La buena actuación del rosarino no le sirve para ganar a Perú y necesitará vencer en Ecuador para asegurarse la repesca del Mundial.
Argentina se aleja cada partido un poco más de la Copa de Rusia. Los encuentros se repiten con independencia del escenario, de la alineación y del rival, condenada como está la Albiceleste. No hay quien meta un gol, ni siquiera Messi, que completó un muy buen encuentro en el frente de ataque, asistente de cuantos delanteros salieron a la cancha, negado nuevamente ante Gallese, el portero de Perú (0-0). Más no pudo esforzarse Messi, salvo marcar, cosa que no hace ni Dios en Argentina, fuera hoy del Mundial a la espera de la última jornada en la que deberá ganar en Ecuador para asegurarse ir a la repesca contra Nueva Zelanda.
La Albiceleste ha descendido hasta el sexto puesto, alejada de la clasificación directa y desbancada también del quinto puesto de repesca, ocupado precisamente por Perú, con los mismos puntos. Perú juega en la última jornada contra Colombia, cuarta con un punto más. Si ambas empatasen, Argentina lograría la clasificación directa ganando a Ecuador. Aumenta por tanto el dramatismo para la Albiceleste, que mereció un mejor resultado, sobre todo por la actuación de Messi. Los muchachos de Gareca pelearon el partido hasta el descanso y después se entregaron a un buen ejercicio defensivo, salvaguardados por su portero, estupendo en los mano a mano con los puntas de Argentina. Un total de 16 goles en 17 jornadas no da para llegar al Mundial.
Argentina tuvo excesiva pausa o demasiada prisa, no encontró el punto al partido, presionada por el vértigo de La Bombonera e intimidada por la virilidad de Perú, un equipo bien parado, que se asocia fácilmente y se estira punzante con Paolo Guerrero. El partido fue un ir y venir de Di María hasta que apareció Messi. El 10 enganchó el cuero como la zona de tres cuartos, empeñado en ser Riquelme y Maradona, obcecado en sortear desde el delantero centro al portero, excesivamente acelerado, convencido de que tenía que solucionar la contienda en un mano a mano con Pedro Gallese.
Messi recibía la pelota con la misma facilidad que le encimaban los zagueros de Perú. El partido había sido diseñado en la grada y en la cancha para el lucimiento del 10. Incluso se quitó Dybala para no incomodar al rosarino, que no daba nunca con Benedetto, el artillero de Boca, sustituto de Icardi. Tres alineaciones distintas ha montado Sampaoli en tres partidos y no acaba de cuadrar el mejor equipo para Messi. Al azulgrana le faltaba finura y precisión para armar el tiro y salir del último regate, incapaz de enfocar el arco de Perú.
Generar una ocasión
A Argentina le cuesta Dios y ayuda generar una ocasión, escasa de juego y de profundidad, expuesta también a los contragolpes del contrario, como se advirtió en un tiro franco de Farfán. Los dos únicos disparos a portería de Argentina antes del descanso fueron en cualquier caso de Messi, el último precioso, junto al palo derecho del meta de Perú. El guion aseguraba que Argentina tenía que ganar sí o sí con un gol del 10, neutralizado por la marca escalonada de Perú, relativamente cómodo con el partido en el campo de Boca. No tenía Sampaoli un plan B.
No hay quien tire un desmarque, nadie mueve la pelota, nunca se defiende ni ataca como un equipo, muy limitada colectivamente la Albiceleste. No juega ni remata sino que anda y tropieza, lenta y previsible, sin luces ni espacio en la cancha de Perú. Los muchachos de Gareca no parecieron nunca interesados en ganar el partido a pesar de la desorientación de Argentina. Los seleccionadores llegan y se van, los jugadores cambian constantemente, varían los sistemas y Messi sigue sin encontrar el arco en Argentina y en Venezuela, sin suerte en América.
No tiene suerte el 10, que se arrancó con rabia en el segundo tiempo con una jugada con dos remates: el meta le sacó un disparo a Benedetto después de un pase de Messi y acto seguido Messi remató al palo derecho de Gallese. A falta de un volante con línea de pase y de un enganche clarividente, por un momento apareció Mascherano para habilitar Messi. No hay noticias de la última jugada de gol de Argentina. Habría que recordar los partidos del año pasado y reparar en el choque con Colombia. Messi, sin embargo, no desfallecía en La Bombonera.
El rosarino le dio un gol a Rigoni y falló igual que con anterioridad había errado Papu Gómez. Perú se achichó cada vez más y quedó reducido a Gallese, un portero estupendo, fuerte con los pies y las manos, excelente a la hora de reducir los espacios, sobre todo frente a Benedetto. La fatalidad aumentaba a cada minuto para la Albiceleste por los disparos a los postes, las ocasiones falladas, las paradas de Gallese, los bloqueos peruanos y los cambios fallidos: Fernando Gago duró tres minutos antes de volverse a lesionar y ser sustituido por Enzo Pérez.
Ya no hubo quien arreglara el choque porque Messi, derrengado por el esfuerzo, no acertó en las jugadas más fáciles, dos tiros libres que parecían hechos a su medida, para marcar o para asistir, para hacer ganar a Argentina. No atinó el 10 y el encuentro se acabó con un lanzamiento directo de Paolo Guerrero que sacó Romero. La intervención del meta argentino permitió que su equipo pueda ser quinto e ir al repechaje si gana en Quito en el último partido de la fase de clasificación, toda una tortura para la Albiceleste de Messi.