Después de Irak y de Siria, Estados Unidos y otros países se plantean la apertura de un nuevo frente, esta vez en Libia, contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), pero una intervención militar en el país africano resulta compleja.
Una intervención militar extranjera es «cada vez más probable», estima Mattia Toaldo, investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Porque la comunidad internacional está muy preocupada por «el fracaso del proceso político y la escalada simultánea de las actividades del EI en Libia».
Quieren intervenir antes de que sea demasiado tarde, es decir, «antes de que el país se convierta en un santuario» para los yihadistas, «antes de que sea extremadamente difícil echarlos», advirtió recientemente un responsable de Defensa estadounidense.
El EI no ha dejado de reforzarse en Libia desde que en junio de 2015 se apoderó de la ciudad de Sirte, a 450 km al este de Trípoli. Se estima que cuenta con entre 3 000 y 5 000 combatientes y que intenta captar a cientos de extranjeros.
«Están aquí, en casi 300 kilómetros lineales de costa, y se extienden. Se encuentran a 350 kilómetros de (la isla italiana de) Lampedusa. Cuando llegue el buen tiempo al Mediterráneo, hay riesgo de paso de combatientes», advirtió el domingo el ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian.
Los países africanos están preocupados además por el avance del EI en el sur, una inmensa zona desértica, por el «peligro» que entraña para Níger y Chad, según el jefe de la misión de la ONU, Martin Kobler.
Los países afirman que no habrá intervención sin un acuerdo político en Libia, o sea sin un gobierno de unidad nacional que solicite ayuda. Entre tanto evalúan las distintas opciones: desde una campaña de bombardeos aéreos en apoyo a las fuerzas libias, como en Irak, o el despliegue de una fuerza terrestre. «Pero esto último parece poco probable» , según Issandr El Amrani, director de África del Norte en el International Crisis Group (ICG).
Para Toaldo, la intervención «sería parecida a la que se lleva a cabo en Siria: bombardeos, drones y algunas fuerzas especiales en el terreno». Estados Unidos envió en los últimos meses expertos para evaluar la situación y establecer contacto con las fuerzas locales. Se trata de ganarse el apoyo de las numerosas milicias que controlan el territorio.
El gobierno reconocido, instalado en Al Bayda (este) solicita además de los ataques aéreos «el levantamiento rápido y sin demora del embargo sobre las armas» impuesto por la ONU desde 2011.
Las fuerzas leales a estas autoridades, que se autodenominan Ejército Nacional Libio (ENL), afirman estar en condiciones de informar a las fuerzas exteriores sobre las posiciones del EI, un factor decisivo para evitar víctimas entre los civiles. No obstante, un apoyo de las autoridades no reconocidas internacionalmente, apoyadas por Fajr Libya, una coalición de milicias (algunas de ellas islamistas), parece incierto, sobre todo si fracasa el acuerdo político auspiciado por la ONU.
La situación en Libia se ha deteriorado considerablemente tras el triunfo de la oposición interna, con el apoyo militar y logístico de EE.UU. y potencias europeas.
A más de cuatro años del asesinato del líder libio, Muamar Gadafi, por parte de los grupos separatistas de ese país apoyados por Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la situación en Libia es ahora devastadora tras los ataques, bombardeos y enfrentamientos continuos luego de la invasión en 2011.
Los años han demostrado que lo planteado en un principio por EE.UU y Europa fueron ofertas engañosas para quienes no seguían al Gobierno de Muamar Gadafi, pues tras su asesinato se han registrado innumerables acciones de carácter terrorista, perjudiciales para la economía y la vida de su pueblo.
Medio millón de desplazados, la división del país entre las facciones que se disputan el poder político en Trípoli (capital) y Tobruk (este), y una economía que, después de haber sido la primera del continente africano con una producción de 1,6 millones de barriles de petróleo diarios, tiene una población empobrecida en estos momentos.