Lorca sale de Madrid, de nuevo, rumbo a Granada

Siempre le costó marcharse de la Residencia de Estudiantes. No regresar, sencillamente, le resultaba una pesadilla. Ahora, 80 años después de su muerte, el legado de Federico García Lorca vuelve a hacer las maletas desde la colina de los chopos en Madrid, con un billete hacia Granada. Allí tiene su nueva casa, el recién estrenado Centro Lorca, esperándole para ocupar las habitaciones con cartas, manuscritos, pinturas, partituras, recuerdos, fotografías y legajos…

Se mudará en otoño, según la sobrina del poeta, Laura García Lorca, que ultima los términos del acuerdo para su acogida estos días con la Junta de Andalucía, sobre todo. Pero antes, una exposición en el lugar donde se ha custodiado su legado los últimos 30 años, lo despide de lo que ha sido siempre su casa desde que entrara por la puerta en el otoño de 1919.

Llegó con alguna maleta en la que cabían algunas mudas y vestimentas, pajaritas, cuadernos, alguna crisis de identidad temprana y un primer libro propio bajo el brazo: Impresiones y paisajes. Es la pieza que abre el itinerario de la exposición, Una habitación propia, comisariada por el catedrático de la Universidad de Granada, Andrés Soria Olmedo, con Erik de Giles, como responsable del montaje y la Residencia y la Fundación García Lorca como impulsores.

Estará abierta desde este miércoles hasta el 31 de julio. “No queríamos que el legado dejara este lugar después de 30 años, sin más. Por eso hemos querido despedirnos de una manera memorable, aunque seguiremos en estrecho contacto con la Residencia, sobre todo con iniciativas académicas”, dice Laura García Lorca. De la solución con la Junta y las instituciones públicas y privadas implicadas -ayuntamiento de Granada, Diputación y Gobierno Cetntral, entre otros- faltan detalles, comenta la sobrina del poeta y presidenta de la Fundación. Pero según el recién nombrado consejero de Cultura en Andalucía, Miguel Ángel Vázquez, «hay muy buena voluntad de todas las partes para llegar a un acuerdo cuanto antes».

Éxitos y fracasos

De tempranos fracasos como el de El maleficio de la mariposa a rotundos éxitos como Poeta en Nueva York, leído años después en sus salones, hay documentos en la exposición que se inaugura en la Residencia de Estudiantes sobre el paso de Federico García Lorca por allí. Cabe todo el entusiasmo y el revulsivo de aquellos años de explosiva juventud en Madrid. De tardes de té a jornadas atléticas, de poemas tempranos a ratos muertos, abstraído por dibujos, canciones populares o charlas y excéntricas amistades, toda la luz del Lorca más consciente de su destino, brilla en la exposición. Encontramos al mediocre estudiante y al rey de todos los salones. Al muchacho adorado, al inquieto y punzante polemista junto al activista titiritero… La muestra da cuenta de todo ese periodo y esa huella, aun profunda en la cultura universal que representó el paso de Lorca por ese paraíso vivo y repleto de talentos en el Madrid de los años veinte.

Han sido años de negociación para solventar el conflicto y los problemas legales y de justificación de gastos que ha atravesado la construcción del Centro en Granada. Entre ellos, los problemas judiciales con el anterior secretario de la Fundación, Juan Tomás Martín, que fue denunciado por apropiación indebida y desfalco y está pendiente de juicio. Tras dos años de auditoría, el futuro del legado parece clarificarse y finalmente recalará en Granada a partir del otoño, apuntaba este martes Laura García Lorca.

El lugar de la colina de los chopos no fue una mera pensión para Federico. “Resultó fundamental para toda su vida. Aquí forjó una parte importante de su obra, proyectos que termina incluso después de cerrar su periodo como residente. Durante los años posteriores, siguió viniendo a dar conferencias, pasó aluna temporada e incluso inició los ensayos de su compañía de teatro, La Barraca”, comenta Soria Olmedo.

Por eso la exposición está dividida en dos partes fundamentales. La de estancia, por un lado, y la de, podemos decir, influjo o influencia. Su llegada fue un choque constantemente narrado en cartas a sus padres, familiares y amigos. Lo impulsó como poeta y dramaturgo, le introdujo en las vanguardias y los círculos artísticos más atractivos de la época, forjó amistades de leyenda, como las de Buñuel y Dalí –a cuya relación de prodigio se dedica parte de la muestra-, pero también las de consagrados como Juan Ramón Jiménez o compañeros de generación como Rafael Alberti y demás.

Fue su lugar en el mundo. Un eje de rupturas y clarividencias. Un motor de revulsión creativa. El espacio que le cambió la vida. Probablemente no estaríamos hablando de Lorca como tal si no hubiese vivido intensamente sus años en la Residencia, si hubiera recalado en otro lugar. “Él es muy consciente y muy claro respecto a todo eso”, asegura Soria Olmedo.

Fuente: El País

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