Delta, Boinas Bordes, la Marina, los Rangers, los Navy Seals… todas ellas son unidades específicamente entrenadas y formadas para llevar a cabo una serie de tareas específicas, que van desde las operaciones especiales dentro de un conflicto convencional, a las que implican la guerra no convencional.
Distintas partes que conforman un mismo y letal cuerpo de elite: las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos (SOF por sus siglas en inglés), un cuerpo que busca establecer relaciones cuasi-diplomáticas en otros países mientras mantienen un perfil bajo.
De Oriente Medio a América Latina pasando por África, la injerencia de estas fuerzas en asuntos exteriores –políticos, económicos, sociales…– es, a día de hoy, una evidencia.
Según documentos obtenidos por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) a través de la Ley de Libertad de Información (FOIA), el número de misiones de entrenamiento llevados a cabo por las Fuerzas de Operaciones Especiales en Latinoamérica se triplicó entre 2007 y 2014, un período en el que la ayuda militar a la región, en general, estaba disminuyendo.
Tendencia que se acentuó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en distintos puntos de Estados Unidos en donde cerca de 3.000 personas perdieron la vida. Este trágico suceso marcó un punto de inflexión en la lucha antiterrorista norteamericana.
Así, desde aquel momento, las SOF se han duplicado en número hasta casi 70.000 y su presupuesto se ha triplicado, superando en la actualidad los 17.000 millones de dólares al año.
Como respuesta al ataque perpetrado por al organización paramilitar yihadista Al Qaeda, las Fuerzas Especiales norteamericanas se desplegaron a gran escala en Irak y Afganistán, aunque ahora la presencia estadounidense en ambos países se ha reducido. Sin embargo, en 2015, se desplegaron en 135 de las 196 naciones del mundo.
Se creó el programa Entrenamiento de Intercambio Conjunto y Combinado (JCET en inglés) formalizado mediante una adición en el año de 1991 a la ley del Departamento de Defensa de EE.UU y el cual servía para brindar entrenamiento a los cuerpos de élite.
Latinoamérica
Pero los JCETs van más allá de la formación de las fuerzas estadounidenses. Instruyen a sus homólogos latinoamericanos sobre tácticas militares a la vez que están obteniendo «acceso a la región con una huella mínima», según los documentos recogidas por WOA. Los informes destacan que las «actividades [de los JCETs] a menudo fortalecen la influencia de EE.UU. en los países anfitriones».
De acuerdo a la organización, la ayuda militar y policial para Latinoamérica y el Caribe ha disminuido desde 2010. De este modo, los paquetes de ayuda del Plan Colombia –acuerdo bilateral con Colombia para terminar con el conflicto armado– y la Iniciativa Mérida –tratado internacional de seguridad establecido por los Estados Unidos en acuerdo con México y los países de Centroamérica para combatir el narcotráfico y el crimen organizado– se han reducido.
Durante estos mismos años, sin embargo, los despliegues de las Fuerzas de Operaciones Especiales han aumentado en la región, particularmente en Centroamérica.
«Entre 2007 y 2014, el número de misiones de entrenamiento de las SOF se triplicó de 12 JCETs entrenando 560 miembros de fuerzas de seguridad en un año, a 36 JCETs entrenando a 2,300», señala WOA, que añade que «a partir de 2008, los documentos muestran un cambio de enfoque de América del Sur a Centroamérica, explicando que la región se había convertido «cada vez más plagado de violencia y el tráfico ilícito».
Centroamérica ha sido un destino habitual para estas fuerzas, sobre todo en el caso de Honduras, sido el país más visitado en el hemisferio occidental, con 21 misiones en ocho años.
«La mayoría de los cursos de formación se llevaron a cabo entre 2011 y 2014, una época en que las graves acusaciones en contra de las fuerzas de seguridad de Honduras –el asesinato, la tortura, la violación y extorsión– en gran parte no fueron investigadas ni castigadas. Otros cuatro entrenamientos se llevaron a cabo en 2009; en junio de este año (tres meses antes del fin del año fiscal del gobierno estadounidense), las fuerzas armadas hondureñas ayudaron a derrocar al presidente electo en un golpe», explican los documentos obtenidos.
El papel de las fuerzas especiales
Uno de los principales roles de las Fuerzas Especiales en Centroamérica ha sido el combate contra las pandillas. Así nació los ‘Tigres’, un equipo élite SWAT que fue creado en 2013 para combatir el crimen organizado, y actualmente asesorados y entrenados por Las Boinas Verdes estadounidenses.
Después de Honduras, fue su país vecino, El Salvador –, que ahora cuenta con un oficial de enlace de las Fuerzas de Operaciones Especiales en la embajada de EE.UU– donde más misiones se destinaron.
Según el documento, la mayoría tuvieron lugar entre 2012 y 2014. Sin embargo, no se sabe con certeza cuáles son las unidades con que las fuerzas estadounidenses están trabajando en El Salvador, pero es probable que sean algunas de las diez o más fuerzas élites que el gobierno salvadoreño ha desplegado en las calles en su guerra interna contra las pandillas.
«Allí, en este esfuerzo, las fuerzas de seguridad han sido acusadas de ejecuciones extrajudiciales, la manipulación de escenas del crimen y las desapariciones forzadas, entre otros crímenes», indica el documento.
Las SOF también trabajan en estrecha colaboración con las fuerzas de seguridad de Colombia, quienes ahora se despliegan en todo el mundo para llevar a cabo cursos de formación, incluyendo Centroamérica. El país fue sede de 19 misiones JCET entre 2007 y 2014.
Donde ha habido un menor número de despliegues ha sido en Guatemala, posiblemente, por cuestiones de Derechos Humanos que impidieron que el ejército guatemalteco recibiera asistencia militar de EE.UU. durante muchos años.
Según WOA, la «guerra global contra el terrorismo» es la misión principal de las Fuerzas de Operaciones Especiales, y su expansión ocurrió dentro de su contexto.
«Incluso en una región como Latinoamérica, donde el terrorismo es menos común y donde grupos delictivos que controlan territorios, poblaciones y los gobiernos son la mayor amenaza, las SOF de Estados Unidos llevan a cabo «entrenamientos de lucha contra el narcoterroristas». Esta lógica puede explicar por qué los países más pequeños con las comunidades islámicas considerables, como Belice, Guyana y Trinidad y Tobago, están bien representados en la lista de destinos de JCET», asegura la organización.
A nivel mundial, esta tendencia va a ir en aumento. Durante los últimos ocho años, alrededor de 4.000 miembros de las Fuerzas de Operaciones Especiales de los Estados Unidos han capacitado casi 13.000 miembros de las fuerzas de seguridad de Latinoamérica con un costo de 73 millones de dólares.
Actualmente, los Oficiales de Operaciones Especiales de Enlace están en 14 embajadas clave de Estados Unidos para asesorar a las fuerzas de operaciones especiales de esos países. Cuatro de ellos se encuentran en Latinoamérica: Brasil, Colombia, El Salvador y Perú.
Para el 2019, el Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos tiene fondos para expandir a 40 países. No está claro lo que esto significaría para Latinoamérica.
Los documentos obtenidos por la WOA fueron explicados y detallados por Sarah Kinosian –oficial de programas de la organización– y Adam Isacson –coordinador principal del programa de políticas de seguridad regional–.