En el Trienio 2018-2020 América Latina estaría asistiendo a la irrupción en el escenario geopolítico de una nueva ola agresiva e involucionista que consistirá en la implementación de “golpes de mano blandos “con el objetivo inequívoco de sustituir a los regímenes opuestos a los dictados de Washington (Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Bolivia) por regímenes militares autocráticos, mediante la táctica del “palo y la zanahoria”.
Los fines de estos tipos de guerra son descritos como guerras no convencionales donde se se trata de hacer dos cosas: debilitar la voluntad y la capacidad de resistencia del enemigo y fortalecer la propia voluntad y capacidad para vencer, para luego utilizar su más usual instrumento de guerra económica consistente en “la zanahoria y el garrote”; el bloqueo, la congelación de fondos, el boicot, el embargo y la lista negra, por un lado; los subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales por otro.
Petrocaribe fue creado en 2005 por iniciativa de Venezuela con el objetivo de suministrar combustibles a los países miembros en condiciones ventajosas de pago, como créditos blandos y bajas tasas de interés y estaría integrado por 18 países (incluidos Honduras, Guatemala, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Haití, Belice y una decena de islas del Caribe), exportando cien mil barriles diarios a los países del bloque que generaban una factura de cuatro mil millones de dólares, de la cual una parte se paga en «efectivo» y el resto estaría subsidiado.
La nueva estrategia de EE.UU. sería estrechar lazos comerciales y militares con los países de Petrocaribe ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios chavistas al depender en exclusiva de la venezolana Petrocaribe para su abastecimiento energético.) China habría asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua (Gran Canal Interoceánico) similar al canal del istmo de Kra, por lo que EU procede a tratar de desestabilizar el gobierno de Daniel Ortega dentro de su estrategia geopolítica global.
Por otra parte, la instalación de una estación satelital rusa en Managua (laguna de Nejapa) para controlar el narcotráfico y estudiar los fenómenos naturales habría provocado el nerviosismo del Pentágono, que acusa a Rusia de “estar usando Nicaragua para crear una esfera de espionaje militar” mediante el Sistema Global de Navegación por Satélites (Glonass), el equivalente al GPS de EE.UU.
Así es que hemos visto avanzar con la intención de que sea aparobada por el Congreso de EE.UU un proyecto de ley injerencista conocido como Nica Act (Nicaraguan Investment Conditionality Act), que siguiendo la estrategia gringa busca congelar los préstamos internacionales de instituciones muy allegada a las políticas económicas de los EE.UU. (Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo), a Nicaragua con el objetivo confeso de provocar su inanición financiera y posterior asfixia económica.
En Venezuela, la decisión de Maduro de confiscar la planta de General Motors fue vista por la Administración Trump como un atentado contra los intereses de las multinacionales estadounidenses, escenario aprovechado por el Secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, antiguo Presidente y Consejero Delegado de la empresa Exxon Mobil cuando fue nacionalizada en el año 2007 por Hugo Chávez, para intentar un golpe de mano contra Maduro.
Además, el acuerdo chino-venezolano por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares para lograr una producción diaria de petróleo en 200 mil barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), sería un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EEUU (cuyo objetivo inequívoco sería secar las fuentes energéticas de China).
Estas y otras decisiones tomadas en las administraciones de Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro trajeron como consecuencia una sistemática e intensa campaña desestabilizadora basada en el desabastecimiento selectivos de artículos de primera necesidad, la campaña de amplificación en los medios de la creciente inseguridad ciudadana, la toma de las calles por la oposición, la aplicación de sanciones al crudo venezolano para provocar el default o cese de pagos.
Y como si no bastase, en los cálculos de la política de agresiones de los EU sueñan que el Ejército pueda erigirse en “salvador de la Patria”, (siguiendo el plan diseñado por la CIA que contaría con la solícita e inestimable ayuda logística de Colombia convertida en el portaaviones continental de la armada gringa) y dar un “golpe de mano” en el 2018 contra Maduro para finiquitar el legado chavista en Venezuela.
Ello significará el retorno a la política del Big Stick o “Gran Garrote”, (cuya autoría cabe atribuir al presidente de Estados Unidos Theodoro Roosevelt), sistema que desde principios del siglo XX ha regido la política hegemónica de Estados Unidos sobre América Latina, dentro de la Doctrina Monroe ,“América para los Americanos”, o como los políticos y magnates gringos lo interpretan convenientemente “América para ellos”.