Cuando les conviene, los utilizan, cuando les estorban, los hacen a un lado y hasta los denuncian ante organismos internacionales. Es lo que hizo el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, Cenidh, con el representante de la ANPDH, Roberto Petray y el monseñor Abelardo Mata en 2007 con el famoso caso de “Rosita”, una menor abusada sexualmente.
En 2003, “Rosita”, de 9 años, se convirtió en niña símbolo de los abusos, y la Red de Mujeres contra la Violencia manipuló el caso y a las autoridades, señalando a presuntos vecinos depredadores sexuales que habían embarazado a la menor.
“Rosita” abortó tras el escándalo de la Red de Mujeres y con el “consentimiento” de su propio padrastro Francisco Fletes Sánchez, quien finalmente resultó ser el violador. Fletes la volvió a embarazar en 2007 y entonces se supo toda la trama y la maniobra de las féminas que siempre supieron quién era el atacante original.
Sin embargo, la “Red” utilizó su propia red para salir del embrollo o al menos enredarlo, y la acusación del Cenidh pareció tener tal fin.
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