¿Por qué el MRS y sus comparsas golpistas están pidiendo, a gritos, una intervención armada norteamericana? Simple: con el intento de golpe fallido volvieron a comprobar que no tienen pueblo que los siga.
Si la población de Nicaragua quisiera que el comandante Daniel Ortega deje el poder, los habría acompañado sin importar las consecuencias, a como ocurrió en la insurrección de 1979, cuando todos nos levantamos en contra de la dictadura somocista.
Y Somoza Debayle se fue por eso mismo. No hubo pueblo que se alzara en su favor cuando los comandos mal armados del FSLN, acompañados por la gente humilde de los barrios, se tomaron las calles de la mayoría de ciudades importantes del país.
En los más de dos meses que duró el levantamiento armado en contra del dictador, nadie recibió paga por estar en las barricadas y menos por combatir contra la genocida Guardia Nacional somocista. Fue algo espontáneo que los golpistas intentaron recrear a partir del 18 de abril pasado, con estrepitoso fracaso.
En esta ocasión el pueblo se manifestó a favor del mandatario asediado por grupos mafiosos compuestos por líderes de distintas facciones políticas, empresarios, medios de comunicación y algunos obispos pagados por sectores ultraderechistas del gobierno de Estados Unidos.
Saben que no tienen pueblo, por eso están pidiendo una intervención norteamericana, pero antes, consideran que faltan 400 0 500 muertos más. No importa de qué bando sean, si a fin de cuentas han demostrado el poco aprecio que tienen por la vida humana.
Los gringos no cuentan en esta ocasión con rescoldos de la guardia genocida de Somoza para armar otro ejército mercenario como el de la Contra, por lo que insistirán en el “golpe suave”, aunque aquí el sandinismo ya sabe cómo derrotar esa variante guerrerista.
EL MRS, principal cabecilla de la fracasada aventura golpista, está arrinconado, sin dinero para pagar a los tranquistas ni a los azuzadores en las redes sociales, por lo que ha vuelto a echar mano de sus ONG de “derechos humanos”, CENIDH, CPDH y ANPDH, para mantener la atención sobre su movimiento, alegando ahora que los delincuentes y asesinos en poder de las autoridades, son “prisioneros políticos”.
Es fácil adivinar que por ahí viene la nueva ofensiva local e internacional. La octogenaria Vilma Núñez, del CENIDH, provee como siempre insumos y justificaciones a sus aprovisionadores extranjeros para que impulsen acciones dañinas en contra del pueblo nicaragüense.
“Hay 500 presos políticos”, dijo, alentada quizás por el anuncio de una nueva remesa norteamericana para los golpistas, de US$ 1.5 millones. Lo mismo parece haber hecho levantar la cabeza a otra momia oportunista como Oscar René Vargas, quien “jocha” a inexistentes legiones antisandinistas, a llegar hasta la vivienda del presidente Daniel Ortega a sacarlo y lincharlo junto a su familia.
Vargas, otrora un furibundo sandinista al igual que Núñez, habla con total desprecio de la vida y señala que no importa que mueran centenares de personas con tal de hacer valer su dicho ante La Prensa hace dos años, de que la Revolución Popular Sandinista se acabó en 1990.
Pero ha sido todo lo contrario. El sandinismo amenazado reaccionó disciplinadamente y en el momento justo, después de la proverbial paciencia del líder máximo Daniel Ortega, que realizó llamados al diálogo y a desmontar los tranques de la muerte, sin ser oído por quienes pensaron que lo tenían derrotado y a punto de huir del país, dejando atrás a sus seguidores.
La respuesta contundente de las autoridades policiales, en obediencia al mandato constitucional, sumado al apoyo del pueblo sandinista que tiene todo el derecho a defender sus conquistas, dieron rápida cuenta del intento golpista, dejando a los cabecillas implorando masacres internas y exterminación masiva de parte de fuerzas foráneas invasoras.
Así están las cosas actualmente. No entienden que el pueblo desea vivir en paz, incluyendo a la mayoría de confundidos, oportunistas y traidores que los siguieron en las primeras marchas.
Basta darse una vuelta por las calles, mercados, centros comerciales, parques y demás centros públicos, para darse cuenta de que los nicaragüenses hemos retomado nuestro diario trajín, pese a la oposición de los líderes golpistas, que sinceramente, ignoramos por qué no han sido detenidos para que paguen por sus crímenes.