El Gobierno de México negocia la paz social con la facción radical de maestros de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), que lucha en las calles contra la reforma educativa del Ejecutivo de Enrique Peña Nieto. Dos días después de la batalla campal del domingo en el Estado de Oaxaca, que dejó al menos ocho muertos y un centenar de heridos tras un confuso desalojo de una autopista en el que la Policía Federal abrió fuego, la Secretaría de Gobernación ha anunciado que este miércoles el titular del organismo, número uno de la seguridad del Estado, Miguel Ángel Osorio Chong, encabezará una reunión con la CNTE «que permita regresar a la tranquilidad» y «con el objetivo de escuchar los razonamientos de dicha organización».
Después de tres años de agresivos enfrentamientos entre este sector de maestros disidentes, que acumula más de 100.000 agremiados y cuenta con el respaldo de una miríada de organizaciones sociales de los Estados pobres del sur de México, y las autoridades, la escabechina de este fin de semana ha llevado el pulso al extremo y el Gobierno maniobra para tratar de pactar con ellos un panorama sostenible. Partiendo de que el presidente considera prioritaria la reforma, los estrategas de su gabinete tendrán que buscar alguna base de acuerdo con la CNTE, que no se apea de su exigencia de tumbar una ley que en lo esencial, la urgencia de modernizar un sistema anquilosado que lastra la evolución educativa del país, cuenta con un amplio apoyo político y de opinión.
El Gobierno de México negocia la paz social con la facción radical de maestros de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), que lucha en las calles contra la reforma educativa del Ejecutivo de Enrique Peña Nieto. Dos días después de la batalla campal del domingo en el Estado de Oaxaca, que dejó al menos ocho muertos y un centenar de heridos tras un confuso desalojo de una autopista en el que la Policía Federal abrió fuego, la Secretaría de Gobernación ha anunciado que este miércoles el titular del organismo, número uno de la seguridad del Estado, Miguel Ángel Osorio Chong, encabezará una reunión con la CNTE «que permita regresar a la tranquilidad» y «con el objetivo de escuchar los razonamientos de dicha organización».
Después de tres años de agresivos enfrentamientos entre este sector de maestros disidentes, que acumula más de 100.000 agremiados y cuenta con el respaldo de una miríada de organizaciones sociales de los Estados pobres del sur de México, y las autoridades, la escabechina de este fin de semana ha llevado el pulso al extremo y el Gobierno maniobra para tratar de pactar con ellos un panorama sostenible. Partiendo de que el presidente considera prioritaria la reforma, los estrategas de su gabinete tendrán que buscar alguna base de acuerdo con la CNTE, que no se apea de su exigencia de tumbar una ley que en lo esencial, la urgencia de modernizar un sistema anquilosado que lastra la evolución educativa del país, cuenta con un amplio apoyo político y de opinión.
Aurelio Nuño, Secretario de Educación, ha indicado que el propósito del diálogo «será generar condiciones de tranquilidad en Oaxaca». Con sus palabras, Nuño, al que Peña Nieto ha encomendado el reto de mantener con mano firme el desarrollo de la reforma, ha deslindado esta reunión del ámbito de la ley educativa: «La reforma no se detendrá», ha aseverado. El titular de Educación, con todo, ha dejado una ranura abierta a «la posibilidad de que se tenga un diálogo educativo», el terreno en el que la CNTE quiere entrar de lleno y en el que a priori estarían casi condenados a un diálogo de sordos.
La nueva normativa, que regula la libre competencia por las plazas docentes y establece evaluaciones a los profesores, corta de tajo sobre el papel con los viejos mecanismos clientelares del sistema educativo, acunados durante décadas por el propio PRI, el partido del presidente, y socava el poder fáctico de la CNTE en los Estados pobres y marginados del sur de México.
La incógnita de los disparos
Junto al reto político-social, el Gobierno afronta la urgencia de aclarar lo que pasó el domingo. La Policía Federal sostiene que, durante el desalojo de la autopista de Oaxaca, sus agentes abrieron porque primero recibieron disparos de grupos radicales no identificados. Estos grupos siguen siendo un misterio, porque las autoridades no los han vinculado a la CNTE siquiera indirectamente y los maestros no dejan de reiterar que nadie de su movimiento utilizó armas de fuego. La Comisión Nacional de Seguridad ha abierto una investigación interna para revisar la actuación de sus hombres.
El saldo oficial es de ocho muertos, pero la CNTE ha dado los nombres de 10 fallecidos, todos hombres y la mayoría menores de 30 años. Según el Gobierno ninguno de los fallecidos era maestro. La Coordinadora afirma que al menos uno lo era y que los demás eran simpatizantes de su movimiento, además de denunciar la existencia de activistas «desaparecidos» durante el desalojo.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos investiga los hechos y un grupo de obervadores del Alto Comisionado de Naciones Unidas ha llegado a Nochixtlán, el pueblo oaxaqueño que padeció la batalla campal, para recabar testimonios. A las continuadas tormentas sobre Derechos Humanos que han vapuleado al Gobierno de Peña Nieto (Tlatlaya, Apatzingán, Tanhuato, Ayotzinapa), todas ellas rodeadas aún de sombras, se suma otro topónimo de la tragedia: Nochixtlán.