Las posibilidades de que el recurso tenga éxito son casi inexistentes, pero es un paso legal obligado para llevar el caso ante tribunales internacionales.
La destituida presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, apeló ayer ante el Tribunal Supremo la sentencia del juicio político que la sacó del poder y pidió la anulación del resultado. Mientras que, luego de asumir el mandato, Michel Temer dejó el gobierno en manos del titular de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, para viajar a la cumbre del Grupo de los 20 (G20).
Rousseff, destituida el miércoles por el Senado brasileño tras cinco años y medio en el cargo, pidió al Supremo Tribunal Federal (STF) que emita un rápido fallo provisional que deje sin efecto la oficialización de Temer como jefe de Estado. En caso de una primera sentencia favorable, el ex vicepresidente y antiguo aliado político de Rousseff volvería a ocupar la presidencia sólo de forma interina. Las posibilidades de que el recurso de Rousseff tenga éxito se consideran muy bajas. El propio STF, el máximo órgano de la Justicia brasileña, estuvo a cargo del juicio político en el Senado y rechazó anteriormente los recursos presentados contra el proceso de impeachment.
Rousseff niega haber sido responsable de “delitos de responsabilidad” por manipulaciones de las cuentas públicas ocurridas durante su gobierno, la acusación formal por la que la Cámara alta del Legislativo la destituyó en una votación que superó la mayoría necesaria de dos tercios (al final, 61 de 81 senadores). La ex presidenta presentó ayer argumentos que cuestionan la base jurídica del juicio apuntando a la Constitución vigente.
Por otro lado, Rousseff abandonará pronto la residencia presidencial de Brasilia y regresará a su departamento de Porto Alegre, la capital del estado de Rio Grande do Sul (sur), donde construyó su carrera política y donde vive su familia. Tiene 30 días para dejar el Palacio de la Alvorada, con la mudanza pagada por el Estado y el derecho a usar un avión de la Fuerza Aérea por última vez, según el diario Folha de Sao Paulo. Además, podrá tener, en su carácter de ex funcionaria, cuatro guardias, dos asistentes y dos choferes.
Mientras tanto, en su primer discurso como presidente de Brasil, Temer formuló un llamado a la reconciliación, tras las disputas ocurridas por el polémico juicio político que destituyó a Rousseff. “No podemos mirar hacia adelante con los ojos en el pasado. Mi único interés es entregar a mi sucesor un país reconciliado, pacificado y con ritmo de crecimiento”, afirmó el mandatario, que enfrentará una tormenta política y social con apenas un diez por ciento de aprobación popular. “Asumo la presidencia, después de la decisión democrática y transparente del Congreso”, sostuvo en su discurso ante el Senado. “Este es un momento de esperanza y de retomar la confianza en Brasil, la incertidumbre llegó a su fin”, confió Temer en cadena de radio y televisión. El cuestionado mandatario, cuya gestión concluirá el 31 de diciembre de 2018, exaltó que es hora de unir al país y colocar los intereses nacionales por encima de los intereses de los grupos. “El orden y el progreso siempre caminan juntos. Y juntos vamos a hacer un Brasil mejor”, concluyó.
Con el título oficial de presidente, Temer viajó inmediatamente a China para participar en la cumbre del G20 de potencias industrializadas y emergentes, donde espera elevar el perfil de Brasil. Es su primer compromiso con la máxima responsabilidad política. En una reunión de gabinete, antes de iniciar la gira asiática, dijo a sus ministros que su objetivo es demostrar a la comunidad internacional que Brasil es un país unido y con estabilidad. Temer volverá a dejar el país a mediados de septiembre, cuando participe en la Asamblea anual de Naciones Unidas, en Nueva York.