Vía Crucis y Avaricia cuentan cómo se manejan las propiedades inmobiliarias, cómo viven y viajan los cardenales y cuánto ganan los entes como la farmacia, la tabaquería y las estaciones de servicio que existen dentro de los muros vaticanos.
Los dos libros sobre las actividades económicas del Vaticano publicados en Italia esta semana –bautizados por algunos como el segundo Vatileaks– desencadenaron no pocas preguntas y cuestionamientos en todos los niveles de la Iglesia y también fuera de ella. Via Crucis del periodista televisivo Gianluigi Nuzzi y Avaricia del periodista de la revista L’Espresso Emiliano Fittipaldi, basándose en fuentes aparentemente fidedignas, cuentan cómo se han manejado propiedades inmobiliarias del Vaticano, cómo viven y cuánto cuestan los viajes de los cardenales y otros miembros de la curia, cuánto ganan los entes como la farmacia, la tabaquería y las estaciones de servicio que existen dentro de los muros vaticanos. La Ciudad del Vaticano es una ciudad-Estado de poco menos de un kilómetro rodeado de murallas. En algunas normas se apoya en la legislación europea, como por ejemplo la vigencia del euro. Pero en muchos otros aspectos tiene sus propias leyes o reglamentos. Los dos libros en realidad, no parecen ser una maniobra contra el papa Francisco pero sí contra la Iglesia que se opone a las reformas y a la transparencia que él impulsa.
Entre las muchas cosas citadas por Nuzzi, aparece una anécdota ocurrida en el Vaticano durante una reunión con los cardenales que Francisco convocó el 3 de julio de 2013 y donde él recordó una experiencia argentina. En ese encuentro les dijo a los cardenales que los costos del Vaticano estaban completamente fuera de todo control y que era necesario estar atentos. Según Nuzzi, el papa Francisco contó en la reunión que una vez, cuando era todavía provincial de los jesuitas, el nuevo ecónomo de la diócesis de Buenos Aires le habló de unas inversiones supuestamente hechas en “un banco serio y honesto”. Según el ecónomo, que hizo algunos controles, el 60 por ciento de esas inversiones habían ido a parar a fábricas de armas.
Esta movida semana para la Santa Sede comenzó con el anuncio el lunes de que un monseñor del Opus Dei, el español Lucio Angel Vallejo Balda, y la laica italiana Immacolata Chaouqui, fueron arrestados por la Justicia vaticana, por haber filtrado documentación reservada presuntamente a los autores de los libros. Ambos acusados formaban parte de la disuelta Cosea, la comisión nombrada por el papa Francisco para asesorarlo sobre la racionalización de gastos y cambios económicos en la Santa Sede.
Nuzzi es conocido a las autoridades vaticanas desde 2012, cuando publicó otro libro –considerado el primer Vatileaks–, sobre asuntos secretos del Vaticano: Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI. Para escribirlo usó el material que le entregó en ese momento el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, luego condenado a un año y medio de cárcel. Ahora, Nuzzi se habría nutrido de los documentos aparentemente filtrados por Vallejo Balda a quien cita 27 veces en su libro.
En la conferencia de prensa de presentación de Via Crucis, Nu- zzi no reveló sin embargo cuáles fueron sus fuentes. Además de transcribir el contenido grabado de una reunión privada del papa, mencionó en el libro que en marzo de 2014 fueron violadas algunas cajas fuertes del archivo de Cosea. El libro refleja de alguna manera una suerte de “guerra” dentro de la curia sobre los cambios queridos por el papa Francisco. ¿Quiénes son los que se oponen? “No tengo una lista de nombres sino de hechos. En el libro ha sido documentada la resistencia de quien está todavía en el poder y defiende su propia huertita”, dijo Nuzzi. “Cuando el papa Francisco fue elegido, ya tenía una fotografía bastante precisa de la situación financiera del Vaticano”, agregó.
Tanto Nuzzi como el libro de Fittipaldi mencionan, entre otras deficiencias de la administración vaticana, los alquileres de los departamentos para los cardenales y miembros de la curia y critican a los cardenales que viajan siempre en los aviones en clase business, cuyo pasaje cuesta cinco veces los de la clase económica. Los cardenales viven en departamentos que van de 150 a 780 metros cuadrados, pagando a menudo sólo los gastos pero no un verdadero alquiler. “El único que vive en 50 metros cuadrados es el papa Francisco”, subrayó Nuzzi, haciendo alusión al pequeño departamento en la Casa Santa Marta donde decidió vivir Francisco, rechazando el departamento principesco que habían ocupado sus predecesores. Uno de los mayores escándalos en este sentido fue el departamento donde se fue a vivir el ex secretario de Estado vaticano y cardenal Tarciso Bertone, aparentemente de unos 700m2. Bertone calificó de “calumnias” las acusaciones diciendo que su departamento tiene sólo 296 m2, que no vive en el lujo, que vive con tres personas que lo ayudan y que la terraza adyacente es de todos los que viven en ese edificio.
Otro aspecto sobre el que Nu- zzi llamó la atención fue sobre el llamado Obolo de San Pedro, es decir las ayudas económicas que los fieles donan al pontífice para su actividad. Según el periodista, “sólo 2 euros de cada 10 recibidos, son destinados a la beneficencia”, mientras lo demás tratan de cubrir las deficiencias del balance de la Santa Sede. Sobre este punto el padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, aclaró que es necesario tener en cuenta que el uso de esos fondos puede ser variado. “Las obras de caridad del Papa son indudablemente uno de los más importantes, pero desde luego los fieles no tienen la intención de excluir que el Papa pueda evaluar por sí mismo las situaciones de emergencia.”
Hablando de su libro, Fittipaldi dijo a la prensa que trató de resumir sus investigaciones sobre las riquezas del Vaticano, una serie de escándalos que no han sido jamás contados, el uso no edificante del dinero por parte de algunos monseñores, cuál es la efectiva propiedad inmobiliaria de la Santa Sede, entre otras cosas.
“El papa Francisco –indicó– es un Papa amadísimo y extraordinario. La revolución de Francisco de crear una Iglesia pobre para los pobres, según lo que yo cuento en el libro, está muy lejos de poder ser una realidad. Porque hay una resistencia extraordinaria de parte de muchos miembros de la Iglesia que no quieren perder sus privilegios. Mi libro no habla de Francisco sino de esa Iglesia que parece muy lejos de lo que piensa el Papa.”
Según Avaricia, el Vaticano tiene unos 4000 millones de euros en propiedades inmobiliarias repartidas por Italia y el mundo pero principalmente en Roma. También, dice el libro, gana varios millones de euros gracias a los negocios que están dentro de los muros: la farmacia, la tabaquería, y la estación de servicio entre ellos. La única farmacia que hay en el Vaticano es frecuentada cada día por casi 2000 clientes y ganó en 2013 unos 32,8 millones de euros, contra los 700.000 que normalmente gana una farmacia italiana en promedio. Pero las cifras más sorprendente se refieren a la tabaquería y a la nafta, productos que se venden libres de los abundantes impuestos que tienen en Italia, y que se supone deberían comprar sólo residentes o empleados del Vaticano. La tabaquería gana unos 10 millones de euros por año, lo que significaría que 3.600 personas de las que tiene derecho, fumarían en promedio dos o tres paquetes de cigarrillos por día todo el año. Esto hace pensar que no sólo vende a los que tienen derecho. Algo parecido pasa con las dos estaciones de servicio que hay dentro de los muros y que ganan 27 millones al año.