera dicho que Argentina sumaba cuatro partidos sin meter un gol si se exceptúa el que se metió en propia portería Venezuela. Los argentinos despertaron de su mal sueño en un abrir y cerrar de ojos, ocho minutos, el tiempo que tardó Messi en encontrar el arco y descerrajar dos tiros imposibles para el meta de Ecuador, desprotegido por su defensa, abatidos los once muchachos de Célico, rendidos al aura del delantero de Rosario.
La pegada de Messi marcó las diferencias para suerte de un equipo sin cambios de ritmo ni profundidad, escaso de fútbol, superado cuando Mercado y Otamendi salían a tapar los costados y dejaban solo a Mascherano en la defensa de tres diseñada por Sampaoli. A la Albiceleste le alcanzó con dos aceleraciones de Messi, igual de contundente al nivel del mar que a 2.850 metros de altura, para optar a disputar la Copa de Mundo. Los goles del 10 permitieron que la afición argentina volviera a mirar al marcador simultáneo para saber si su clasificación era directa o habría que disputar el repechaje mientras los ecuatorianos se distraían con el Brujo Manuel, enviado por Argentina.
El partido no tenía ningún interés, ni siquiera para Messi, que descansaba a la espera de acontecimientos, sin saber si necesitaría reactivarse o valdrían sus tantos, demasiado peso para un contrario diezmado por las ausencias, sin opciones para acudir a Rusia, entregado a un técnico interino como el argentino Célico. La única incógnita que tenía el encuentro había quedado resuelta antes de tiempo con el 1-1 y con el 1-2 de Messi. El 10 se había reencontrado con el gol después del que le metió de penalti a Chile y a Argentina, que solo había contado 16 en 17 partidos, le valía para ganar en Quito.
Ecuador llegó a pensar que tenía alguna opción de empatar por el silencio de Messi. Una falsa ilusión porque a su despliegue respondió el rosarino con el 1-3. La pelota salió despedida en mitad de la cancha y el 10 la acunó, se dio media vuelta y ya no paró hasta pisar el área y colar el gol en el arco de Banguera. Un gol espléndido al que apenas se dio importancia porque ya son tantos y tan iguales que por repetidos se minimizan, incluso cuando suponen la clasificación directa de Argentina para la Copa del Mundo de Rusia. A la parálisis de la Albiceleste, muerta de miedo, espantada por la altura de Quito y por una jornada llena de trampas, respondió Messi con tres goles como tres soles: 1-3.
Aunque nadie recordará el encuentro por malo, será difícil olvidar la actuación de Messi por lo bueno que fue el día en que a Argentina le iba la vida en la Copa del Mundo. El fútbol de Messi, por más sabidos y repetidos que sean sus goles, no podía faltar en 2018. El problema del 10 es precisamente que sus goles parecen tan naturales que cuando no se dan se le piden responsabilidades en la Albiceleste y en el Barça.
Chile, eliminada
El campeón de las dos últimas ediciones de la Copa América cierra una época dorada y Pizzi deja el banquillo
Pendientes de los partidos Ecuador-Argentina y de Perú-Colombia, los chilenos han vivido con nerviosismo y amargura la derrota de su selección ante Brasil por 3-0 en São Paulo. Por lejos era la jornada de mayor importancia para La Roja en los dos años de clasificatorias para el Mundial: era el todo o nada y Chile quedó en el grupo de los caídos en combate. La generación dorada del fútbol chileno, que ganó dos Copa América consecutivas en 2015 y 2016, no viajará a Rusia 2018. Para los chilenos, se comienza a apagar un ciclo de su fútbol que, como nunca en la historia, estuvo marcado por los triunfos y el éxito. El seleccionador, Pizzi, comentó que no seguirá en el cargo.
Chile ha quedado en silencio. La algarabía que se vivió en toda la jornada a la espera del partido, con atascos en las principales ciudades del país poco antes del encuentro, se ha transformado en una tristeza insonora. Ni la suerte que supuestamente le da al equipo la presidenta Michelle Bachelet, que llegó a Brasil a petición de los jugadores, pudo contra los pentacampeones.
La afición experimenta una mezcla de sentimientos. Por una parte, un agradecimiento infinito hacia ese grupo de jugadores –como Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Claudio Bravo– que llevó a la selección chilena a lugares donde nunca había estado. Además de ganar las dos Copa América, este equipo que nació de la mano del argentino Marcelo Bielsa hizo que La Rojallegara a Sudáfrica 2010 y a Brasil 2014. Pero, por otra parte, la hinchada se queda con el sabor de boca de que «la eliminación es un fracaso, injustificable y que recae solo en factores internos», como señala el analista deportivo de Canal 13 Rodrigo Garra Eyzaguirre.
Comienza una noche de cuchillos largos. La esposa del capitán Bravo, Carla Pardo Lizana, apuntó en su cuenta de Instagram al comportamiento inapropiado de algunos jugadores como una de las razones de la eliminación. Los analistas locales acusan al seleccionador, el argentino Juan Antonio Pizzi, como principal responsable del fracaso chileno. Pero también a Vidal. No solo fue descubierto en agosto pasados en festejos en un casino de juegos, sino que realizó un autogol ante Paraguay luego del incidente y, por suspensión, no jugó ante Argentina de local y de visita ni tampoco en Sao Paulo.
Colombia se clasifica
Minutos antes de que comenzara el partido Colombia-Perú, circulaba por redes sociales un vídeo de esos que viralizan como la pólvora porque une emoción, fútbol, país y un reto: llegar a Rusia 2018. Los jugadores de la selección cafetera abrazados en un círculo escuchan a un compañero gritar: «Hoy tenemos un compromiso grande con la gente que está acá, con la gente que está en las casas, con nuestra familia y con el país. El compromiso más importante es con nosotros, hermano. Tenemos que demostrar para qué mierda estamos. ¿Y estamos o no? Vamos con todo. ¡Colombia, Colombia, Colombia!».
Colombia dependía de sus goles, pero sobre todo de los que se marcaran en otros campos latinoamericanos. «Una situación muy colombiana», decían algunos. El primer gol de James Rodríguez, ya en la segunda parte, cumplió el lema que desde la mañana del martes se repartía gratis en Twitter: #ConLaFeIntacta. Los candidatos a entrenador nacional que se multiplican en las redes se aferraban a esa idea de que José Néstor Pékerman, el seleccionador, no había perdido dos partidos seguidos en toda la eliminatoria.
Ni siquiera cuando la selección inca marcó un gol de tiro indirecto que James y el portero David Ospina podían haber evitado si se hubieran quedado quietos, Colombia dejó de bailar. Al final del partido, los peruanos se pasaban la pelota como en el patio del colegio esperando que se cumpliera el tiempo. Colombia no amagó en robarles el balón. Sonó el silbato y los dos equipos celebraron. Los de Pékerman se van a Rusia. Los locales esperan conseguir el billete contra Nueva Zelanda.
En Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos barrió para Casa Nariño y mezcló la clasificación cafetera con la paz con las FARC en un vídeo que publicó minutos después en redes. Y Falcao no marcó, pero ganó el mundial que se perdió en Brasil. «Le quiero agradecer a Dios. Pasé dos años horribles, pero Dios me dio la esperanza para seguir adelante. Y Jesús restaura y lo ha hecho conmigo. Felicidades al pueblo colombiano y a los peruanos. La felicidad de dos países». Su fe también estuvo intacta.
Perú celebra la repesca
La selección de fútbol de Perú, que dirige el argentino Ricardo El Tigre Gareca, ha cambiado el ánimo de una nación, frustrada durante décadas porque desde España 1982 no había podido volver a un Mundial. La noche del martes, después del empate (1-1) con Colombia en el Estadio Nacional, el país andino lo ha festejado casi como si hubiera clasificado, aunque aún debe esperar a la celebración de dos partidos contra Nueva Zelandia en noviembre para saber su destino en Rusia 2018.
«¡Gracias, Paolo! Todo el Perú te ama, te quiere», gritaba un hincha en la Plaza de Armas de Lima, agradecido a Paolo Guerrero, el delantero que anotó el gol para Perú en el minuto 76 del encuentro, el jugador más carismático de la selección y el más efectivo frente al arco.
La noche del martes decenas de municipalidades instalaron pantallas gigantes para que el público viera el partido en las plazas. Las asistentes llegaron pronto con banderas y bufandas, cintas en la cabeza, sombreros rojiblancos de bufón y hasta orejas postizas en homenaje al centrocampista Edison Oreja Flores.
«Lo importante es que dependemos de nosotros mismos», comentó Gareca después del partido de Argentina-Perú. El mensaje es una novedad para los peruanos que han pasado años rumiando la pena de no ir a un Mundial. Miles de niños de todo el país fueron este martes a la escuela vistiendo la camiseta blanquirroja, los centros de trabajo permitieron a sus empleados ponerse los colores de la selección, padres de familia y nanas llevaban a niños de edad preescolar al hotel donde concentraba la selección peruana de fútbol, para alentarlos con una bandera hecha en cartulina y pintada con crayón rojo. Todo eso es una novedad, para quienes nacieron en el hiato del mundial, luego de 1982.
RESULTADOS Y CLASIFICACIONES
Brasil, 3; Chile, 0
Ecuador, 1; Argentina, 3
Paraguay, 0; Venezuela, 1
Perú, 1; Colombia, 1
Uruguay, 4; Bolivia, 2
Clasificación: Brasil, 41 puntos.
Uruguay, 31
Argentina, 28
Colombia, 27.
Perú, 26. Jugará la repesca
Chile, 26. Eliminada
Paraguay, 24
Ecuador, 20
Bolivia, 14
Venezuela, 12
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Estados Unidos se queda fuera
En una insólita última jornada, Honduras venció 3-2 a México y jugará la repesca. Los estadounidenses pierden 2-1 frente a Trinidad y Tobago. Los panameños ganan 1-2 a Costa Rica en los últimos minutos
Una carambola, así se puede definir la última fecha de las eliminatorias mundialistas en Concacaf. Estados Unidostenía un pie en el Mundial de Rusia, pero una extraña combinación de resultados lo ha dejado fuera. Los estadounidenses perdieron frente al peor equipo de la fase clasificatoria, Trinidad y Tobago, por 2-1. A eso se le sumó la voltereta de Honduras 3-2 frente a México, hasta entonces invicto. La estocada final fue el triunfo en los últimos minutos de Panamá 2-1 frente a Costa Rica, con el que los canaleros consiguieron su primer billete para la Copa del Mundo.
En el estadio isleño de Ato Boldon, el conjunto de EE UU buscaba cerrar su eliminatoria frente a un equipo que solo había ganado una vez en nueve encuentros. El primer revés fue un autogol de su defensa Omar González para poner adelante a Trinidad y Tobago. El 2-0 llegó gracias a Alvin Jones. Los norteamericanos, dirigidos por Bruce Arena, tenían en la cancha a su mejor once, con Christian Pulisic como punta de lanza. El jugador del Borussia Dortmund acortó distancias, 2-1, y hasta ahí prendió la pólvora. No hubo más. Una de las potencias de la zona quedó fuera. Desde 1990 era un asiduo invitado a las Copas del Mundo.
De manera paralela, Honduras se fue al descanso en San Pedro Sula con un adverso 1-2 frente a México. El conjunto mexicano solo se jugaba el aumento del ego y de la imbatibilidad. Fue en el minuto 54 cuando en una mala decisión de Jesús Gallardo, el portero Guillermo Ochoa marcó en meta propia, 2-2. En un descuido de la defensa del Tri llegó el 3-2 final. Al combinado de Juan Carlos Osorio se le fue de las manos un registro histórico en las eliminatorias y le cedió la oportunidad a Honduras para amarrar la repesca, que jugará contra Australia.
La última pieza del rompecabezas en Norteamérica, Centroamérica y el Caribe fue el Costa Rica – Panamá. Los ticos ya no se jugaban nada tras conseguir su pase a Rusia. Los panameños sí, la repesca o un lejano lugar directo. La cosa empezó mal para los canaleros al encajar un gol de Venegas. El empate tardó en llegar y fue polémico luego de que el balón intentó rematar Blas Pérez no entró a la portería. Para las cámaras en reproducción lenta no contó, pero sí para la mirada del silbante. En la recta final, en un pelotazo al área, el defensor, capitán y líder Román Torres hizo el 2-1 para un país que nunca ha ido a una Copa del Mundo y, ahora, gracias a sus muchachos lo harán.
Hace cuatro años, Estados Unidos venció a Panamá 3-2 in extremis y les dejó sin repesca. Eso le dio la oportunidad para que un débil México jugará la repesca contra Nueva Zelanda. Ahora los panameños se lo han cobrado y asistirán a Rusia, su primer gran cita en toda su historia.
LA CLASIFICACIÓN EN CONCACAF
Trinidad y Tobago 2-1 Estados Unidos
Honduras 3-2 México
Panamá 2-1 Costa Rica
México |
21 puntos |
Diferencia de goles: +9 |
Costa Rica |
16 puntos |
Diferencia de goles: +6 |
Panamá |
13 puntos |
Diferencia de goles: -1 |
Honduras |
13 puntos |
Diferencia de goles: -6 |
Estados Unidos |
12 puntos |
Diferencia de goles: +4 |
Trinidad y Tobago |
6 puntos |
Diferencia de goles: -12 |