Después de todo, no es tan fiero el león como lo pintan. La rudeza del Ing. Enrique Bolaños en su trato hacia todo lo que tuviera que ver con el sandinismo, se tornaba en pura blandenguería –rayana en la permisividad-, hacia aquellos próximos a su persona en el gobierno.
Fausto Carcabelos era uno de los que al parecer abusaban del anciano político, quien se la pasaba amenazándolo por sus irresponsabilidades, para al final terminar promoviéndolo en cargos cada vez más altos.
De la petición a que renunciara durante la campaña electoral de 1996 por sus amoríos encubiertos con una dama de la parentela partidaria y el descuido de su trabajo, Bolaños pasó al completo chinchineo, tal y como si de su nieto preferido se tratara.
En 1998 volvió a “hacerse el bravo” con Carcabelos por la deficiencia con que el muchacho administraba la Vicepresidencia, no obstante, durante el gobierno de Bolaños llegó a ser viceministro de Transporte, viceministro de Hacienda, Director de Aduanas y Director de Migración y Extranjería. ¿Sería algún principio de Alzheimer?
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