La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, afirmó que la aguda crisis política y económica que sufre el país se debe, en parte, a una oposición que perdió las elecciones y ahora, tras su derrota, quiere adelantar las próximas.
La mandataria sostuvo que si bien es cierto Brasil está pasando por un momento de dificultades, una parte es debida a la sistemática crisis política que provocan aquellos que perdieron las elecciones y no se conforman.
La dignataria volvió a criticar la operación policial mediante la cual su antecesor y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, fue llevado en forma coercitiva a declarar ante la Justicia por asuntos de supuesta corrupción.
Rousseff censuró nuevamente que la Justicia haya trasladado a Lula desde su casa a una comisaría y aseguró que no es posible aceptar ese tratamiento con personas que nunca se reusaron a declarar, como es el caso del expresidente.
Lula es investigado por supuesta ocultación de patrimonio y blanqueo de dinero, aunque la Justicia también intentó determinar si también está incurso en el delito de enriquecimiento ilícito.
De acuerdo a Rousseff, no tenía ningún sentido llevarlo por la fuerza, pues acudió siempre que fue convocado y se trata de una persona que nunca se juzgó mejor que nadie.
También reiteró sus críticas a las filtraciones ilegales, en referencia a documentos sigilosos sobre diversas investigaciones obtenidas por la prensa, que ha anticipado muchas de las acciones que llevan a cabo los tribunales, sobre todo en relación a las averiguaciones sobre las corruptelas en la petrolera estatal Petrobras.
En opinión de Rousseff, muchas veces las “acusaciones” filtradas “no son verdaderas, pero el impacto de lanzar barro a los otros ya ocurrió.