Al éxito de las autoridades de Nicaragua en su lucha contra la delincuencia organizada, hay que sumarle uno que quizás no tenga cabida en las estadísticas, pero que sin embargo ha sido el más eficaz en los esfuerzos por construir un país donde reinen la paz y el desarrollo social y económico.
Nos referimos a la rápida respuesta que el organismo garante del orden público, en este caso la Policía Nacional, ha brindado ante los constantes intentos de las oenegés opositoras y sus voceros de La Prensa y Confidencial, en crear una cabeza de playa a fin de dar inicio al soñado “golpe suave” o “revolución de colores”.
Para los opositores –en su mayoría miembros del MRS-, es asunto de tiempo. Es el juego de la “mecha larga y lenta”. Es actuar todo el tiempo en la desacreditación del país a fin de crear un clima de descontento que provoque la explosión social que tanto anhelan.
“Fabrican” dirigentes
Uno de los principales problemas de los complotados no es solo la falta de argumentos para levantar a la población en contra del gobierno sandinista, sino la ausencia de figuras que aglutinen a sus escasos seguidores.
Todos los líderes del MRS son “cohetes quemados”, y muchos de ellos con vidas privadas tan confusas que provocan el rechazo de sus mismos simpatizantes.
Debido a lo anterior es que se han dado a la tarea de improvisar figuras emergentes como la señora Francisca Ramírez, una acaudalada productora de Nueva Guinea a quien han promocionado como una “humilde campesina” que se le ha parado heroicamente al gobierno del presidente Daniel Ortega.
A nivel interno la figura de Ramírez no ha calado, sin embargo, la cadena de medios derechistas del planeta ha hecho eco, dando a entender como que la “pobre campesina” tiene arrinconado al sandinismo y sus líderes.
La extrema falacia
No es el único infundio propalado por los medios de prensa de la familia Chamorro. Una de las mentiras más grandes publicadas por La Prensa provino recientemente de una agencia extranjera que entrevistó a un inmigrante, presuntamente pinolero, que justificó su estancia en Estados Unidos debido a que en Nicaragua se practica el tráfico de drogas y de órganos humanos.
Si a manera de excusa lo dijo un sujeto desesperado por no ser deportado, puede que se entienda. Otra cosa es que la información sea reproducida en Nicaragua, donde todo el mundo sabe que existe una lucha diaria en contra del narcotráfico, y sobre todo, que no se ha reportado un solo caso de tráfico de órganos.
¿Se imaginan a doña Vilma Núñez y su Cenidh, y a las otras señoras de las ONG ligadas al movimiento LGBT con semejante filón entre sus manos? Pero el señalamiento era tan burdo que no se atrevieron a “aprovecharlo”.
Miles de muertos en su inventario
La Prensa y otros medios locales sí lo hicieron. Es parte de su compromiso en la desestabilización del gobierno. Es su aporte al “golpe suave” preconizado por el politólogo norteamericano Gene Sharp, que tanto éxito tuvo en naciones de Europa del Este y el mundo árabe.
Es la presunta “revolución incruenta” que están aplicando en contra de Venezuela. Sus impulsores la venden como una inmaculada operación sin violencia que al final, cuando la mecha larga y lenta se queme completamente, dará al traste con el gobierno puesto en la mira, en nuestro caso, el de Nicaragua.
Por supuesto que lo de incruento es una falacia. Miles de personas murieron durante la aplicación de las teorías de Sharp en otros países. Tras la toma de alguna plaza, ministerio o cualquier otra área pública, sobrevino el baño de sangre atizado por los conspiradores.
Sharp ha dicho que «la naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado (…) Nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas».
Su principal tesis se basa en que “en los Gobiernos, si el sujeto no obedece los líderes no tienen poder. Estas son las armas que en la actualidad se usan para derrocar Gobiernos sin tener que recurrir a las armas convencionales”.
Dinero es su principal aliciente
Es decir, la desobediencia civil, algo en lo que los del MRS y sus aliados han fracasado estrepitosamente debido al accionar de las autoridades y sobre todo por el rechazo de la población ante los intentos golpistas.
De nada ha valido la deformación de la realidad, la calumnia, la artera mentira como el asunto del tráfico de órganos ni la victimización de doña Francisca Ramírez, y antes, de otras personas. Tendrán que irse convenciendo de que no habrá “golpe suave” “ni revolución de terciopelo” en Nicaragua.
Mientras tanto, que les aprovechen los millones de dólares que los líderes (sobre todo lideresas) de las ONG se han embolsado con el cuento de la democracia secuestrada. Harán bulla en tanto continúen recibiendo dinero a manos llenas. Desde la década de los años 90 es lo único que han hecho.