El Fondo Monetario Internacional (FMI) da un paso atrás y se desmarca de la proyección de crecimiento que hizo para Estados Unidos hace solo tres meses, al ver que el plan de estímulos del presidente Donald Trump no termina de concretarse por el caos que domina en el seno de la administración y en el Congreso. Considera incluso que con “una constelación ideal” de políticas, el crecimiento potencial será menor del proyectado en su presupuesto y llevará más tiempo materializarse. Es una manera diplomática de decir que la promesa de duplicar el crecimiento es irreal.
La consecuencia inmediata de este análisis es que el FMI toma la tijera y rebaja las previsiones. Ahora anticipa una expansión del 2,1% este año, dos décimas menos de lo que dijo en abril, y prevé que se mantenga a ese nivel el próximo, lo que representa un recorte en este caso de cuatro décimas. Es, en cualquier caso, un repunte frente al débil 1,6% registrado el pasado 2016, el último año en el que demócrata Barack Obama estuvo de presidente. Donald Trump promete que su plan de estímulos lo lleverá por encima del 3%.
El FMI señala que la incertidumbre entorno a las políticas prometidas por Trump es “significativa” y por eso explica que opta por una proyección que implica que no habrá cambios a corto plazo, porque el plan del presidente no termina de avanzar. Por eso opta por retraerse y no tener en cuenta el efecto potencial que podrían tener medidas como la reforma fiscal, porque no está claro qué puede salir adelante. El potencial de crecimiento lo calcula en el 1,8%.
La premisa es que para que los cambios de política tengan éxito, es necesario un crecimiento potencial que se sostenga a unos niveles más altos. A partir de ahí afirma que una aceleración superior a un punto porcentual como la que proyecta Trump es “improbable”. Echando un vistazo al pasado indica que los casos en los que se produjo algo similar están contados y se asocian a una recuperación tras la recesión.
El crecimiento de EE UU es, según Alejandro Werner, «demasiado bajo y desigual» pese a estar en una situación de pleno empleo. Los retos, añade el economista de FMI, son similares a los de otras economías avanzadas: la productividad es baja, la fuerza laboral se contrae, el cambio tecnológico empieza a tener efectos en el mercado laboral, la población envejece, hay una disparidad en la cualificación de los empleados y los sueldos se polarizan.
Dos datos. El índice de pobreza es de los más altos entre las economías desarrolladas, con el 13,5% de la población, y más de la mitad de los hogares tiene menos ingresos ajustados a la inflación que son inferiores a los de 2000. En otras palabras, el FMI pone en evidencia que la situación actual es muy diferente de la que se vivió hace tres décadas, también porque la coyuntura global no es tan favorable.
Múltiples desequilibrios
Aunque el FMI reconoce que la economía de EE UU vive la tercera expansión más prolongada desde 1850 y el producto interior bruto es un 12% más alto que el pico antes de la crisis, ve múltiples desequilibrios a medio plazo. Junto a la desigualdad social, cita la sostenibilidad de las cuentas públicas por la escalada de la deuda, un dólar moderadamente sobrevalorado y un deterioro de la inversión.
Y como ya dijo en análisis pasados, advierte de que “el modelo económico no funciona todo lo bien que debería para generar una prosperidad que sea compartida”. Pero eso urge actuar en varios frentes a la vez, con un plan económico que mejore la calidad de vida del estadounidense medio. Por ejemplo, pide que la reforma sanitaria se “afronte con cuidado” y que se potencie la educación.
El FMI comparte la causa por un incremento significativo del gasto público en infraestructuras y considera fundamental una reforma que simplifique el sistema tributario. Apoya, incluso, que se modernicen acuerdos comerciales como el que rige los intercambios con México y Canadá o que simplifique la regulación para estimular el crecimiento y el empleo, pero de tal manera que evite consecuencias negativas. «Son políticas que pueden elevar el potencial», reitera Werner.
En cuanto a la inmigración, considera oportuno una reforma que permita captar mano de obra cualificada para así elevar la participación laboral y la productividad. El FMI destaca así su efecto positivo como potenciador del crecimiento porque compensa el efecto demográfico. Respecto a la política monetaria considera que la Reserva Federal debería continuar con la retirada gradual de los estímulos, marcando bien el camino para evitar volatilidad. Considera que está justificado que se empiece a reducir el balance.
Fuente: El País