El sicariato no aparece en el manual de Gene Sharp y su “golpe suave”, pero sí en el de Pablo Escobar, maestro del narcotráfico. Y ahora en el manual del MRS, sus ONG opositoras y demás organizaciones involucradas en el fracasado golpe de Estado en Nicaragua.
Los asesinos a sueldo tienen como principal misión eliminar policías y aquellas personas consideradas enemigas por sus patrones. Sus implementos de trabajo son simples, pero terriblemente efectivos: una pistola y una buena paga o prebendas.
Su misión es sembrar el terror y disuadir a los que “molestan” a sus dueños, ya que generalmente no pueden asesinarlos a todos. La orden de matar proviene de sus jefes y debe ser cumplida al costo que sea. Atacan a traición, usualmente por la espalda.
Son los gatilleros de la mafia y de los poderosos. Los encargados de ejecutar las venganzas que sus patrones no se atreven a realizar personalmente.
La palabra “sicario” es sinónimo de “asesino a sueldo” y en las últimas décadas fue puesta de moda por el colombiano Pablo Escobar, tanto, que en dicho país prácticamente existe el verbo “sicariar” a fin de explicar mejor los crímenes de los pistoleros del narcotráfico y de algunos políticos como el expresidente Álvaro Uribe.
Los recientes ataques a policías –uno en el sector de Portezuelo y otro en el barrio San José Oriental, ambos en Managua-, dejan claro que los frustrados golpistas están decididos a sembrar el territorio nacional de cadáveres y en particular de agentes del orden.
La respuesta efectiva de nuestros jóvenes policías en contra de las acciones desestabilizadoras de los golpistas, los ha convertido en blanco de su venganza. Sin embargo, no es un fenómeno que surgió de repente.
El MRS y sus ONG, sobre todo las que dicen defender los derechos humanos, desde hace varios años echaron a andar una inmensa campaña de desprestigio en contra de la Policía Nacional, sus mandos y sus agentes.
Lo hemos dicho en ocasiones anteriores. Pese a que gracias a nuestras fuerzas del orden nos convertimos en el país más seguro de Centroamérica y uno de los más seguros de América Latina, los golpistas en ciernes presentaban a la Policía como peor que la guardia somocista, cuyas brutalidades llegaron a horrorizar al mundo entero.
Fue una campaña sistemática que empezó por denigrar a los agentes de Tránsito aprovechando los abusos cometidos por algunos de sus miembros, mismos que fueron magnificados. Nada de lo que hacían les parecía bueno.
Las ansias de “sicariar”, para decirlo a la colombiana, no son exclusivas del MRS y sus ONG, sino que han alcanzado a algunos obispos como Abelardo Mata, quien amenazó la existencia del presidente Daniel Ortega y su familia, pese a que lo hizo en tono de “perdona vidas”.
Siguiendo con el verbo colombiano, el “sicariado” ha alcanzado además a militantes y simpatizantes del FSLN, lo mismo que a empleados del gobierno. Y hay miles en “capilla” en las redes sociales por el delito de exponer sus ideas sandinistas y el deseo de vivir en paz.
Muchos de los asesinatos se han cometido aprovechando el acuartelamiento de la Policía exigido por los señores obispos como condición para el diálogo, mismo que truncaron al mostrarse abiertamente en el bando de los golpistas, pretendiendo la dimisión del mandatario nicaragüense.
Así que a las calumnias, las “fake news”, el odio irracional, las torturas, las vejaciones y humillaciones, hay que agregarle ahora el sicariato como una de las recetas para el golpe de Estado. En definitiva, si se los permiten, están dispuestos a destruir el país.