Una danza de millones dólares gira en torno a la injerencia de las agencias estadounidenses que promueven los “golpes blandos” a nivel regional. Muchas son las preguntas que surgen respecto al destino de estas inmensas cantidades de dinero y la legalidad de esos fondos – que en nada decepcionó a sus receptores- cuyo objetivo prioritario es la de suscitar las llamadas “revoluciones de colores”.
¿Qué son la USAID y la NED?
Como herramientas para ejercer el poder blando desde hace varios años, Estados Unidos cuenta con agencias gubernamentales como la USAID (Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU), que depende directamente del Departamento de Estado y es el ariete de sus proyectos de intervención no convencional en Latinoamérica desde 1961.
Para 2013 la USAID había distribuido más de 200 mil millones de dólares en «ayudas» militares y económicas a los países donde EEUU ejerce dominio en protección de sus intereses. Para ello «ayuda» de diversas maneras como préstamos para el desarrollo, asistencia técnica, fondos para emergencias y, sobre todo, apoyo militar y político con énfasis en estrategias de espionaje, desestabilización e intervención armada y/o político-financiera.
Por otra parte, a partir de la Guerra Fría, el Congreso estadounidense mediante una propuesta de Ronald Reagan creó la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) para prestar ayuda a los disidentes de la Unión Soviética y sus zonas de influencia.
Desde 1983 subvenciona estructuras que se encargan de redistribuir en el exterior el dinero del que disponen entre asociaciones, sindicatos obreros y patronales, así como partidos de derecha y de izquierda.
Es así como el Congreso estadounidense puede financiar directa o indirectamente la intervención en cualquier país del mundo. Al ser «no gubernamentales», las ONG pueden desarrollar agendas políticas que las embajadas no pueden asumir sin violar la soberanía de los Estados anfitriones.
Largo prontuario en Latinoamérica y el mundo
La USAID opera en el África subsahariana, Asia, América Latina y el Caribe, Europa, Eurasia y Oriente. Decide, financia, dirige y controla planes, programas y proyectos vinculados con el desarrollo de la agricultura, la democracia y la gobernabilidad, el crecimiento económico y el comercio, la educación y las universidades, el medio ambiente y las alianzas mundiales para preservar el nuevo orden mundial capitalista con el pretexto de la «asistencia humanitaria».
Sin embargo, su actuación determina a fondo la vida política de los países latinoamericanos donde interviene. Dos casos:
– En Haití: la USAID organizó, orientó y financió varias de las organizaciones políticas haitianas que provocaron el secuestro y golpe de Estado contra Jean-Bertrand Aristide en 2004. El senador demócrata Christopher Dodd señaló que la USAID había destinado 1.2 millones de dólares para entrenar a los rebeldes de Haití, para más de 20 mil fusiles M-16 y equipos militares de alta tecnología suministrados por el ejército de la vecina República Dominicana.
– En Honduras y Nicaragua: la USAID y varias ONG de Europa apoyaron la persecución contra los maestros hondureños, gremio que fue uno de los más combativos en la resistencia al golpe de Estado contra Manuel Zelaya. Varios de sus miembros fueron asesinados. Igual en Nicaragua, donde el sello y el financiamiento de la USAID se hizo visible por promover a las principales ONG y partidos de oposición que organizan las protestas violentas contra el gobierno de Daniel Ortega.
Algunos datos de la NED:
– La rama empresarial de la NED es el Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE, por sus siglas en inglés) que agrupa a Transparencia Internacional. Su corresponsal a comienzos del siglo XXI era Pedro Carmona Estanga.
– Su rama sindical, el Centro Americano para la Solidaridad de los Trabajadores (ACILS, por sus siglas en inglés), participó activamente con la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) en el golpe de Estado perpetrado en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez en 2002.
Desde 2002 la presencia de la USAID en Venezuela ha sido para promover y asegurar la salida del chavismo del poder, para lo cual ha financiado partidos y organizaciones políticas y medios de comunicación en Venezuela, potenciando su estructura e influencia y enriqueciendo a sus dirigentes con dólares, asesoría estratégica y recursos para sus actividades políticas y no políticas.
Sin acuerdo ni autorización alguna del gobierno de Venezuela para estar en el país, ha financiado y ayudado a diseñar cada campaña electoral del antichavismo, atizando el conflicto político y violando los más básicos principios de soberanía y autodeterminación de los pueblos.
Ya entre 2002 y 2003 funcionarios del gobierno estadounidense financiaban a partidos y medios antichavistas con la expectativa de que estos últimos debían ser reforzados, mientras ONG como Súmate, Ciudadanía Activa, Voto Joven, Sinergia, Cedice, Radar de los Barrios, Espacio Público y otros, fueron conformados a la luz de este financiamiento.