Avil Ramírez se vio obligado a explicar a la directiva de AMCHAM su proceder ante el empresario César Zamora, quien lo señaló como el responsable de reproducir falsedades que en su contra realizó el venezolano Carlos Ponce, director del organismo de la CIA, Freedom House.
En carta fechada el 13 de octubre pasado y enviada a la Junta Directiva de AmCham, Ramírez expone una serie de presuntas calumnias que habría emitido en su contra Zamora, y hasta cita al presidente del Cosep, José Adán Aguerri, quien le habría notificado al presidente de AmCham, Álvaro Rodríguez, “que iría con todo frente a mi persona y contra AmCham”.
Incluso señala que Aguerri habría dicho que haría lo que tuviera que hacer, aunque Avil Ramírez fuera de la CIA y tuviera protección de la Embajada de Estados Unidos.
La disputa entre estos dos personajes dio mucho de qué hablar y culminó al desistir un judicial de continuar con el caso por abandono de la causa al no estar presente el abogado de Ramírez, que presentó mediante poder la querella en contra de Zamora.
El alboroto lo inició el venezolano Ponce, quien no sabemos con qué poder amenazó a empresarios nacionales y extranjeros con la “Ley Magnitsky”, de Estados Unidos, que consiste en establecer sanciones a quienes se relacionan económicamente con gobiernos que no son del agrado del sistema norteamericano.
De inmediato hubo reacción de los medios opositores al gobierno, que desplegaron sus titulares “echándole leña al fuego” y con un manejo sesgado a favor de Ramírez.
Zamora reveló en su momento que Álvaro Rodríguez, presidente de AMCHAM, le dijo que “no tenía validez lo que había hecho Avil Ramírez” y quizás eso originó la lacrimosa misiva de Ramírez explicando las razones que tuvo para enjuiciar a Zamora sin haber notificado a la entidad a la que pertenece.
Ramírez, sostuvo Zamora, envió un condensado de lo dicho por Carlos Ponce en su contra a uno de sus hijos que estudia en Estados Unidos y a los contactos del vástago, con el fin de que se conociera de una “lista negra” que presuntamente había elaborado el gobierno norteamericano para sancionar a empresarios nicaragüenses.
Según precisa Ramírez en la carta enviada a AmCham, como respuesta Zamora habría proferido todo un compendio de injurias en su contra, entre las que se encuentran: cobarde, falto de ética, trapero, vil, traidor, mezquino y perpetrador de un acto criminal.