Primero el agradecimiento por haber aceptado trabajar a su lado para “salvar a Nicaragua”. Poco después, la reprimenda por no saber hacer las cosas tal y como se las encomendó.
El Ing. Enrique Bolaños, vicepresidente durante el gobierno del Dr. Arnoldo Alemán, se hartaba rápido de sus asistentes personales y como carecía del valor para despedirlos, los iba amontonando en derredor suyo como una especie de trofeos vergonzosos.
Patrick Bolaños, su sobrino; un tal Orlando y Gerónimo Giusto. Antes había fracasado en el mismo empeño y cargo Fausto Carcabelos, a quien había pasado como Administrador de la Vicepresidencia.
La opinión de Bolaños sobre el grupo era algo así como que entre todos, no hacían uno.
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