El Museo Picasso de Málaga expone 90 trabajos de la denominada Escuela de Londres
Lo bueno que tienen los movimientos artísticos es que, cuantas más disputas suscitan acerca de su nombre, más fortuna parecen alcanzar entre especialistas y aficionados. El pintor Tim Behrens, fallecido recientemente en la Galicia que lo acogió durante las tres últimas décadas de su vida, decía que ni la Escuela de Londres existió nunca ni él, por supuesto, perteneció jamás a ella.
Bacon, Freud y compañía eran, según Behrens, un simple grupo de amigos que gustaban de salir por el Soho a reírse y echar unos tragos (bastantes), y que también pintaban, como si eso fuera lo de menos. Lo cierto es que, escuela o no, la de Londres ha vivido una revalorización artística constante desde la década de 1980 y que sus manifestaciones son demandadas por pinacotecas de todo el mundo.
El Museo Picasso de Málaga abre al público, desde hoy y hasta el 17 de septiembre, una exposición que reúne 90 obras de esta corriente que supuso el retorno a una figuración no académica después de un largo periodo de culto a la abstracción y lo conceptual. Los nombres encargados de representarla están encabezados por los famosos Francis Bacon y Lucian Freud, a los que secundan Michael Andrews, Frank Auerbach, David Bomberg, William Coldstream, Ronald B. Kitaj, Leon Kossoff, Paula Rego y Euan Uglow.
Hacía bien Behrens, que también podría figurar en esta lista, en reivindicar el prurito de independencia de todo artista que se precie. Sin embargo, su descripción del grupo como una cuadrilla de compañeros de farra era sólo una parte de la realidad. Había, sí, lazos de amistad entre ellos, pero también otros derivados del magisterio de Bomberg y Coldstream en diversas escuelas de Londres y, en general, una fecunda red de influencias y relaciones que incluía posar como modelos unos de otros, dada la falta de dinero para pagar a terceros.
La comisaria de la muestra, Elena Crippa, conservadora del departamento de arte británico moderno en la Tate de Londres -que organiza la exposición con la colaboración del museo malagueño y el patrocinio de CaixaBank-, explica que la Escuela de Londres surge como respuesta a un deseo de «redescubrir la realidad» tras la atroz II Guerra Mundial y como contestación al movimiento abstracto y su connotación maquinista. La figura humana, la vida cotidiana y el paisaje serán los objetos representados por este arte figurativo sui generis, pasado por el tamiz de la personalidad de cada creador.
El movimiento lo integran artistas llegados de Dublín, como Bacon, o Berlín, como Freud -nieto de Sigmund Freud-, y son en muchos casos vástagos de inmigrantes huidos de la Alemania nazi y otros regímenes totalitarios que encuentran su refugio en un Londres bombardeado pero triunfante que, corriendo el tiempo, se convertirá a su vez en tema para la mayoría de estos artistas.
Junto a la influencia de Bomberg y Coldstream, el impulso fundacional del movimiento se debe a la irrupción en el panorama artístico de las poderosas figuras de Francis Bacon, que, a diferencia del resto del grupo, no ha recibido formación académica en el campo de la pintura.
El cuadro ‘The Artist’s Wife and Baby’ (1937) del pintor David Bomberg. E.M.
La muestra Bacon, Freud y la Escuela de Londres incluye varias obras del artista irlandés entre las que destacan los impactantes Tríptico Agosto de 1972 y Segunda versión de Tríptico 1944, reinterpretación del original realizada en 1988, cuatro años antes de su muerte.
La exposición abunda también en piezas de Lucian Freud definidas por una violenta carnalidad, entre ellas David y Eli, su rotundo desnudo frontal de un hombre a quien acompaña su perro, y Muchacha con perro blanco, expuestos junto al mil veces reproducido rostro del performer Leigh Bowery.
Con el tiempo, los artistas de la escuela escaparán del reducto de la figura humana (de amigos, parientes y amantes) para dedicarse a representar también paisajes y hasta fracciones de paisajes como el que pintó Freud durante tres años en Dos plantas, obra tardía de 1977-1980. La propia capital británica será motivo recurrente de Kitaj, Kossof o Auerbach, y siempre retratada desde un punto de vista muy personal.
«El Londres de estos creadores no es en absoluto el monumental de las guías turísticas, sino un Londres íntimo», reinterpretado, que observan un día tras otro «para acumular una gran cantidad de detalles que poder trasladar después a sus cuadros», señala Crippa.
Según José Lebrero, director artístico del Museo Picasso de Málaga, lo que más unía a los miembros de la Escuela de Londres era «una actitud común de resistencia» ante la tiranía de las corrientes imperantes en la segunda mitad del siglo XX y su defensa de «la verdad visual de cada uno» a pesar del ostracismo sufrido entre los años 60 y 80. Por suerte, tres de los pintores del grupo, Auerbach, Kossoff y Rego, aún están entre nosotros para contarlo.
Fuente: El Mundo