El acoso de los medios de comunicación españoles hacia los líderes del Partido Podemos, ha tenido su medio vuelto con la respuesta de los tuiteros, que de inmediato han puesto en su lugar a quienes aprovechan la parcialidad de los dueños de los grandes diarios y televisoras hispanas.
Podemos ha sido satanizado en España por sus asustados rivales, que ven el crecimiento exponencial de sus seguidores y temen la instauración de un régimen de izquierda que la ultraderecha teme sea parecido al socialismo del siglo XXI de los países del Alba en América Latina.
Los seguidores de Pablo Iglesias, el principal líder de Podemos, jóvenes en su mayoría, han sido descritos como portadores de computadoras que utilizan como la principal arma para poner equilibrio al dominio mediático de la derecha española, acostumbrada a tener siempre la última palabra a través de sus órganos de difusión.
Medios como ABC han publicado las quejas de la diputada del Partido Popular (PP), Arenales Serrano, quien rogó en directo a la “jauría”, como titula despectivamente el rotativo, que dejaran de enviarle a su cuenta de Twitter mensajes que la ofendían, entre los que se contaban algunos que le deseaban un accidente de tránsito.
Serrano había tenido un rifirrafe con el secretario de Participación Interna de Podemos, Luis Alegre, y aunque ABC no dice qué le dijo la señora Serrano a Alegre, la respuesta de los defensores del acosado partido de las masas no “alegró” mucho a la ofensora.
“Siempre que voy a un plató y hay un representante de Podemos sucede lo mismo”, dijo Serrano a inicios de febrero, tras recordar que los líderes del Partido Podemos acuden siempre a las televisiones escoltados por “un séquito” bien provisto de ordenadores. Desde ellos, sin salir de una habitación, movilizan las redes sociales y, a menudo, las incendian.
En todas las entrevistas que hemos logrado ver en las cadenas de televisión españolas o leído en los grandes diarios, se trata siempre de acorralar y descalificar a Pablo Iglesias, a los otros líderes de Podemos y a sus seguidores.
En diciembre de 2014, reseña ABC, durante la entrevista que TVE le hizo a Iglesias, el periodista Sergio Martín le dijo: «hoy han salido varios etarras de las cárceles, estarás de enhorabuena», lo que fue replicado de inmediato por los tuiteros simpatizantes de Podemos, quienes resaltaron la increíble posición del conductor del programa.
La respuesta de los jóvenes de Podemos en las redes sociales tuvo tal impacto, que la cadena televisiva se vio obligada a reconocer que a Marín, a quien había apoyado en un inicio, se le “había pasado la mano” con el tono de la pregunta. Muchos demandaron su destitución.
“No se trata tanto de que Podemos orqueste una respuesta contra quienes les critican como que sus reacciones hacen reaccionar a los demás, como una bola de nieve”, explica Manuel Moreno, experto en redes sociales y autor de «El gran libro del community manager», que destaca que el perfil de los seguidores de la formación de Iglesias es de personas “más combativas”, y si un asunto referido a Podemos les inquieta o les preocupa, lo comparten de forma espontánea.
A juicio de Moreno, citado por ABC, la onda expansiva que puede generar un opinión de Podemos o sobre Podemos no es distinta de “la que hay cuando un famoso mete la pata”. La anécdota de David Bisbal defendiendo vía twitter el turismo en las pirámides en plena Primavera Árabe es un paradigma.
El análisis de la catedrática de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Edurne Uriarte, es otro. Enfatiza la necesidad de zanjar primero que Podemos es “un grupo de extrema izquierda” de “nspiración bolivariana” que, por tanto, “tiene enormes problemas de tolerancia y respeto a la libertad de expresión”.
El acoso a los líderes de Podemos es rebajado por ABC y los grandes medios españoles al nivel de simples “críticas”, lo que no es nada nuevo en España ni en otros países del mundo donde algunos medios de comunicación –como el caso de Nicaragua-, se erigen en “repúblicas de papel” con patente de corso para decir lo que les da la gana, arrogándose además el derecho de la impunidad.
¡Bien por los tuiteros españoles!