Gina Haspel promete abandonar el programa de torturas

Gina Haspel se somete a la confirmación de su candidatura para ponerse al frente del servicio de inteligencia de EE.UU. en el Senado.

 

La controvertida candidata de Donald Trump para dirigir la CIA , Gina Haspel, se comprometió este miércoles a no reanudar el programa de torturas que la agencia puso en marcha tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y en los que ella misma participó en una prisión secreta en Tailandia. Haspel hizo estas declaraciones en el comité de inteligencia del Senado, que examina su candidatura para dirigir la CIA. “Entiendo que mucha gente en el país quiera conocer mis posiciones acerca del anterior programa de detención e interrogatorios de la CIA”, dijo Haspel.

Lo que más preocupa a los senadores es el papel que Haspel tuvo en 2002 cuando se encargó de supervisar una cárcel secreta que la CIA tenía en Tailandia y donde fueron interrogados dos sujetos acusados de pertenecer a Al Qaeda: Abu Zubaida y Abd al Rahim al Nashiri.

Abu Zubaida fue interrogado antes de que Haspel se hiciera cargo de la cárcel y fue sometido 83 veces a la técnica de ahogamiento simulado o submarino, que consiste en verter agua sobre el rostro cubierto con una tela para provocar la sensación de asfixia al interrogado. Mientras tanto, con Haspel ya al frente de la cárcel de Tailandia, al Nashiri sufrió tres veces esa práctica, según informes hechos públicos por el Congreso.

El programa de tortura sistemática de detenidos que se elaboró entonces se conocía con el eufemismo de “técnicas mejoradas de interrogatorio” y fue empleado tanto por la CIA como la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) o las Fuerzas Armadas de EE.UU. contra prisioneros sospechosos de pertenecer a Al Qaeda en cárceles como las de Guantánamo o Abu Ghraib durante el mandato de George W. Bush.

Además de la técnica conocida en inglés como waterboarding, y considerada por el Derecho Internacional como un acto de tortura; los servicios de inteligencia de Estados Unidos son sospechosos de haber empleado otras severas formas de interrogatorio que se endurecieron con el pretexto de luchar contra el terrorismo internacional.

Entre los métodos se encontraban la alimentación rectal, la privación del sueño hasta alcanzar la alucinación, la obligación de mantener posiciones dolorosas, algunas de ellas, contra muros; las inmovilizaciones corporales, el confinamiento en espacios pequeños, las humillaciones sexuales, la exposición a calor o frío extremos y todo tipo de amenazas que incluían la degollación o el abuso sexual a familiares, entre otras.

Teoréticamente, las técnicas de tortura de la CIA fueron prohibidas en 2009 por el entonces presidente Barack Obama y el Congreso legisló en contra de esos métodos en 2015. En 2014, un informe del Senado concluía que dichas técnicas se demostraron inefectivas para obtener la cooperación de los detenidos.

Pocos días después de jurar el cargo de presidente de EE.UU., Donald Trump aseguraba que creía realmente que el waterboarding funcionaba como técnica de interrogatorio. Aunque el mandatario se echo después para atrás, cuando algunos especialistas le hicieron saber que existían informes que demostraban lo contrario.

Ahora la candidata a dirigir la CIA se compromete a mantener a la Agencia alejada de los métodos de tortura. Haspel, que ha trabajado durante 33 años como agente encubierto, afirmó: “Tengo -continuó- una opinión sobre este tema y quiero ser muy clara. Habiendo servido en esos tiempos turbulentos, puedo ofrecerles mi compromiso personal, claro y sin reservas, de que bajo mi dirección, la CIA no reanudará tal programa de detención e interrogatorio”.

La CIA cerró la prisión de Tailandia en 2002 y Haspel pasó a trabajar para José Rodríguez, director de los Servicios Clandestinos de la agencia de inteligencia.

En 2005, a petición de Haspel y sin el visto bueno de la Casa Blanca, Rodríguez ordenó la destrucción de las 92 cintas de vídeo en las que se documentaron las torturas a los dos supuestos terroristas de Al Qaeda al considerar que podrían poner en peligro a los agentes que habían efectuado los interrogatorios.

Haspel ha sido criticada duramente por la destrucción de esas cintas, aunque el mes pasado la CIA publicó un informe de 2011 en el que se eximía a la agente de cualquier responsabilidad.

“No permitiría a la CIA llevar a cabo ninguna actividad inmoral, incluso si fuera técnicamente legal, no lo permitiría. La CIA debe emprender actividades coherentes con los valores estadounidenses”, aseguró Haspel, quien reafirmó su compromiso con el “código moral más estricto” adoptado en los últimos años por Estados Unidos. “No reanudaré bajo ninguna circunstancia el programa de interrogatorios de la CIA, bajo ninguna circunstancia”, prometió.

Sin embargo, Trump defendió su efectividad durante la campaña electoral para extraer información a los detenidos. “La CIA ha aprendido algunas lecciones difíciles”, reconoció hoy Haspel, quien consideró que “no hay mejor muestra de las lecciones aprendidas” que la decisión de acabar con el programa de torturas.

Para defenderse de las críticas de los senadores, les recordó cómo tuvo que “dormir en el suelo” en algunas bases militares, las dificultades a las que se enfrentó como mujer y algunas de sus misiones más peligrosas, por ejemplo como agente encubierto en Etiopía y Turquía durante la Guerra Fría.

“Después del 11 de septiembre no me senté detrás de un escritorio, di un paso al frente. No me quedé al margen. Estuve en el frente de batalla en la Guerra Fría, estuve en el frente de batalla en la lucha contra Al Qaeda”, aseveró Haspel, en un momento de especial tensión.

“Para mí, la tragedia -continuó- es que la polémica que rodea al programa de interrogatorios haya acabado por sembrar una duda en lo que ha sido una gran contribución para proteger el país”.

Pese a su firmeza, Haspel se enfrenta a una confirmación difícil, puesto que los republicanos del Senado tienen una estrecha mayoría de 51 escaños frente a 49 demócratas, y algunos senadores republicanos, como Rand Paul, ya han anunciado que votarán en su contra por su papel en los interrogatorios.

Haspel comenzó a trabajar en la CIA en 1985 y lidera la agencia de manera interina desde el nombramiento como secretario de Estado de Mike Pompeo, que dirigió la agencia durante quince meses, mientras ella ocupaba el puesto de “número dos”. De 61 años y nacida en Kentucky, Haspel se describió como una “estadounidense de clase media” que no tiene “una cuenta en las redes sociales”.

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