Un calambrazo de indignación y tristeza vuelve a sacudir al mundo por el brutal atentado en Manchester. Europa se ve golpeada de nuevo por el zarpazo yihadista, algo que por desgracia se viene repitiendo con demasiada frecuencia en los últimos años. Pero el hecho de que este ataque fuera deliberadamente dirigido contra adolescentes añade más dolor aún. La feroz escalada de maldad de los terroristas no tiene límites. Al menos 22 personas murieron -muchas, menores de edad- y casi 60 resultaron heridas por la explosión de una bomba activada según los investigadores por un yihadista suicida al filo de la medianoche del lunes, al término de un concierto de la famosa cantante estadounidense Ariana Grande. Como declaró ayer la premier británica Theresa May, el terrorista escogió la hora y el lugar apropiados para causar la mayor masacre posible.
El Reino Unido ha sido escenario de terribles atentados islamistas. El más mortífero se produjo en 2005, cuando una cadena de ataques de Al Qaeda contra autobuses y el metro de Londres dejó 56 muertos. Y, recientemente, en marzo, un yihadista mató a cinco transeúntes cerca del Parlamento arrollándolos con un coche, un método a imitación del seguido por otros islamistas en atentados en suelo europeo, como Niza o Berlín.
Las autoridades británicas están especialmente preocupadas por el fracaso que han tenido las políticas de integración. El propio autor de esta barbarie era un británico de 22 años, hijo de refugiados libios, que llegaron a Inglaterra en los 90 huyendo de Gadafi. Al igual que pasa en otros países europeos, muchas comunidades de ciudadanos musulmanes de origen inmigrante malviven en auténticos guetos en suburbios de las grandes ciudades azotados por la desigualdad y el desempleo. Una segregación económica en la que cala con mayor facilidad la radicalización. Además, se estima que casi uno de cada cuatro yihadistas que se han sumado al Estado Islámico en Oriente Próximo es de procedencia británica. Varios cientos han retornado, lo que supone el peor quebradero para los servicios de Inteligencia y la policía.
Pero cabe reiterar que, independientemente del lugar concreto en el que se producen masacres como la de Manchester, es todo Occidente -y en particular Europa- el que está en el punto de mira de los yihadistas, que han emprendido una cruzada de sangre contra unos valores y un modo de vida de los que abominan. El IS -que reivindicó el atentado- prosigue así su escalada en el viejo continente, recrudecida con un innegable afán propagandístico para contrarrestar el acoso que está sufriendo en Siria y, sobre todo, en Irak. El Califato ha perdido en los últimos meses el 45% del territorio iraquí que controlaba gracias a los bombardeos de la coalición internacional. Un declive imparable sobre el terreno que el IS intenta enmascarar redoblando su campaña de terror fuera.
Ésta es la dura realidad a la que nos enfrentamos. Y debemos ser conscientes de que el combate antiyihadista va a ser muy largo y doloroso. Pero exige, antes que nada, mantener, y aun redoblar, la coordinación internacional. En el caso europeo, son claves la unidad de acción entre los Veintiocho y la mejora en la coordinación tanto de las policías como de los servicios de Inteligencia. Y lo cierto es que se está avanzando. Los graves fallos detectados tras atentados como los de París llevaron a las autoridades comunitarias a mejorar los procesos de intercambio de información o a facilitar la cooperación policial, judicial y de Inteligencia, así como a perfeccionar los sistemas de prevención y lucha en la Red, principal campo de reclutamiento de yihadistas.
No es posible luchar contra el IS de otro modo. Y hoy se hace necesario subrayarlo. Recordemos que Theresa May lanzó un incomprensible chantaje a Bruselas, a propósito de la negociación del Brexit, insinuando que si Londres no logra un acuerdo económico ventajoso con la UE, disminuiría su contribución en materia de seguridad, defensa y lucha contra el terrorismo. Un órdago inadmisible que perjudicaría mucho a los propios británicos. El presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, lo subraya hoy en nuestras páginas: «La coordinación contra el terrorismo está por encima del Brexit». Con algo tan serio no se puede incurrir en frivolidades.
Fuente: El Mundo