Otros eran los tiempos en que la agencia de inteligencia estadounidense encubría sus métodos y propósitos para intentar el derrocamiento de regímenes adversos a la política de EEUU. Ahora expresa sus intereses sin ningún tipo de riesgo, sobre todo ante las «amenazas emergentes» en América Latina, como lo que analistas y periodistas de los medios privados llaman «la situación venezolana».
La lista de operaciones encubiertas y acciones beligerantes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos en América Latina y Centroamérica es larga y parcialmente conocida. Se trata de una recurrente e histórica injerencia que ha tenido como propósito posicionar favorablemente los intereses estadounidenses por doquier, allí donde son contenidos por actores y factores de otro orden ajeno a las prerrogativas de la Casa Blanca y los actores transnacionales detrás de ella.
Los casos de Guatemala en 1954, Haití en 1959, Brasil en 1964, Uruguay en 1969, Bolivia en 1971, Chile en 1973, Argentina en 1976, El Salvador en 1980, Panamá en 1989 y Perú en 1990, son los más resaltantes como operaciones de guerra sucia en el hemisferio occidental comandadas por la CIA, con la intención de derrocar gobiernos no alineados a la política de EEUU.
En lo que va de siglo XXI, las acciones de la agencia de inteligencia, ya posicionada como un actor independiente de la política exterior estadounidense, han sido menos recurrentes “en apariencia”, aun cuando sus voceros declaren sus intenciones con respecto a otros países como Venezuela.
Pues el 23 de enero reciente el actual director de la CIA y empresario vinculado al sector energético, Mike Pompeo, volvió a declarar sobre Venezuela en menos de un año, y lo hizo develando un dato operativo de la propia agencia.
El primer medio en lanzar el dato en español fue la agencia EFE, posteriormente replicado por otros medios nacionales e internacionales. En ese conversatorio, en el marco de su conferencia en el centro de estudios American Enterprise Institute, Mike Pompeo enumeró algunas de las situaciones en las que el presidente Donald Trump se había mostrado especialmente interesado en los informes de la CIA.
En ese marco decidió nombrar a Venezuela. «El presidente no estaba satisfecho con la descripción de la situación que le habíamos presentado (sobre Venezuela). Quería más claridad en relación con algunos asuntos financieros, como sobre quién tenía el dinero, los acreedores de deuda, los tiempos de pago», contó Pompeo.
Además, el director de la CIA dijo que Trump tenía un especial interés en saber «cómo estaba relacionado» el gobierno de Maduro con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, para así poder tener «una imagen más completa» de la situación venezolana. Como respuesta a los requerimientos del presidente de los EEUU, la CIA elaboró una nueva serie de informes.
«La segunda o tercera batería de sanciones obedecía a nuestras recomendaciones», reconoció Pompeo. Esas «recomendaciones» precisamente llevaron a que Trump firmara el decreto que impone un bloqueo financiero a Venezuela y detrás de cámaras embargos petroleros y sabotajes de compras de bienes y servicios necesarios para el normal desenvolvimiento de la vida económica en el país.
Planteamiento de la CIA contra Venezuela
Durante su presentación, el jefe de la CIA habló de varios casos en los que la CIA trabaja intensamente al lado del Consejo de Seguridad Nacional de Donald Trump, en el que otros actores de peso como H.R. McMaster imponen los lineamientos políticos de la administración.
Fue específico en que una amenaza emergente a la seguridad estadounidense son los «riesgos políticos en América Latina», por lo que la CIA «trabaja diligentemente para resolver los problemas en Venezuela». No asomó más detalles en torno al país. De hecho, la mayoría de la temática asumida en el conversatorio estuvo enfocada en la tensión nuclear con Corea del Norte y los conflictos de Medio Oriente en los que EEUU se encuentra inmerso.
Anteriormente, en julio de 2017, Pompeo declaró en el Foro de Seguridad del Aspen Institute que la CIA trabajaba coordinadamente con los gobiernos de México y Colombia para un cambio de régimen en Venezuela. Un mes después, en una entrevista con Fox News, dijo que «Venezuela podría convertirse en un riesgo para EEUU. Los cubanos están allí; los rusos están allí; los iraníes y Hezbolá están allí».
Lo que colude con lo que dijo en el foro de American Enterprise Institute, donde fue bastante expresivo al afirmar que las nuevas amenazas a enfrentar son sobre todo actores no-estatales, y nombró a Hezbolá, al-Qaeda (organización que EEUU apoya de manera encubierta) y WikiLeaks.
Los medios internacionales que responden a las matrices del Departamento de Estado y las agencias de inteligencia estadounidenses venden el relato de que Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y otros dirigentes chavistas forman parte de un cártel de narcotraficantes corruptos enquistados en el poder ejecutivo venezolano, que reprime y viola los más fundamentales derechos humanos y democráticos. Esto sin prueba alguna y manipulando hechos e indicios que apuntaran directamente al Gobierno Bolivariano como parte estratégica de la operación de cambio de régimen que intentan ciertos poderes occidentales aplicar en Venezuela.
Tal vez por ello fue bienvenida la asistencia y participación como asistente al foro con el jefe de la CIA de Roger Noriega, que apoyó a la Contra nicaragüense con armas gracias al tráfico de drogas en la década de 1980, puesto que este ex diplomático del gobierno de George W. Bush, quien tiene años intentando crear un consenso dentro del establishment estadounidense para atacar con más agresividad a Venezuela, preguntó a Pompeo si la CIA posee información puntual sobre las organizaciones criminales transnacionales, sobre todo grandes carteles de estupefacientes ilegales, que influyen «en la destrucción de Venezuela», refiriéndose por inferencia al chavismo.
Noriega también mencionó que era importante conocer la raíz de las redes financieras por las que supuestamente canalizan el dinero el «régimen de Maduro», pues uno de los objetivos de los EEUU -a su juicio- tiene que ser la recuperación de activos, unos 350 mil millones de dólares (un número claramente especulativo), «para devolvérselos al pueblo de Venezuela».
Ante la participación de uno de los protagonistas del célebre caso Irán-Contra, destapado por el periodista Gary Webb, en el que la CIA también estaba involucrado, Pompeo respondió que no tenían esa información «al nivel necesario», sin embargo siguen trabajando en ello para poder cumplir con las expectativas señaladas por Noriega.
Más allá de todo el prontuario que la CIA tiene en su historial de injerencias, terrorismo, asesinatos, a la vista saltan dos datos en torno a la agencia de espionaje estadounidense: 1) Mike Pompeo forma parte del equipo de confianza de Donald Trump, quien intenta atraer las acciones y planes de la CIA a su resguardo en miras a la estrategia de política exterior de su administración (según analistas como Thierry Meyssan); y 2) a diferencia de las décadas pasadas, la CIA ya no encubre sus operaciones sino que emite, a través de su vocería principal, los planteamientos en curso sobre asuntos de interés estratégico para el gobierno de los EEUU.
Venezuela está en la mira de la CIA, y hace todo lo posible para crear las condiciones que posibiliten un cambio de régimen en un contexto donde los interlocutores locales (la oposición venezolana) se encuentran divididos y debilitados en el campo político y electoral, sin ninguna fuerza que imponer al chavismo. Por ello EEUU toma las cartas de sus asuntos, desplaza al antichavismo interno y opera a la vista de todos con el fin de caotizar el país vía asfixia económica y financiera, con miras a un derrocamiento del Gobierno de Nicolás Maduro.