Colusión de mediadores y golpistas

Faltan algunos, es cierto, pero la plana mayor del intento de golpe de Estado ya se puso en evidencia ante la población. El CENIDH, el IEEPP, el Movimiento por Nicaragua, Movimiento “María Elena Cuadra”, Funides, Cosep, Faganic, CPDH, ANPDH, La Prensa, Confidencial, la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, algunos obispos católicos, etc.

Están coludidos desde 2007 y pese a que cada vez hay más rechazo al fracasado “golpe suave”, continúan aferrados a tal posibilidad como náufrago a la tabla. Es que no les quedan más asideros y por eso es que no les importa mentir, denigrar, asediar y atacar con furia demencial a todo lo que huela a sandinismo.

Aún tienen mucho dinero y por eso es que llevan más de un mes con su “contrarrevolución de colores”. Los dólares y el apoyo de la potencia imperial, les proveen arrestos para insultar soezmente al mismo secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien les ha cumplido al pie de la letra todas sus peticiones. Todas, menos una: el golpe de Estado.

Y por ahí los agarró la impotencia. Para llevar a feliz término un “golpe suave” para un país pequeño y vulnerable como Nicaragua, hace falta la complicidad de organismos regionales como la OEA, y mundiales como la ONU. En este caso ninguno apoya a los golpistas y más bien se han pronunciado por una solución a través del diálogo.

El problema es que el MRS y sus acompañantes en la aventura golpista, incluidos los “autoconvocados”, cada vez desean saber menos de diálogo. La posición de la OEA y la ONU no estaba en su guion, lo que los ha confundido y a la vez enfurecido.

Por eso el encuentro en el Seminario de Fátima luce estancado. Ahora resumieron sus peticiones a lo que anhelan desde hace más de una década: sacar al presidente Daniel Ortega del poder y aprovechar el posible desconcierto que esto supondría, para asestar un golpe mortal al sandinismo.

La intolerancia, la maldad y el odio de los líderes del MRS y sus seguidores, incluyendo a las ONG opositoras, está más que exhibido. Con tal de sacar al mandatario no les importa matar de hambre al pueblo, cuyo nombre utilizan beatos y profanos para justificar sus aborrecibles acciones.

Ahora que la OEA y la ONU le dieron la espalda al golpe de Estado, piden a gritos que Almagro, en quien habían cifrado todas sus esperanzas, deje de “apoyar” al gobierno de Nicaragua y no se inmiscuya en nuestros asuntos.

«Lo que ustedes quieren son variables antidemocráticas para sacarse de encima a Daniel Ortega, ese no es un camino que vamos avalar. Lo siento mucho”, les dijo el Secretario General de la OEA, y por eso han decidido “resolver” ellos el asunto del golpe.

De ahí las posiciones innegociables con que llegaron a la cita del miércoles 23 de mayo. Quieren forzar una respuesta violenta del gobierno con la esperanza de que la población se insurreccione.

Pero ha ocurrido lo contrario. La ciudadanía está harta de los tranques que le impiden la movilización. Miles han perdido su trabajo y se cuentan por centenares los pequeños negocios que han cerrado. Incluso la transnacional Coca Cola envió a más de cien empleados de vacaciones debido a que sus ventas se han reducido drásticamente, y por el mismo camino van otras empresas de su tipo.

Hay que estar claros de que los golpistas no levantarán los tranques, por el contrario, ordenaron poner más el miércoles. Es que es su último recurso, intentarán paralizar el país mientras fingen estar en una mesa de diálogo en la que los presuntos moderadores religiosos, emanan aliento mefítico en sus declaraciones en contra del sandinismo.

Es en este momento en que los golpistas constituyen un peligro grave para la población. Andan como animales heridos y en su paroxismo quieren llevar al país a una situación de destrucción total.

Pese a las dudas, se suponía que los obispos serían los garantes de un diálogo respetuoso y encaminado al entendimiento. El gobierno ha estado anuente a atender los reclamos, los curas y sus amigos opositores alientan la confrontación.

Si no desisten de sus intentos golpistas, la situación podría ponerse “color de hormiga”. No hay presagios buenos por el momento y por el contrario, en las redes sociales cada día crecen los llamados a despejar las calles y carreteras bloqueadas por los tranques. La sangre que corra manchará muchas sotanas.

 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *