La denuncia hecha por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sobre la presencia del Comando Sur en la Embajada EEUU en su país, con el fin de promover acciones contra su Gobierno, trae a la memoria la guerra sucia que sufrió Nicaragua en los 80, en la que las administraciones de turno gringas instigaron, sin éxito, el derrocamiento de la Revolución Sandinista.
Con la llegada de Ronald Reagan al poder, en EEUU se inició una guerra armada convencional y sicológica, acompañada por una “guerra de baja intensidad” en contra de nuestro país y su revolución, orientada desde la Casa Blanca y ejecutada en la Embajada, teniendo como tristes aliados a la misma derecha sumisa, a quienes, una vez más, no les importó venderse y con ello a la soberanía nacional, sumada a la sangre de miles de nicaragüenses.
En ese tiempo, la agresión de la plataforma Reagan tenía como intermediarios dentro del sector republicano de ultraderecha al senador Jesse Helms, la embajadora norteamericana en la ONU, Jean Kirkpatrick y el reverendo Jerry Kalwll, quienes eran los impulsores y garantes del apoyo total partidario al guerrerismo y de cualquier otra forma de intervención en Nicaragua.
Financian, conspiran, arman y entrenan
Bajo el argumento de “no permitir la entrada del comunismo al patio trasero”, así se referían a Centro América”, Reagan y su aliados se dieron a la tarea de reunir a ex miembros de la Guardia Nacional para conformar un grupo armado, que se conoció como contrarrevolución, los armó, entrenó y aprovisionó para que derrocaran al Gobierno Sandinista, misión que no pudieron concretar.
En su locura senil Ronald Reagan llegó a decir de forma pública que él era un “Contra”, como eran conocidos sus «freedom fighters» («luchadores por la libertad»), famosos por sus actos de barbarie cometidos en las montañas de Nicaragua en contra del campesinado. A ellos, aseguró Reagan, no los iba a abandonar nunca, y así lo hizo por dos mandatos, en los que los proveyó de miles de millones de dólares en armamento sofisticado y logística.
Todo este modelo de intervención es conocido por los nicaragüenses que vivieron la década de los 80, con las denuncias que realizara el mandatario venezolano sobre la presencia de miembros del Comando Sur en la embajada USA en su país, quienes tienen la misión de realizar acciones desestabilizadoras y de sabotaje en contra de su administración y de la población.
Maduro presentará pruebas
Durante una reunión del Consejo Político del Alba, el presidente Maduro aseguró tener pruebas de cómo el Comando Sur, a través de su personal, ha colocado funcionarios en la Embajada de Estados Unidos en Venezuela para dirigir el Plan Buitre, de sabotaje a la economía y de violencia, en un momento en el que supuestamente existe un acercamiento entre los dos Gobiernos.
Igualmente, indicó que las pruebas serán presentadas en una comisión especial con representantes de Washington que se instaurará en los próximos días. La Embajada de Estados Unidos en Caracas todavía no emite comentarios sobre las aseveraciones del mandatario venezolano.
Esta denuncia de Maduro se suma al rechazo que la Cancillería hiciera a unas declaraciones de un funcionario del Departamento de Estado estadounidense, en las que expresaba “preocupación” por la supuesta inhabilitación de seis “opositores” presuntamente propuestos como candidatos para las elecciones parlamentarias de diciembre.
El Presidente de Venezuela mencionó unas declaraciones hechas hace unos meses por el jefe del Comando Sur de EE.UU., el general John Kelly, en una sesión del Congreso, sobre el riesgo de un colapso en Venezuela. “Ustedes saben que un General del Ejército de Estados Unidos no vaticina, sino que ordena, ejecuta, actúa, y la derecha maltrecha venezolana obedece”, sostuvo.