Cada quien con sus demonios personales. Los de los pobres son el hambre y las ansias de una sociedad más justa. Los ricos son tan ociosos y malvados, que ven crecer diablos en todo su entorno, por lo que han intentado incluso conjurarlos a través de bulas y otras prerrogativas logradas gracias a sus influencias económicas.
Al final, no deja de ser oscurantismo del más feo y tenebroso, de ese que pretende calar –y desgraciadamente algunas veces lo logra-, en las mentes sencillas de la gente del pueblo que cree en el Jesucristo libertador, no en el que se la pasa inventando entes infernales para atemorizarlos y someterlos.
Este material, que es parte de las posesiones de Jaime Chamorro Cardenal, fue enviado a Nicaleaks por gente de su entorno que no dejó de comentar el atraso mental de muchos de los seguidores de la secta católica Ciudad de Dios, a la que orgullosamente pertenece gran parte de la oligarquía nicaragüense.
El material, con visos de guión para película de terror, pretende ser aleccionador y manipula o fantasea supuestos hechos de los que no presenta ninguna prueba valedera, más que la retorcida imaginación de presuntos exorcistas (hechiceros modernos) que divagan en torno a enfrentamientos con seres del averno.
Alertamos que este material podría resultar perturbador.
Comunidad Ciudad de Dios
Gonzalo Cardenal
Enero del 2010
El Exorcismo y la Oración de Liberación
Introducción
Decidí hacer esta recopilación de información para nuestros Rectores de Retiros y Directores de Cuartos de Oración, a fin de que tengan un conocimiento más amplio sobre esta actividad que con alguna frecuencia se encuentran en nuestros retiros de Convivencia Cristiana y los afectados les piden les ayuden a liberarse de él.
Debo aclarar que aunque en un tiempo tuvimos la autorización escrita del Cardenal Obando, entonces Arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, para que algunos de nosotros practicara incluso el rito completo del exorcismo oficial del la Iglesia Católica, nosotros nunca lo hemos hecho, limitándonos siempre al uso de la simple Oración de Liberación. De tal manera que cuando nos aparecen casos de clara posesión diabólica, siempre recurrimos a alguno de los sacerdotes debidamente autorizados para ello por el Arzobispo de la arquidiócesis, para que dirigieran el exorcismo.
Poniendo orden
En 1983, el Cardenal Leon-José Suenens de Bélgica, un líder de la Renovación Carismática, escribió un estudio titulado La Renovación y los Poderes de las Tinieblas, en el que reportaba -entre otras cosas- la tendencia de algunos carismáticos de adjudicar a la mayoría de los problemas cotidianos a la acción directa del demonio, reporte que motivó que en 1985, la Congregación de la Doctrina de la Fe, dirigida en ese tiempo por el Cardenal Ratzinger, emitiera unas “Instrucciones para la Oración de Sanación,” ordenando en ellas -tanto a los obispos como a los seglares- que el rito oficial del exorcismo debía ser practicado únicamente por los sacerdotes nominados por el obispo para ese fin.
Capacitación
Sin amargo, con la propagación en los últimos tiempos de las posesiones diabólicas y toda clase de perturbaciones del demonio, y quizás también por el retiro de las prácticas exorcistas de los miembros del movimiento Carismático Católico, el Papa Juan Pablo II pidió a todos los obispos se decidieran a nombrar entre sus sacerdotes a por lo menos un exorcista oficial por cada Diócesis. Pero ante el desconocimiento generalizado en muchos sacerdotes y hasta escepticismo en ellos de la presencia real y tiránica del demonio en las personas, el Papa Benedicto XVI autorizó la creación en Roma de un curso a nivel superior “Exorcismo y Oración de Liberación,” para preparar debidamente a estos sacerdotes, esperando que esta capacitación se multiplicara en todos los demás países.
Este curso “Exorcismo y Oración de Liberación” nació prácticamente del Dr. Giuseppe Ferrari, Secretario Nacional de <Gruppo di Ricerca e Informazione Socio-Religiosa> (GRID), una organización católica de Bologna, Italia, que tiene que ver con cultos y nuevas religiones.
Según el Dr. Ferrari, la idea surgió en el 2003, cuando conoció a un sacerdote de la diócesis de Imola quien le contó que un creciente números de sus colegas clérigos estaban siendo prácticamente arrollados por parroquianos con padecimientos relacionados con lo oculto, quienes o querían abandonar estas prácticas y no podían, o de alguna manera se sentían perturbados por fuerzas demoníacas. Y en muchos casos, los sacerdotes se sentían tan inadecuados para enfrentar la situación que simplemente los regresaban a casa con solo alguno que otro consejo piadoso.
Analizando el Dr. Ferrari cómo la Iglesia nombraba sin capacitar debidamente a los exorcistas, observó lo precaria de la situación, en la que estos prácticamente quedaban abandonados a su propia suerte. La solución era obvia: Era necesario algún tipo de curso a nivel universitario que los entrenara.
El Dr. Ferrari integró entonces a un grupo de colegas, incluyendo algunos profesores de teología, médicos y un exorcista, quienes produjeron un proyecto. Se introduciría a los estudiantes a una amplia variedad de tópicos, históricos, teológicos, sociológicos y médicos, a fin de profundizar sobre los aspectos superficiales y sensacionalistas del exorcismo. El objetivo era sencillo: Suministrar a los sacerdotes el conocimiento necesario para discernir cuando y donde Satanás estaba activo, así como darle, a los pocos que se convertirían en exorcistas, el conocimiento necesario para vencerlo.
¿Pero dónde impartir este curso? Fue cuando el Dr. Ferrari se puso en contacto con el Rector del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, Padre Paolo Scarafoni, y el resto de las piezas calzaron en su lugar. Las clases se organizaron inicialmente para cuatro meses pero en la actualidad en Roma se imparte en un período un poco más extenso.
Este estudio es un resumen de lo más relevante que el curso imparte y algunas experiencias nuestras en Nicaragua.
Forma de actuar del Demonio
La Iglesia Católica enseña que independientemente de cuan superior sea el demonio de los humanos, no deja de ser una criatura finita. No puede -por ejemplo- hacer verdaderos milagros, porque por definición un milagro es algo que sobrepasa el poder de toda creatura creada. Para hacer un milagro se requieren poderes “supernaturales” y Satanás tiene solo poder “sobrenatural.” Puede, sin embargo, producir apariencia de milagro ya que sus poderes le permiten superar los límites de las habilidades humanas.
El demonio también está limitado en su habilidad para conocer los secretos interiores del corazón, un campo estrictamente abierto solo a Dios, quien es conocedor de todo. Sin embargo, de acuerdo a los exorcistas, el demonio puede decir lo que estamos pensando usando sus poderes superiores de observación, así como los médicos obtienen información de la salud de una persona tomándole el pulso.
Este ha de haber sido el caso que presencié orando con el Padre Anítua y Enrique Cardenal por un amigo seriamente perturbado por el demonio desde su infancia, cuando en un momento dado el espíritu dentro de mi amigo comenzó a insultar a Enrique diciéndole que cómo se atrevía a meterse con él alguien que vivía cometiendo tantas faltas y pecados, enumerándonos a continuación una serie de esas supuestas debilidades. Recuerdo que Enrique no se inmutó y siguió orando junto con nosotros con igual fuerza y fe como si nada tuvieran que ver con él. Por la enseñaza de los exorcistas ahora entiendo que seguramente la lista de debilidades que el diablo le atribuyó a Enrique no eran más que deducciones malévolas suyas para distraernos y desviarnos de la pelea.
El demonio tampoco puede adivinar el futuro, pero puede engañar “prediciendo” lo que va a pasar basado en su conocimiento de la naturaleza humana y por el poder que tiene como espíritu.
La segunda limitación en los poderes del demonio viene de la voluntad de Dios. En la tradición de la Iglesia se hace una distinción importante entre la categoría del demonio como un ser inferior creado por Dios y su falsa reputación de “dios del mal” (visión sostenida por muchos cultos satánicos). En consecuencia, la Iglesia Católica enfatiza que aunque el Demonio, por su categoría angélica, tiene más poder que los humanos, no puede hacer nada a menos que Dios lo permita. El libro de Job muestra el hecho de que Dios puede restringir al Demonio: “Dijo Yahveh al Satán: <Ahí tienes todos sus bienes en tus manos. Cuida sólo de no poner tu mano en él.>” (Job 1:12)
Muchos se han preguntado el por qué Dios le permite al demonio perjudicarnos. Esta es una pregunta difícil de responder, pero los teólogos católicos, como Santo Tomás de Aquino, nos explican que Dios le permite actuar de esa manera para convertir el mal en bien.
Generalmente se le ha permitido actuar –según los exorcistas- de dos maneras: ordinaria y extraordinariamente.
La actividad ordinaria del demonio es la tentación, y esta esencialmente no es más que el inducirnos a cometer pecado. Pero a fin de pecar, debemos primero haber realizado que el acto que estamos cometiendo es un mal moral, de lo contrario seríamos culpables solamente de ignorancia y no de pecado.
Es en esta capacidad de tentarnos de ir contra lo bueno de nuestra naturaleza que los exorcistas encuentran más activo al demonio. Sin embargo, los teólogos inmediatamente aclaran que sería un error asumir que todas las tentaciones vienen del demonio. Como dice Santo Tomas de Aquino: “El demonio no es la causa de todo pecado: porque no todos los pecados son cometidos por instigación del demonio, sino que algunos son consecuencia de la libre voluntad y la corrupción de la carne.” Y la Iglesia Católica enseña que el vencer sobre la tentación es una manera normal del alma de fortalecerse en gracia y virtud.
Toda actividad demoníaca que se considere más poderosa que la tentación es “extraordinaria.” En el transcurso de los años, numerosos términos han venido usándose en el campo del exorcismo y la liberación para describir las varias maneras en las que el demonio puede perturbar directamente a la gente. Cuando el nuevo Rito de exorcismo fue promulgado en 1998, la Conferencia de Obispos de Italia le pidió a la Asociación Internacional de Exorcistas que elaboraran una lista de términos que pudieran usarse por todo el mundo, y agruparon la actividad extraordinaria del Demonio en cuatro áreas: (1) Infección, (2) Opresión, (3) Obsesión, y (4) Posesión. Esto es importante para nosotros los seglares para saber cuando se trata de una Posesión, y por lo tanto, debemos abstenernos de orar por la víctima, remitiéndola al sacerdote nombrado por el Obispo para practicar exorcismos.
INFECCIÓN
Infección es la presencia de actividad demoníaca en una ubicación u objeto, como en el caso de una “casa embrujada.” Generalmente estos trastornos tienen muchas causas; como la presencia en ella de una cosa objeto de una maldición; o de haber sido maldecida la propia casa; el haberse usado el local para prácticas de lo oculto; o para actividades criminales de algún tipo: como la prostitución o el expendio de drogas; ritos satánicos; o suicidios.
En estos casos, generalmente los exorcistas, en vez de practicar un exorcismo, solo bendicen la casa o celebran una misa en ella.
Una cosa así nos sucedió cuando un día de tantos nos llamaron de Masatepe porque había una casa donde pasaban cosas raras y los inquilinos no dilataban en ella. Se habían cambiado como tres inquilinos porque decían que la casa estaba embrujada. Fueron con el Padre Anitua, Chale Mántica y su esposa Myriam.
En el momento mismo en que pusieron los pies en la entrada sucedió algo muy divertido: (Los inquilinos habían instalado una ferretería en el zaguán y vendían pinturas) del patio se levantó volando una tapa de las latas de pintura que estaba en el suelo y le fue a pegar en el zapato a un pobre viejito cobrador de la alcaldía. El viejito salió corriendo horrorizado y no creo que regresara a cobrar.
Pasado el incidente, los inquilinos les contaron entonces un montón de historias bastante increíbles, de candelas que se encendían y ardían bajo la lluvia, de floreros que amanecían boca abajo, de sillas volteadas al revés, entre otras cosas.
Lo que sí vieron fue a la cocinera que presentaba claramente marcados en el antebrazo como con fuego todos los dedos de una mano, y esta les dijo que los espíritus inclusive la habían amarrado con una cuerda. Al fin de cuentas, discernieron que el problema no era con las personas, sino que con la casa, por lo que fueron haciendo un recorrido completo en los diferentes cuartos, percibiendo presencias, en algunos, y en otros, sensaciones de frío. Al final oraron por la casa y esta quedó limpia.
Con anterioridad los dueños habían consultado sobre estos fenómenos a un sacerdote y el padre les había dicho que le preguntaran a los Rosacruces que son los que entendían de esas cosas. Llegó un rosacruz y les dijo que los espíritus le habían dicho que si les hacían una fiesta se iban a ir. Cuando llegó el Padre Anitua y mis amigos, con una oracioncita se fueron todos sin necesidad de fiesteritas sino ordenándoles irse, que es lo que el Señor nos mandó hacer.
Son muchos fenómenos de este tipo que ocurren, e incluyen sonidos o ruidos inexplicables, como pasos misteriosos, puertas que se cierran violentamente, carcajadas, gritos; dramática baja de la temperatura del cuarto, o la sensación de un viento helado sin causa aparente; desaparición de objetos que aparecen en otras partes de la casa; la presencia de olores ofensivos; la interrupción de la corriente eléctrica, o el mal funcionamiento de aparatos electrónicos; cuadros que golpean contra la pared o se caen al suelo; puertas y ventanas que se abren o se cierran por sí solas; cubiertos u otros objetos que se levitan y vuelan por el cuarto; presencias extrañas inexplicables, entre otras cosas.
Sobre este tipo de fenómeno de las presencias, recuerdo que un amigo mío con una familia muy santa me llamó un día diciéndome que su hija adolescente no podía dormir porque al acostarse veía y sentía un animal negro en su cama. Era una presencia muy real que no la dejaba dormir. Su padre, inclusive, me relató que una noche lo llamó su hija horrorizada por esta presencia y él pudo constatarla viendo el hueco en la cama dejado por la presencia de alguien en la cama, tocó el hueco y todavía estaba tibio. Oré por liberación y el fenómeno desapareció para siempre.
Ahora pasamos a cosas mucho menos raras y que nos han pasado a casi todos porque están en la línea de las tentaciones.
Las acusaciones del demonio –por ejemplo- son muy frecuentes, sobre todo en la medida en que vamos creciendo en el Señor, porque lo que pretende el demonio es precisamente separarnos de Dios. Acusaciones como: “vos no sos digno,” “con qué cara te através a hablarle a Cristo” son muy frecuentes. Tenía un amigo que cada vez que iba a dar una charla testimonial, se echaba a llorar lleno de desesperación porque el demonio lo atacaba con acusaciones haciéndole creer que Dios no le podía perdonar todos los pecados de su vida pasada.
Existen otras acusaciones o mentiras que también nos conducen a la desesperación, que nos inspiran temor o desconfianza, dudas de toda clase, o escrúpulos. Algunas de las acusaciones pueden parecer más que razonables porque son cieertas. Pero todas tienen en común el que nos alejan de Dios o de los demás. Y esas no pueden nunca proceder del Señor. El demonio es el gran mentiroso y el gran acusador y fue criminal desde el principio, Sus armas son esencialmente la mentira y la acusación, y el principal campo de batalla es siempre nuestra mente.
El demonio también actua en nuestros problemas psicológicos. Por ejemplo, en la incapacidad de concentración, fantasías incontrolables, pensamientos irracionales, autoconmiseración o desprecio extremo, y obscurecimiento mental ante la verdad.
También algunas veces el demonio obstaculiza nuestra evangelización. Lo hemos confirmado miles de veces, cuando en vísperas de un retiro espiritual o algo importante para la extensión del Reino de Dios, todo parece complicarse: el carro no funciona, las llantas se bajan, la mujer se disgusta, el otro se enfermó, etc. Recuerden lo que les dice San Pablo a los de Tesalónica: “Por eso quisimos ir a verlos. Yo mismo, Pablo, lo intenté una y otra vez, pero Satanás nos lo impidió.
OPPRESIÓN
También llamado “ataque físico” frecuentemente toma la forma de golpes propinados al individuo o raspones que inexplicablemente le aparecen en el cuerpo. A algunas personas le aparecen signos y hasta letras en la piel, mientras otros sienten empujones que los lanzan de las escaleras o de la cama con invisible fuerza. La Biblia atestigua de daños físicos como el da la mujer deformada de San Lucas 13:10-16. Frecuentemente estos ataques los padecen personas muy cercanas a Dios, como los santos. Y como aparece en el libro de Job, las victimas de estos ataques muchas veces sufren en su trabajo, salud o relaciones, y el propósito es llevarlas al aislamiento y desesperación para que se alejen de Dios y renieguen de él.
OBSESIÓN
Llamada también, “tentación demoníaca,” se manifiesta por un intenso y persistente ataque en la mente de la victima. Generalmente estos ataques incluyen pensamientos absurdos tan intensos que la victima no puede por sí misma librarse de ellos. Son atormentadas por fijaciones que dominan totalmente sus pensamientos haciendo que crean que se están volviendo locas, produciéndoles sentimientos de tristeza y desesperación. Algunos son pensamientos e impulsos urgiéndole a dañar a otros; y a algunos les hace creer que solo un pacto con Satanás puede sacarlos de sus problemas o traerles el éxito; algunos son pensamientos que los inducen a profanar la Eucaristía, o al suicidio. Frecuentemente esta obsesión afectan también los sueños con pesadillas tan terribles que la victima no quiere ya dormir.
El demonio también actua sobre nuestro cuerpo y algunas enfermedades pueden tener un origen demoníaco, tal como lo vemos en los Evangelios. Es descabellado pensar que Cristo atribuye a los espíritus la causa de esas enfermedades, porque no tuvo la dicha de leer a Pasteur o aprender que las enfermedades son causadas por bacterias, microbios o viruses. Cristo les da a sus discípulops poder para expulsar demonios y para sanar enfermedades, como dos cosas completamente distintas y sin confundir la una con la otra.
En Marcos 7 libera a una niña, pero sana a un sordomudo. En Mateo 4:24, diferencia claramente entre un epiléptico y un endemoniado. Sin embargo en Marcos 9, libera a uno que tiene síntomas de epilepsia, porque su epilepsia es causada por el demonio. Manda al demonio salir fuera y el epiléptico queda curado.
Muchos en la Ciudad de Dios hemos sido testigos de esta realidad del demonio como causa de un mal físico. Chale Mántica lo constató en un caso muy serio de obsesión diabólica aquí en Managua. En aquel entonces él era el Presidente del Consejo de la Renovación Carismática para toda Nicaragua y un día nos llamaron de una parroquia en la que un jóven en una de las asambleas de oración se puso a insultar a la personas y a ponerse descompuesto. En un momento dado alguien le puso una Biblia en la cabeza y el joven cayó al suelo. Días después llegó Chale con algunos hermanos de la Renovación y estuvieron orando por él por varias horas antes de liberarlo. En un momento dado durante la oración, cuando el joven había quedado aparentemente liberado, el demonio lo dejó completamente ciego. Le aplicaban una luz en los ojos y las pupilas no se contraían. Finalmente oraron por el espíritu de ceguera, y al fin quedó definitivamente libre.
No estamos diciendo que todos y cada uno de estos males físicos, del conocimiento de cosas ocultas o las premoniciones sean de origen demoníaco. Hay muchas cosas en el cerebro humano que todavía no acabamos de entender, pero sí sabemos también que todas estas cosas pueden ser causadas por el demonio y nos consta que muchas veces lo son.
Hay también ocasiones de obscurecimientos de la mente. Chale cuenta de dos casos en los que fue testigo: El primero fue antes de la revolución durante un diálogo con jóvenes marxistas, Le fue completamente imposible penetrar en sus mentes. Pensó que quizás eran impenetrables por ser jóvenes, pero ya durante la revolución recuerda que entró una vez al colegio Teresiano con el Dr. Humberto Belli, y estaban allí unos trescientos o cuatrocientos sacerdotes y religiosas. Estaban escuchando las charlas de un historiador y sacerdote renegado de la Teología de la Liberación, un jesuita que había colgado los hábitos, Enrique Dussein. Chale miro a Humberto asombrado y le dijo: “Será posible que entre trescientas o cuatrocientas personas sólo vos y yo nos demos cuenta de que lo que este señor ha venido haciendo no es más que ir socavando todas aquellas cosas que son capaces de sostener su sacerdocio y su lealtad a la Iglesia? Estaba destruyendo sistemáticamente las bases de su fe mientras las monjas y los sacerdotes escuchaban embelesados. Lo que para Humberto y para Chale era evidente, todo aquel grupo de personas no lo podían discernir.
La influencia del demonio es especialmente clara en la medida en que disminuye nuestra libertad. Porque Dios nos hizo libres, y el dominio de nosotros mismos es uno de los frutos del Espíritu. En esta línea están: las aberraciones sexuales, nuestros deseos naturales corrompidos o llevados a extremos (gula, alcoholismo, drogadicción…), las fijaciones sexuales son también muy frecuentes. Las obsesiones, los bloqueos, es decir la incapacidad de poder hacer algo, los vicios, la timidez extrema y enfermiza, incapacidad de mostrar afecto a las personas que más se quieren, incapacidad de descansar, etcétera.
POSESIÓN
Indiscutiblemente esta situación es la actividad más espectacular del demonio y también la más rara. Algunos exorcistas sostienen no haber visto nunca una posesión diabólica completa, mientras otros se encuentran con este fenómeno con alguna frecuencia. Pero todos coinciden unánimemente en la creencia de que más gente está siendo poseída hoy en día que en el pasado reciente.
En la posesión diabólica el demonio toma control temporal del cuerpo de la persona, hablando y actuando a través de él sin el conocimiento de la persona. Este control, sin embargo, no dura indefinidamente, sino solamente durante los “momentos de crisis” en los que la víctima entra en un estado de trance. Generalmente, cuando la crisis pasa, la víctima no recuerda lo que pasó, aunque –muy raramente- hay algunas personas que recuerdan todo. Como consecuencia de esta “pérdida de control” el individuo es considerado inocente de lo que pasa. Sin embargo, teniendo libre albedrío, es responsable de sus acciones mientras no esta en trance. La posesión diabólica no lo libra de culpa.
Entre los momentos de crisis del exorcismo, es posible para las víctimas seguir sus vidas en forma aparentemente normal. Lo que no significa que no estén perturbados por el demonio. Y durante los momentos de crisis, el demonio puede manifestarse de varias maneras: contorciones corporales sin explicación racional; fuerza antinatural, conocimiento de cosas ocultas; o la habilidad de hablar y entender lenguas extranjeras. En algunos casos el demonio habla a través de la víctima, usualmente con una voz gutural y no natural, llena de ira y odio.
En algunos casos extraños hemos visto cómo aparecen y desaparecen en la casa del poseído animales raros. Yo fui testigo de una mujer que durante mi oración de liberación, y ante el terror de la pobre víctima, le fueron saliendo de debajo de la falda centenares de pequeñas arañas negras que inundaron el cuarto.
Es importante saber que en el caso de posesión diabólica, el alma del individuo no es poseída sino solo el cuerpo. En el pasado ha habido una gran discusión entre cristianos sobre si una persona en estado de gracia puede a la vez estar poseída. Pero según la Iglesia Católica la respuesta es que sí (la vida de muchos santos son testimonios de ello). La única excepción es cuando la persona “invita” a ser poseída, como sucede en los ritos satánicos.
Territorio enemigo
Hasta aquí nos hemos referido a formas cómo detectamos la presencia y la acción de espíritus malignos. No los andamos buscando ni nos gusta meternos con ellos, pero de repente descubrimos su presencia por las manifestaciones como las que hemos descrito.
En Nicaragua generalmente hemos encontrado que las personas se meten en territorio enemigo cuando se involucran en toda forma de ocultismo: juego de Ouija, horóscopos, astrología, lectura de las manos o de cartas, espiritismo, magia blanca o negra (no nos referimos a magia de teatro, que es en realidad prestidigitación), hechicería, amuletos, santería, vudú, y en sus nuevos equivalentes de todas estas cosas del “New Age” o Nueva Era, incluyendo las pirámides y los cristales y nos preocupa el que los jóvenes de hoy irresponsablemente estan tomando como juego (no es el espiritismo que algunos de nosotros practicamos irresponsablemente por vagnacia cuando chavalos) sino el invocar espíritus para que los posean: el Channeling de la Nueva Era. Juntan sus manos e invocan espíritus para que los posean.
Otro campo peligroso, para muchos desconocido, es el de la música Rock. Al principio no le dimos una gran importancia. Luego constatamos que efectivamente algunos discos cuando se escuchaban al revés, se detectaban mensajes satánicos e incluso de cosas grabadas al vivo, no en disco, que al ponerse al revés contenían mensajes casi siempre blasfemos o de alabanzas a Satanás.
Yo conocí muy bien a un joven que se metió de lleno en la música rock -sin comprender- por lo menos al principio, que era satánica- y el demonio fue dominándole a tal grado que terminó suicidándose en medio de una depresión extrema. Después de su muerte encontramos documentos en los que el joven fue dejando plasmado todas las obsesiones destructivas que el demonio fue metiéndole en la cabeza cada vez con mayor poder hasta obsesionarlo con el suicidio.
Abriéndole puertas al demonio
Hay otra gran variedad de factores que pueden contribuir a que una persona sea poseída. Lo primero que hay que saber es que la posesión diabólica no puede ocurrir a menos que Dios lo permita. Pareciera contradictorio, pero de acuerdo con la Iglesia, mientras Dios no desea el mal sobre ninguna persona, a veces lo permite por alguna buena razón (similar a la tentación). En el caso de alguien con una vida espiritual muy avanzada, como los santos, Dios le permite a Satanás el probarlas, esperando que aumenten en sus almas las gracias santificantes. Según San Juan Crisóstomo: “Las personas poseídas pueden obtener doble beneficio de su condición. En primer lugar, pueden volverse más buenas y santas; y en segundo, al pagar la deuda por sus culpas aquí en la tierra, podrán presentarse puras ante el Señor.”
La posesión diabólica no es mala en sí misma; no es considerada pecado. Además, no se ha encontrado ninguna situación física, psíquica o espiritual inherente a la naturaleza de la persona que la predisponga a ser poseída. Tampoco la posesión es una epidemia No se trasmite por el solo hecho de estar o vivir con alguien poseído. Generalmente, uno tiene que abrirle la puerta al demonio, o ser víctima de alguien que se la ha abierto antes. Según la Iglesia, existen las siguientes maneras de abrir esa puerta:
Ataduras ocultas: De acuerdo a la Iglesia, involucrarse en lo oculto es una forma de idolatría que va en contra del primer mandamiento y es una manera frecuente de entrar en contacto con el demonio, así como el participar en sesiones espiritistas; frecuentar médiums o magos (la Iglesia no hace diferencia entre magia “blanca” o “negra”); usar amuletos o talismanes, especialmente si se han recibido de magos, la meditación trascendental, el uso de cristales, y otras prácticas de la Nueva Era que enfatizan experiencias “fuera del cuerpo;” adivinación, o la práctica de la escritura automática; el practicar rituales satánicos, especialmente hacer “pactos de sangre” con el demonio.
La Biblia es clara (y hasta gráfica) en cuanto a los peligros provenientes del involucramiento en prácticas mágicas y de adivinación: “No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia, ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos. Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahveh tu Dios y por causa de esas abominaciones desaloja Yahveh tu Dios a esas naciones delante de ti (Deuteronomio 18:10-12).
También el Catecismo es directo en su condena a lo oculto. “Toda forma de adivinación debe ser rechazada: recurrir a Satanás o a los demonios, conjurar a los muertos u otras practicas falsas supuestamente para descubrir el futuro… Toda práctica de magia o hechicería, por la que se procure obtener poderes ocultos, a fin de ponerlos al servicio propio y tener poderes sobrenaturales sobre otros –aún que fuera para restaurar la salud- son gravemente contrarios a la virtud y la religión.”
Sin embargo, el solo hecho de participar en la lectura de cartas o usar una tabla de Ouija no necesariamente significa que la persona va ser poseída, pero el involucrarse repetidamente en esas actividades, pueden iniciarla en el camino de la posesión a través de pecados adicionales más graves, o de sus propias acciones.
La maldición: Una maldición produce el sufrimiento de otros mediante la intervención del demonio. Las maldiciones destruyen matrimonios, quiebran negocios, inducen a la enfermedad, propician la posesión, etcétera. La maldición se hace de varias maneras, dicen los exorcistas. La mayoría son el resultado de fórmulas mágicas o rituales hechos por brujos o hechiceros. A veces la persona es dañada directamente (por ingerir objetos maldecidos) y a veces indirectamente por poseerlos.
En todo caso, la intención es la parte más crítica de la maldición. Las maldiciones más fuertes (aquellas que causan mayor daño) son las lanzadas con verdadera perfidia – cuando existe una relación familiar o sanguínea entre la víctima y el agresor, como la de un padre que maldice a su hijo.
Algunos de los síntomas que apuntan a la maldición son depresiones crónicas y enfermedades, infertilidad, rompimiento de la familia y de los matrimonios, dificultades financieras, e historia familiar de suicidios o muertes no naturales. Los exorcistas se apresuran a agregar que el experimentar una o varias de esas condiciones no necesariamente significa que la persona ha sido maldecida. En todos los casos deben sopesarse otros criterios para determinar la actividad demoníaca.
Y es interesante saber que la primera persona afectada por la maldición frecuentemente es la agresora. De acuerdo a los exorcistas, esto no solo puede conducirla a la ruina financiera, sino, en casos extremos, a la posesión.
En Nicaragua nos hemos encontrado con relativamente pocas victimas de maldiciones puramente verbales, como es común en algunos países de Europa. (El caso de la mujer de las arañas fue una víctima de esos pocos casos). Lo que sí hemos encontrado es un generalizado uso de hechizos, “entierros” y brebajes repugnantes y antihigiénicos, que beben las víctimas voluntariamente o sin saberlo. Son pociones previamente sometidas a ritos satánicos.
Hace algunos años, Bayardo Reyes recibió una llamada telefónica en la que un marido desesperado le pedía que llegara a su casa a orar por su esposa que tenía varios meses de estar totalmente ciega. Le contó que habían visitado muchos oculistas dentro y fuera del país y que todos le decían que no le encontraban nada malo en la vista y que no se explicaban por qué no podía ver. Le dijo que un amigo le había relatado muchas ocasiones en que Dios había actuado a través de Bayardo sanando toda clase de enfermedades y males y por eso recurría a él como último recurso.
En una de las sesiones de oración el Señor le reveló a Bayardo que en una macetera del jardín de la casa, alguien que seguramente no quería a la señora ciega, había colocado un “entierro.” Fueron a buscar la macetera y dentro encontraron enterrada una muñeca de trapo con los ojos atravesados por alfileres. Quemaron a la muñeca y esa noche recibió Bayardo una llamada de la señora ciega diciéndole que la visitara de nuevo porque quería conocerlo ya que ahora al fin podía ver perfectamente. Ahora, tanto ella como su marido, son miembros prominentes de la Ciudad de Dios.
Dedicación u ofrecimiento al demonio: Esta categoría incluye a personas pertenecientes a un culto satánico que específicamente se ofrecen al demonio a ellas mismas o a familiares, para obtener algún poder o favor. En los casos de niños dedicados mediante maldiciones u ofrecimientos, la víctima es inocente. A veces los padres ofrecen al demonio a recién nacidos (o inclusive a fetos) en misas negras.
Toda una vida de pecado: Como lo define la Iglesia, el decidir cometer un pecado en ves de hacer el bien es una escogencia de la libre voluntad. De acuerdo al Catecismo, “El pecado es ante todo una ofensa contra Dios, un rompimiento de la comunión con él.” Un pecador que es poseído como resultado de sus actos fue Judas Iscariote. De acuerdo a los teólogos, sin embargo, el pecado en sí no es suficiente para producir la posesión. Algunos pecados (como el adorar falsos ídolos), sin embargo, pueden abrir la puerta a la posesión demoníaca. El pecado puede ser también un impedimento a la liberación. El demonio puede ligarse a un pecado particular (como la negación a perdonar), acentuándolo con un efecto cibernético hasta que la persona queda totalmente atada a ese pecado particular. Y hasta que la persona renuncia a ese pecado, no podrá romper con esa atadura y ser liberada. En estas posesiones “lights,” la conversión sincera y una buena confesión pueden ser suficientes para liberar a la persona.
El ritual y la dinámica del exorcismo y de la Liberación
En la actualidad, mucha gente confunde el Rito del exorcismo con la Oración de Liberación, que todo cristiano puede practicar, por supuesto que con la prudencia, el discernimiento, la autoridad en ese momento y lugar, y la capacitación debida. De acuerdo al ministro de Oración de Liberación, Francis MacNutt, el exorcismo “es una oración formal eclesial para la liberación de personas poseídas por espíritus malignos,” mientras que la Oración de Liberación “es un proceso, principalmente de oración, para liberar a las personas oprimidas, perturbadas o infestadas por espíritus malignos, pero no poseídas por ellos.
Con todas estas condiciones, resulta curioso el que en los primeros días de la cristiandad no existían exorcistas oficialmente nombrados. Se pensaba entonces que cualquier cristiano podía practicar el exorcismo porque ese poder se derivaba directamente de Cristo, “Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios…” (Marcos 16:17). Sin embargo, debido al amplio papel que gradualmente comenzaron a jugar los exorcistas en el rito del bautismo, así como para combatir reiterados abusos, se estableció un orden. La primera posible mención sobre esto la contiene una carta escrita por el Papa Cornelio (251-252) explicando que en la Iglesia de Roma habían cincuenta y dos exorcistas, lectores, y porteros. Alrededor del siglo cuarto se tomaron una serie de pasos dándoles a los obispos más control sobre el proceso de nombramientos. El Concilio de Laodicea en la mitad del siglo cuarto estableció un canon prohibiendo practicar exorcismos a menos que fueran autorizados por sus obispos.
Algunos exorcistas siguen al pié de la letra le ritual oficial de la Iglesia, pero la mayoría lo toma como una guía y solo algunas oraciones las recitan de él. Al final, la cosa más esencial –dicen ellos- estriba en que el exorcista tenga fe. El poder de la oración no está en la fórmula sino en la fe. Fe en la fe de la Iglesia. Nos puede gustar la oración, puede ser muy bella, pero la eficacia depende de la fe. –dicen ellos.
Al principio de un exorcismo el demonio se niega a revelarse. El ser descubierto es para él una derrota. Si el demonio es fuerte, puede esconderse en la persona por un periodo largo de tiempo, inclusive permitir la participación en misa y otras actividades de oración. (esconderse no significa que se metió en un rincón oscuro del cuerpo de la persona, sencillamente este no se manifiesta.
Usualmente, si el exorcista “insiste” sus oraciones provocarán al demonio y lo forzarán eventualmente a salir. A través de todo el proceso, el demonio trata de hacer todo lo posible para frustrar al exorcista. Intentará convencer a la víctima que él o ella está solo sufriendo de un desorden psicológico, o si esto fracasa, literalmente inhibir a la persona a acercarse físicamente al exorcista. Los carros se descomponen misteriosamente, o se reciben llamadas telefónicas cancelando la sesión –todo esto sin el conocimiento de la víctima.
Cuando finalmente el demonio es forzado a manifestarse, la persona generalmente pierde el conocimiento y entra en trance. A partir de ese momento, todo la acción y la plática está controlada por el demonio y los ojos de la persona frecuentemente se dan vuelta para arriba o para abajo (el demonio no puede resistir ver objetos sagrados). Generalmente, la persona no recuerda nada cuando despierta. Algunas veces, sin embargo, puede permanecer despierta durante el Ritual y puede recordar algo de lo sucedido, pero frecuentemente siente como si algún “marciano” se hubiera hecho cargo de la situación. Algunos exorcistas describen este sentir como ejemplo de obsesión demoníaca, mientras que cuando la persona emerge del trance con una amnesia total, es indicativo de una total posesión diabólica.
Una vez que el exorcista comienza a rezar el Ritual, debe evitar cinco trampas que el principiante debe preveer: (1) ninguna reacción del demonio por un largo tiempo; (2) el demonio desaparece como si se ha ido después de manifestarse, engañando a la persona haciéndole creer que está liberada (por esta razón, algunos exorcistas piden señales de liberación); (3) el demonio confunde al exorcista produciendo en el poseído síntomas de enfermedades mentales; (4) el demonio revela la existencia de un hechizo y la forma en que el exorcista puede deshacerse del mal (el exorcista no debe practicar actos supersticiosos); y (5) el demonio permite que la víctima reciba la Eucaristía como un signo de liberación.
Mucha gente supone que durante el exorcismo el demonio hablará a través de la persona, pero no siempre sucede así. De acuerdo a los exorcistas, es un error creer que a los demonios les gusta hablar. De hecho, casi nunca lo harán a menos que sean forzados por el exorcista. Algunos, sin embargo, tratan de confundirlo hablando y hasta amenazándolo durante el Ritual para distraerlo de las oraciones.
Una vez un demonio logró desconcertarme diciéndome: “Gonzalo, quiero que seas mío.” Sin embargo, fuera de las bravuconadas, existe un verdadero peligro de que el exorcista sea físicamente atacado, mental y espiritualmente por el demonio durante el exorcismo, o inclusive después.
De esto, también puedo dar testimonio de varias ocasiones en que el demonio se vengó de mí de varias maneras. Una vez pasé una semana sufriendo de un dolor de cabezas muy fuerte que no se me quitaba con nada. Tuvieron que orar largamente por mí a la Virgen para que esta dolencia eventualmente desapareciera. Y conozco a un sacerdote nicaraguense muy virtuoso y con plena autorización de su obispo para practicar exorcismo en su diócesis (actualmente párroco de una parroquia importante de Managua) que quedó dañado de por vida (casi no puede ejercer su ministerio y tiene que ser ayudado por otros dos sacerdotes). Sucede que en un viaje a los Estados Unidos lo visitó una persona poseída y él padre trató de liberarlo sin autorización de la autoridad eclesial de esa diócesis, sufriendo en el proceso el daño mencionado.
Otro factor interesante que hay que tomar en serio es que debe haber solo una persona como titular dirigiendo la oración. Puede ser acompañado por otras para apoyarlo en la oración y para trasmitirle mensajes del Señor, pero nunca sustituir al que dirige dirigiéndose directamente el demonio o al poseído. Una vez fui, con algunos hermanos de la Ciudad de Dios y una parienta mía, a orar por una joven perturbada. Yo dirigía la oración como Rector del retiro donde se manifestó el demonio a través de la joven, pero en un momento dado mi pariente comenzó a ordenarle al demonio directamente y a los pocos minutos de ello, una fuerza muy grande e invisible la arrojó contra la pared golpeándola dolorosamente. Por supuesto que de ahí en adelante no pronunció palabra. Si en un grupo de seglares hay un sacerdote, él debe dirigir la oración por representar ahí toda la autoridad de la Iglesia, aunque solo se trate de un caso de simple oración de liberación.
Al hacer toda oración de liberación o exorcismo, la persona a cargo debe protegerse previamente confesándose, sellándose invocando la sangre de Cristo, poniéndose la armadura espiritual de Efesios 6, pidiendo protección a María, persignándose con agua bendita, y si se puede, orando mucho y ayunando. Digo si se puede porque es tal la cantidad de personas por las que algunos exorcistas europeos oran (de seis a doce por día) que tendrían que vivir en ayuno constante. Deben llevar agua bendita o aceite consagrado, un crucifijo, la Biblia, y si es sacerdote, la estola. Para la Iglesia estos objetos sagrados poseen un “poder” especial porque llevan la bendición de la Iglesia y porque están ligados al dueño de todo poder, Cristo Jesús.
Debido al papel único que juegan los exorcistas, estos están enfrentados con una variedad de dilemas morales y espirituales que los exponen a ataques de las fuerzas demoníacas. Talvez la más obvia es la tentación sexual. Los exorcismos son sometidos a encuentros tremendamente emocionales, frecuentemente practicados en espacios reducidos en los que se dan muchos empujones, golpes corporales, y gemidos sexuales de la víctima, la que casi siempre es mujer. Existen varias teorías sobre la preponderancia de víctimas femeninas: Las mujeres son más intuitivas y más en contacto con su lado espiritual: El demonio perturba más a las mujeres que a los hombres específicamente para tentar a los hombres; o simplemente porque más mujeres que hombres se deciden a buscar el exorcismo. De todas maneras, el exorcista debe usar mucho criterio cuando toca a una mujer por la que está orando, teniendo siempre en mente el altísimo nivel de tensión sexual prevaleciente. Tampoco debe practicar estas oraciones solo con la víctima
También es muy común el ser amenazado por los demonios, tanto que los exorcistas han inventado pequeños “trucos” sumamente efectivos, como recitar Lucas 10:17-20 cuando son intimidados: “Regresaron los setenta y dos alegres diciendo: <Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.> Él les dijo:<Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño>.”
Discernimiento
El discernimiento de espíritus es mucho más que una conjetura o suposición, y no debe confundirse con la “intuición.” Sino más bien, como dice el exorcista siciliano Padre Mateo La Grua: discernimiento es uno de los dones de Dios dado a los creyentes. Es como una “luz divina” que viene de Dios que nos permite a los que la recibimos “ver cómo Dios está presente en las cosas.” La Biblia enumera el discernimiento como una de las nueve manifestaciones espirituales (o frutos del Espíritu Santo) mencionados por San Pablo (1 Corintios 12:8-10).
La práctica del discernimiento de espíritus tiene una larga historia en la tradición cristiana. Para los místicos como San Ignacio de Loyola, era una manera de entender los impulsos del alma, los que aseveraba, estaban influenciados por buenos ángeles (quienes desean que el alma sea llenada de “fe, esperanza, amor y todo gozo interior que invita y atrae todo lo que es celestial”), o por los demonios (quienes tratan de impedir nuestro crecimiento espiritual con tentaciones de pecado y desesperación). Y mientras pareciera sencillo, no lo es, porque en su intento de permanecer en la víctima, los demonios frecuentemente disfrazan sus ataques, algunas veces, inclusive, haciéndolos parecer como “ángeles de luz.” La mejor manera de diferenciarlos, dijo San Ignacio, es el de ver el resultado final de la acción. Si el mensaje apunta al egoísmo, odio, violencia –entre otros- entonces el origen es Satanás y debe ser resistido; sin embargo, si el resultado final es para el bien, entonces el origen es Dios.
El Ritual da tres señales que indican la posible presencia del demonio: fuerza anormal, la habilidad de hablar o entender lenguas previamente desconocidas, y el conocimiento de cosas ocultas. Sin embargo, aún cuando se den estas señales, el Ritual pide cautela a los exorcistas. Estas señales pueden ofrecer alguna indicación, pero no necesariamente son del demonio, se le debe poner atención a otros factores, especialmente en el ámbito de la moral y lo espiritual, que pueden constituir una evidencia de instrucción diabólica. La más común es la aversión a lo sagrado -por ejemplo, la imposibilidad de orar o pronunciar el nombre de Jesús o María, ir a misa, o recibir la comunión. (Un amigo mío veía -sin proponérselo por supuesto- completamente desnudo al sacerdote oficiante de la misa). Y cuando las dos señales mencionadas se juntan, el exorcista puede sospechar que está tratando con una posesión.
Muchas enfermedades mentales pueden también confundirse con la posesión diabólica. Por esta razón, los exorcistas de Europa y algunas partes de Estados Unidos, insisten en una evaluación psiquiátrica completa antes de proceder. De todos modos, la mayoría de personas que les llega, ya han pasado por varios médicos sin obtener alivio. Basados en este fracaso de la intervención médica, cuando se sospecha de una presencia demoníaca, el exorcista tiende a creer que tiene bases para proceder. Sin embargo, en esos países, generalmente el exorcista trabaja con un equipo científico (un psiquiatra, un psicólogo, y a veces un neurólogo) en quien confía le ayuden en el discernimiento. Sin embargo, este no es cualquier psiquiatra, la colaboración es posible solo cuando el médico o experto psiquiatra está abierto a la posibilidad de la posesión u obsesión.
Algunos exorcistas usan otros pequeños trucos para averiguar si la posesión es fingida. Usualmente usan agua normal del chorro en vez de agua bendita, e inclusive leen prosas en latín de cualquier texto no bíblico en vez de recitar una oración, para ver si responde la persona. Ya que en ambos casos el demonio no reacciona porque los objeto no son sagrados, si la persona dice, por ejemplo, “Esa agua me está quemando” entonces el exorcista sabe que la posesión es fingida.
Solamente en instancias extremadamente raras, dicen los exorcistas, realmente la persona sufre de ataques demoníaco. Y la primera cosa que el exorcista debe hacer es escuchar a la persona. Casi siempre ella sufre en algún grado de culpabilidad opresiva o desesperación, de tal manera que es necesario confortar a la persona y animarla dándole una pequeña homilía sobre la fe.
Durante la primera sesión, usualmente el sacerdote le pregunta a la víctima sobre su vida y cuando comenzaron sus problemas. El exorcista puede sospechar de una posesión si averigua que la persona ha andado metida en lo oculto, o ha visitado magos, o le leen las cartas o las manos. Cada síntoma físico es examinado. Por ejemplo, cuando alguien no quiere entrar a la oficina del exorcista, tienen una mirada de odio, o cuando no lo ve a la cara, son pequeñas actitudes que la experiencia hace dudar.
Las dos áreas más comúnmente influenciadas por el demonio son la cabeza y el estómago, resultando en dolores terribles acompañados con ganas de vomitar. Las víctimas pueden también sentir dolor intenso en otras partes del cuerpo, como en el riñón o en las coyunturas. Desplazándose entonces al siguiente día talvez al brazo o a la nuca, no teniendo ningún efecto la medicina, el cual es uno de los factores determinantes en el discernimiento de la posesión, contrastándolo con el alivio que puedan sentir con la bendición. La persona puede también experimentar entumecimientos o una pérdida excesiva del cabello.
Además de esos síntomas físicos, muchos otros fenómenos extraños pueden acompañar la posesión. Además de la intensa aversión a lo sagrado, las víctimas pueden tener horribles pesadillas. Oír voces y ver visiones, o el sentir urgencia de cometer actos terribles, tales como el asesinato y el suicidio, son padecimientos comunes. Pueden experimentar cambios súbitos de carácter, frecuentemente caer en profundas depresiones. Creen poder detectar el mal en la gente o conocer los pecados de los otros. La presencia de olores feos es otro indicador, incluyendo el olor a azufre, o la bajada de temperatura en el cuarto. A algunos exorcistas les gusta pedirle a la persona el alabar a Jesucristo o a la Virgen María. Si ahí hay un demonio presente casi siempre se rehusará a hacerlo. Junto con todos esos síntomas, si el exorcista ve reacciones negativas hacia una bendición o hacia una oración mental durante el proceso de interrogación, usualmente considera tener suficiente evidencia de posesión para comenzar un exorcismo.
Debido a que algunos demonios son más fuertes que otros, en el sentido de que pueden resistir más que otros las oraciones sencillas, algunos exorcistas sostienen que la única manera de desenmascararlos es practicando el exorcismo, pero la mayoría desaprueba usar el rito como instrumento de diagnóstico por la naturaleza sugestiva del mismo (el exorcismo). Ese no es su propósito, y la mayoría de demonios se manifiestan con una sencilla oración y no hay necesidad de recitar todo el Ritual.
En los casos más difíciles, dicen los exorcistas, la persona puede estar sufriendo tanto de enfermedades mentales como de posesión diabólica, o el demonio esconde su presencia creando síntomas que imitan enfermedades mentales. Esto es especialmente cierto en casos de obsesión, en los que el demonio ataca la mente de la víctima. Hay casos en que la obsesión tiene un origen exclusivamente patológico; y otros que su origen viene de acciones extraordinarias del demonio; y otras, en las que estas acciones extraordinarias son amplificadas de una manera anormal. Los pensamientos obsesivos pequeños y comportamiento compulsivo que pueden ser normales cuando suceden de vez en cuando, son rápidos, y la mayoría controlables. Pero estos otros aparecen de repente, insistentemente y en forma continua, y perturban fuertemente la siquis de la persona.
Pero la manera más sencilla de discernir si hay presencia demoníaca o no, es observando la reacción de la persona. Si la condición del paciente no mejora dramáticamente con oraciones, significa que los males tienen un origen natural. Pero si -por el contrario- si la condición de la persona mejora después de un exorcismo, entonces deducen los exorcistas que su origen es diabólico. Pero debido a que la diferencia entre lo que es natural y lo que es demoníaco es tan sutil, la mayoría de los exorcistas –por lo menos los de Europa- insisten siempre en que se busque la ayuda médica aun cuando se esté practicando el exorcismo.
Si el demonio no se manifiesta durante el diagnostico inicial pero el exorcista sospecha que está presente, entonces generalmente recomienda a la persona que vuelva a la iglesia, ore diariamente, reciba la Eucaristía lo más frecuentemente posible, y sobre todo, que se confiese. Si después de dos meses la persona continua teniendo problemas, pero el demonio sigue sin manifestarse, entonces lo más probable es que la causa sea “natural,” y la persona no necesita un exorcismo.
Para mucha gente –por supuesto- la idea de que una persona pueda resultar poseída por un demonio es más que ridículo y atribuyen a sus síntomas a una gran cantidad de enfermedades mentales así como a otras motivaciones psicológicas “naturales.”
Enfoque pastoral
No debe escucharse al demonio, diga lo que diga. No debés preguntarle nada para averiguar cosas ocultas; este es un error serio. Primero que todo, porque es un mentiroso y cualquier cosa que diga puede ser mentira, y segundo, porque no podés darle el honor de ser tu fuente de información.
El Rito le permite al exorcista preguntarle al demonio su nombre, que en la antigua tradición hebrea le da a uno cierta clase de poder sobre el otro. Por eso no podían pronunciar o escribir el nombre de Dios. La razón de preguntarle al demonio su nombre viene de la Biblia, cuando Jesús le preguntó su nombre el endemoniado de Gerasa (Marcos 5:9). Los exorcistas primitivos consideraban valioso el conocerlo para codificarlo, así como su número, la fecha en que inició la posesión y la causa.
Una de las primeras cosas en las que el demonio lucha por evitar es el confesar su nombre, porque el hacerlo significa una medio derrota para él y manifiesta la clase de espíritu que es. Algunas veces el nombre es puramente funcional, como “ira” o “lujuria”; y algunas veces son nombres reconocibles de la Biblia, como Belcebú o Asmodeos.
La oración del exorcista debilita el poder que el demonio ejerce sobre la persona. Pero su sanación no puede darse sin la participación total del individuo. A las victimas de posesión se les recomienda la confesión semanal, rezar el rosario diariamente, y sobre todo recibir la Eucaristía. Muchas exorcistas sostienen que el exorcismo es un diez por ciento de la cura y que el restante noventa por ciento es responsabilidad del individuo. Hay necesidad de mucha oración, frecuencia de los sacramentos, vivir una vida de acuerdo al Evangelio y usar los sacramentales (agua exorcizada, aceita y sal).
La naturaleza repetitiva del exorcismo puede ser un hecho frustrante para el exorcista. Para la mayoría de los exorcistas, la cosa más dura es que la liberación nunca se produce de inmediato. Algunas veces se necesitan años y años, y esta perseverancia metódica no es solo cansada, sino que el demonio se aprovecha de ella tratando de meter el veneno de la duda, como decir, “Vos estás desperdiciando tu vida andando en esto y estas engañado a la gente.”
Muchos exorcistas invocan a María durante el Ritual. Y el demonio siente tal terror de ella que nunca pronuncia su nombre. Las oraciones marianas, especialmente el rosario, son un arma poderosa en la lucha contra Satanás.
Jerarquía de los demonios
La Biblia establece que hay una jerarquía entre los demonios. El jefe de ellos es mencionado en el Evangelio de Mateo (Mateo 9:34; 25:41). Los demonios de más alta jerarquía siempre tienen nombres bíblicos como Satanás, Belcebú, Asmodeos y Meridiano. Y usualmente son seguidos por muchos otros que son secundarios y que son a los que sus líderes les ordenan poseer a las personas. Por supuesto que Satanás, como el demonio más poderoso, está siempre presente (en cierta medida) en cada posesión, pero casi nunca está “físicamente” presente.
La clave para poder diferenciar entre las clases de demonios es por su nivel de inteligencia. Siempre manifestarán un profundo conocimiento de teología. Además, los demonios más fuertes resisten por más tiempo que los débiles las oraciones exorcistas, y pueden a veces pronunciar nombres sagrados como Jesús y María, nombres que los débiles nunca pronuncian. En vez de decir nombres, ellos sencillamente dicen: “Él me está destruyendo.” O “Ella me está quemando.”
Mientras que la jerarquía de los ángeles está basad en el amor, no existe ese concepto en el infierno, dicen los exorcistas. Los demonios conservan sus antiguos rangos, pero lo único que los mantiene unidos es su odio a Dios y al hombre. Los demonios de rangos inferiores le obedecen a los más fuertes, no por obediencia sino que por miedo. Son como esclavos. Los exorcistas son testigos de esto cuando han visto cómo los demonios más fuertes bloquean la salida del cuerpo de la víctima al más débil durante un exorcismo, aun cuando la oración le está causando un gran dolor. Esto es también evidente cuando más de un demonio está presente. El demonio más débil se manifiesta antes. El más fuerte tiende a ocultarse, mientras sacan a los más pequeños.
Liberación
El exorcismo no es una formula mágica. Hay tres factores que deben considerarse cuando se llega a la liberación: el comportamiento de la víctima, la acción del exorcista, y el permiso de Dios. Todos los tres son importantes, aunque obviamente varían en grado. Esencialmente la liberación se da cuando el Espíritu de Dios le ordena salir al demonio. En un exorcismo, por supuesto, es el exorcista quien, en representación de la Iglesia Católica y por la invocación del nombre de Jesucristo el que lo hace. Y mientras la acción es importante, Dios es el que tiene la última palabra, y la efectividad de la presencia de Dios depende, sin embargo, en gran parte en la cooperación de la víctima y en un menor grado en la fe del exorcista. Es pues esencial la cooperación de la víctima. Debe renunciar al demonio y a cualquier pecado u obra que la haya podido llevar a la posesión; también debe orar y regresar a la práctica de los sacramentos. El sacramento de la reconciliación, atestiguan los exorcistas, es increíblemente importante. El exorcismo puede sacar al demonio del cuerpo de la víctima; la confesión lo saca de su alma. La Confesión no solo perdona, sino que también sana nuestra alma y la llena de luz.
La liberación puede resultar un proceso cansado cuando la persona ha estado alejada de Dios, o en algunos casos ha participado en cultos satánicos. Otro obstáculo difícil de superar es la incapacidad de la víctima a perdonar. El perdón sincero, que incluye el orar por la persona odiada y el decir misas por la conversión de ella, frecuentemente rompe situaciones sin salida y ayudan a apresurar la sanación. Esto del perdón es una situación difícil para la persona endemoniada, y el demonio tratará de detenerla, atacando a la víctima internamente o interviniendo directamente en el cuerpo de la persona. Obviamente el exorcista necesita tener un carácter espiritual fuerte. Debe vivir una vida intensa de oración y no tener miedo. El orar, amar a Dios, no cometer pecado, son las armas que el exorcista usa.
Algunos demonios son más difíciles de expulsar que otros. La duración de la posesión es el primer elemento y el más importante de los que trata de averiguar el exorcista. Una persona que ha sido golpeada por el demonio desde su infancia y busca a un exorcista hasta cuando es adulto, va a tener mucho más dificultad y va a necesitarse mucho más tiempo para deshacerse del demonio (que ahora se ha convertido parte casi de su identidad) que los de una reciente infestación.
La fuerza del demonio puede también ser otro factor, aunque los casos más difíciles generalmente provienen de una maldición. Permanece una conexión entre la víctima y el que echó la maldición. Esos casos son difíciles porque involucran el odio de otra persona hacia la persona afectada.
Una vez que el demonio es descubierto, este lucha duramente por resistir la oración de exorcismo. Y aunque la persona sufre estos ataques, no obstante, son una seña de que la víctima se dirige en la dirección correcta.
A veces puede pasar que cuando la persona poseída por un periodo largo de tiempo se acerca a Dios, puede ser golpeada por una serie de malas experiencias. Puede sonar extraño, pero este es una buena señal porque significa que el demonio está perdiendo y por eso está reaccionando de esa manera. Hay varias señales que indican que el demonio está por salir. Su voz suena más débil y a veces hasta suplicante en sus manifestaciones durante la crisis; es expulsado cada vez más rápidamente. Cuando su voz se debilita, cuando el tiempo poseído se vuelve cada vez más corto y las liberaciones temporales se producen más pronto que antes, y la vida de la persona fuera del exorcismo es más normal, significa que el demonio se está debilitando.
Al momento de la liberación el demonio puede ofrecer una “señal” de que está abandonando a la víctima. Si la persona ha sido golpeada por un hechizo, entonces el demonio puede ofrecer que la liberación se producirá cuando ciertos objetos sean vomitados, pueden inclusive ser expulsados a través del ano o por fluidos de la piel. Otra señal puede ser que el demonio diga una oración o recitar un himno religioso.
En ciertos casos, el exorcista puede pedir una señal directamente conectada al sufrimiento que el demonio pueda estar causando.
Señales espectaculares generalmente no son necesarias. Si la persona vive en paz, no es perturbada ya mas por el demonio, puede orar, y vive en gracia de Dios, podés creer que la persona está liberada. Si volvés a orar por ella por exorcismo y la crisis vuelve a presentarse, entonces significa que la liberación fue solo temporal. Como precaución, muchos exorcistas continúan orando sobre las personas unas cuantas veces más después de haber sido liberados. Y es que aunque la persona haya sido liberada, el demonio frecuentemente trata de regresar. Los exorcistas generalmente dicen una oración de agradecimiento y le piden al Espíritu Santo que llene los espacios vacíos dejados por el espíritu expulsado. Además, la persona recién liberada debe continuar viviendo una vida cristiana y no volver a caer en el hábito del pecado que antes causó la posesión, o se corre un alto riesgo de ser poseída de nuevo, esta vez peor que la anterior. Recuerden que “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo, pero no le encuentra. Entonces dice ‘Me volveré a mi casa, de donde salí.’ Y al llegar la encuentra desocupada, barrida y en orden. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio,” (Mateo 12:43-45). Esto explica el siempre presente peligro de que el demonio pueda volver a la persona liberada si no se toman las medidas preventivas antes mencionadas.