La ONG pro gringa, Amnistía Internacional (AI), ha dedicado en las últimas fechas su atención a Nicaragua intentando derrumbar con datos magnificados y percepción malintencionada, el clima de seguridad que propios y extraños alaban en nuestro país y que se respira ampliamente en las calles de todas las ciudades.
No nos meteremos con los países vecinos –incluyendo a Costa Rica-, que nos superan pródigamente en inseguridad y violencia en todos los sentidos, sobre todo en el que ahora está de moda: la violencia hacia las mujeres.
A ninguno le dedica AI tantos calificativos como a Nicaragua. ¿Por qué no se pronuncia con tanta contundencia en contra de Estados Unidos, donde residen muchos de sus “donantes” compuestos por recalcitrantes ultraderechistas?
Violencia y horror son lo más común
En 2016, Estados Unidos registró 17,250 asesinatos. Así, a secas, en un país donde pululan los enajenados por las guerras que impulsan en naciones que no les han hecho ningún daño, y los temidos asesinos seriales y masivos; los primeros especializados en matar mujeres y los segundos expertos en masacrar a inocentes estudiantes.
Entre los 17,250 asesinatos de 2016, no hay todavía datos sobre las mujeres masacradas por sus cónyuges o parientes, aunque sí se conocen los de 2015, en los que se reconoce que 1,600 mujeres perdieron la vida a manos de hombres cercanos a su entorno familiar.
No se incluyen los casos de los frecuentes y promocionados asesinos en serie, ni los de mujeres ultimadas por hombres no relacionados sentimentalmente con las víctimas.
Miedo selectivo
Tampoco Amnistía Internacional se molesta en analizar al sanguinario sistema estatal estadounidense, aunque sí se apresura a señalar que en Nicaragua los femicidios son “cada vez más brutales”.
¿En qué se distinguen los bárbaros asesinatos cometidos por hombres contra mujeres en Nicaragua a los de Estados Unidos u otros países? ¿No es suficiente para estremecerse y hasta horrorizarse el crimen sangriento cometido contra cualquier ser humano en cualquier parte del mundo?
AI se ha montado en la campaña malvada de grupos feministas de Nicaragua, cuyos interesados ojos pronto tratarán de ligar con el femicidio hasta los atropellamientos en las calles en los que participe un varón en contra de una mujer. Aunque suene exagerado, solo tratamos de dimensionar la demencia de las señoras que encabezan aquí una lucha anti hombres combinada con odio político hacia el partido en el poder.
Fuentes locales son conocidas
¿Cuál es la fuente de AI? El oenegé opositor Católicas por el Derecho a Decidir, que contabilizó 55 femicidios en 2017, pero cuyas lideresas brindan charlas a grupos desafectos al gobierno, en los que elevan descaradamente esas cifras arguyendo que no todos los casos que ellas ven como crímenes expresos contra mujeres, son tipificados como tales por las autoridades.
A fin de pintar un panorama desolador en el país, Amnistía Internacional “denuncia” que “persiste la impunidad por delitos tales como homicidios, violaciones, secuestros, desapariciones forzadas, amenazas de muerte y desplazamientos forzados de pueblos indígenas en la Región Autónoma del Caribe Norte”.
Cualquier parecido con los “informes” del CENIDH, CPDH, ANPDH y demás traficantes de los derechos humanos, no es ninguna coincidencia. Esos datos son entregados a AI y otros ONG foráneos por los oenegés opositores de Nicaragua, entre los que se cuentan los antes señalados.
¿No les duele el exterminio masivo?
Pero volvamos con Amnistía Internacional y Estados Unidos. ¿Dónde están las críticas por los millones de muertos en las guerras impulsadas por el imperio del norte en contra de países que considera alejados de su esfera de influencia o porque busca adueñarse de sus recursos naturales?
Los miles de niños, mujeres y jóvenes asesinados en Nicaragua en la década de los 80 del siglo pasado. Los centenares de miles de muertos por las bombas de Hiroshima y Nagasaki; las víctimas de Vietnam, de Cuba, Dominicana, Guatemala, El Salvador, Panamá, Irak, México, Puerto Rico, y muchos etc.
¿Cuándo pedirá Amnistía Internacional a los Estados Unidos que cese la matanza –esa sí horrorosa- por los cuatro puntos cardinales del planeta?
Cómplices del genocidio y la barbarie
Lo que conocemos de Amnistía Internacional en relación a las intervenciones militares sangrientas de Estados Unidos, es su silencio ante la declaración de Madeleine Albright, ex embajadora gringa ante la ONU, quien en 1996 justificó la muerte de medio millón de niños iraquíes como consecuencia de la guerra y el embargo, alegando que es “una elección difícil, pero creemos que vale la pena este precio”.
En tanto, en Afganistán, Amnistía Internacional justificó la matanza de la OTAN alegando que eso había permitido el ingreso de tres mil niñas a la escuela. No mencionó que muchos miles de personas, incluyendo a niñas y niños, fueron salvajemente asesinados por las balas y bombas de Estados Unidos y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Como se aprecia, AI no se diferencia mucho de sus aliados y fuentes en Nicaragua. Ven “brutal” el quitar una vida con arma blanca, como efectivamente lo es, pero ven “normal” que en su mecenas del norte más de tres decenas de vidas sean masacradas anualmente, con prolijas balas.
No debemos alarmarnos por eso de que, así como la oposición nicaragüense pide a gritos la injerencia norteamericana en Nicaragua, Amnistía Internacional se sume a la farsa montada por la ultraderecha mundial a fin de castigar a un pueblo como el nuestro, que solo trata de mantener su dignidad no doblando la cerviz ante los que nos han hecho tanto daño. Son zorros del mismo piñal y obedecen al mismo amo.