Resulta hasta repulsivo que La Prensa, en complicidad con sus secuaces como el MRS, el FAD y las ONG opositoras, quieran dar lecciones de moralidad y lucha anticorrupción usando como ejemplo a “personajes” como el senador EU, Robert (Bob) Menéndez, quien precisamente fue enjuiciado por corrupción en el 2017, pero quedó en libertad porque sospechosamente el jurado se puso de acuerdo en el veredicto, por lo que se declaró nulo.
Resulta que el “prestigioso” senador por Nueva Jersey, Bob Menéndez, fue llevado a juicio en septiembre del año pasado por el delito de corrupción, cargo por el que estuvo a punto de ir a prisión, ya que los fiscales federales lo señalaron de utilizar sus funciones para defender los intereses de su rico amigo Salomon Melgen, oftalmólogo y hombre de negocios de Florida, a cambio de regalos y donaciones políticas.
La Fiscalía tenía 18 cargos, entre ellos sobornos recibidos, fraudes y conspiración para delinquir, correspondientes entre el 2006 y el 2013, período en que Menéndez se habría beneficiado de numerosos vuelos gratuitos en avionetas privadas, del préstamo de una casa en República Dominicana, de tres noches en el lujoso hotel Park Hyatt Paris, de cenas, de partidos de golf… y de más de 750 mil dólares en donaciones de campaña.
A cambio, el senador ayudó a Melgen para que su compañía de control de mercancías ganara un contrato con la aduana de República Dominicana, intervino para que novias brasileñas, dominicanas y ucranianas del doctor obtuvieran visas estadounidenses, y colaboró para solucionar un litigio con el ministerio de Salud. El proceso busca probar que las ayudas del senador cayeron en el marco de la corrupción y no resultaban solo de la relación de amistad entre los dos hombres.
Con una total falta de vergüenza y sin el menor asomo de sonrojo, Menéndez esgrimió en su defensa que “los favores fueron muy parecidos a los casos del exgobernador de Virginia Bob McDonnel y el expresidente de la Asamblea Legislativa de Nueva York, Sheldon Silver, cuyas propias declaraciones de culpabilidad terminaron siendo anuladas.
Debido a la gran expectación causada por el cargo del indiciado, este caso tuvo un alto perfil, además se estaba poniendo a prueba la capacidad de los fiscales federales para enjuiciar funcionarios electos por sobornos, después que la Corte Suprema de Justicia de los EEUU había “achicado” un año antes las posibilidades para que personajes de esta índole pudiera asumir tales cargos.
Sin embargo, el sistema jurídico y político estadounidense no podía quedar en evidencia ante la sociedad y el juicio fue declarado nulo, luego que en dos ocasiones de debates por parte del jurado, sospechosamente no se pudo coincidir en un veredicto, por lo que al juez que llevó el proceso judicial “no le quedó otra opción” que declararlo nulo.
Y es que las “travesuras” de Menéndez iniciaron desde muy temprana edad, comenzó a trabajar como ayudante del alcalde de Union City, William Musto, con quien desarrolló una profunda amistad. Tan intensa que muchos decían que Musto era como un padre para él. Parece que, al pasar el tiempo, las cosas no le fueron muy bien al alcalde y a sus ayudantes, ya que estaban enredados, hasta el cuello, en problemas de corrupción y gansterismo.
En el juicio que se llevó a cabo en contra de Musto, la estrella de los testigos en su contra fue, nada más y nada menos, que el controversial Menéndez. ¿Qué le habrán ofrecido los agentes federales a Bob para que testificara en contra de su protector y guía? Lo más probable es que fuera inmunidad, Menéndez tiene que haber sabido mucho como para ayudar a que su jefe fuese a parar con sus huesos en la cárcel.
Conociendo como se conoce ahora que el personaje no es ningún santo varón, no hay quien pueda creer que sirvió como testigo solamente porque quería acabar con la corrupción en su ciudad. Por aquella época se corrió el rumor de que el hoy senador estaba metido hasta el cuello en las acciones del alcalde y que para poder salvarse de parar tras las rejas, le tocó hacer el papel de Judas en la obra teatral de Nueva Jersey.
Cuatro años después del juicio, Bob Menéndez fue electo alcalde de Union City. Si era verdad que estaba enredado en la corrupción y el gansterismo, fue algo así como haber nombrado al conde Drácula administrador de un banco de sangre. Aunque nunca fue acusado formalmente por la justicia, mucho se hablaba y se comentaba por aquel tiempo sobre Menéndez y sus oscuras relaciones.
Lo cierto es que a este hombre, mientras ha ido pasando de cargo en cargo, siempre se le ha visto relacionado con algún escándalo. Hay que recordar aquello que dice que cuando el río suena, es porque piedras trae. El último de los escándalos que ha salido a luz pública, fue por el que se le llevó a juicio con 18 cargos, pero del que se libró muy a su estilo por puros tecnicismos jurídicos, dejando en alto su “prestigio y ejemplaridad”, con las que hoy alardean La Prensa y sus secuaces.