Pintura y palabra: una tarde junto al ‘Guernica’

El 4 de junio de 1937, en su estudio del 7 de la Rue des Grands Augustins de París, Pablo Picasso aplicaba los últimos toques de pintura industrial marca Ripolín al Guernica. Ponía fin así el genio malagueño al proceso creativo de uno de los cuadros más importantes de la historia del arte, no solo por su poderío plástico sino también por una irremediable vocación simbólica –la de espejo deformado del bombardeo de Guernica- que lo convertiría en icono perenne a través de generaciones.

Este domingo se cumple, pues, un año exacto de la finalización de aquella obra que la República, por medio de Josep Renau, Max Aub y José Bergamín, encargó a Picasso para la Exposición Internacional de París del 37. Con ello querían atraer la atención del mundo sobre la agresión franquista contra el orden legal y pedir ayuda moral y (sobre todo) material para afrontar la Guerra Civil en marcha. Aquella fecha histórica, 4 de junio de 1937, además de la propia estructura y simbología del cuadro y los mil y un avatares y negociaciones previas a su llegada a España el 10 de septiembre de 1981 reviven ahora en forma de un programa de algo más de una hora, El día que Picasso firmó el Guernica, que EL PAÍS Vídeo emitirá mañana viernes 2 de junio, a partir de las 10.00 h (www.elpais.com), presentado por Carlos de Vega. El espacio incluye, además, las actuaciones musicales en directo –con el Guernica como telón de fondo- de Leyva (Bis a bis) y Rocío Márquez (Firmamento).

Por este espacio, grabado en la propia sala del Reina Sofía donde se expone la obra maestra de Picasso, desfilan algunas de las personas que vivieron de cerca el proceso del viaje español del cuadro hasta su instalación en el Casón del Buen Retiro, primero (1981) y su posterior traslado al Reina Sofía (1992). Es el caso de Álvaro Martínez-Novillo, subdirector general de Artes Plásticas entre 1979 y 1982 y una de las personas que viajó a Nueva York para coordinar la salida del Guernica de la que fuera su casa durante cuatro décadas, el Museo de Arte Moderno (MoMA).

“Fue realmente emocionante”, confiesa en el transcurso del programa Martínez-Novillo, quien recuerda la tristeza de los conservadores del MoMA, el discurso del entonces ministro de Cultura español, Íñigo Cavero; el atasco que una avería de semáforos provocó en Manhattan cuando el camión con el Guernica se dirigía al aeropuerto; y el aterrizaje en Barajas del Boeing 747 Lope de Vega, “con el comandante diciendo a los pasajeros: ‘señores y señoras, han viajado usted con el Guernica en la bodega”.

La historiadora y profesora Genoveva Tusell, hija del entonces director general de Bellas Artes Javier Tusell (uno de los grandes artífices de que el cuadro esté en España), es autora del libro de reciente publicación El Guernica recobrado. Picasso, el franquismo y la llegada de la obra a España. Se trata, muy probablemente, del más exhaustivo y documentado relato nunca publicado sobre aquel acontecimiento. En el espacio grabado en el Reina Sofía, evoca aquellos días en los que ella era una niña pero durante los cuales no se hablaba de otra cosa en su casa. “Hasta tal punto”, asegura, “que llegué a pensar que había sido mi padre el que había pintado aquel cuadro”.

Por su parte, Santiago de Torres, que en 1992 era subsecretario de Cultura y hoy es miembro el Patronato del Reina Sofía, sostiene que “la normalización del Guernica fue paralela a la normalización de la vida de este país”.

En el programa intervienen también Marisa Flórez y Ángel S. Harguindey, respectivamente fotógrafa y responsable del área de Cultura de EL PAÍS en los días en que el Guernica llegó a España. “Recuerdo que a las seis de la mañana ya estaba camino del aeropuerto… había muchísima seguridad, Policía, Guardia Civil, Policía Municipal, Geos… fue muy emocionante porque, como se dijo entonces, aquel día volvía a España el último exiliado”, recuerda Marisa Flórez. Harguindey evoca la tensión y la emoción de aquellos días en la redacción del diario y de todos los medios informativos: “El traslado del Guernica desde el Casón hasta el Reina Sofía fue como el traslado de un jefe de Estado”, explica.

Los artistas Cristina Lucas y Fernando Sánchez Castillo aportan un acercamiento estético y simbólico al Guernica. En opinión del segundo, “es una obra de arte que funciona como un photocall, y que siempre ha funcionado como un fondo en el que nos integramos todos”. Cristina Lucas subraya la capital importancia artística de la obra de Picasso y recuerda que, además de Guernica, otras ciudades como Málaga, Eibar o Durango también sufrieron bombardeos indiscriminados en la Guerra”.

María de Corral dirigía el Reina Sofía cuando este grito desgarrador contra todas las guerras en forma de pintura llegó al museo en 1992. Manuel Borja-Villel es el actual director del centro y, por tanto, el anfitrión del Guernica, una obra de arte que es la auténtica clave de bóveda de la colección, y por encima de eso un verdadero imán popular que garantiza millones de visitas. En el programa de EL PAÍS Vídeo, ambos coinciden en lo esencial; el Guernica no ha de ser ni movido ni prestado. La mayoría de los expertos consideran que el cuadro está en un estado de conservación muy delicado y desaconsejan préstamos o reubicaciones. “Pese a que se encuentra en una situación estable y está perfectamente cuidado”, sostiene Borja-Villel.

Fuente: El País

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