En mitad de la asfixiante pelea con Italia por la clasificación para el Mundial 2018, lo extradeportivo enturbia el ambiente en la selección
Las palabras de Piqué y Diego Costa en Murcia, los últimos ejemplos
Todos los periodistas que siguen habitualmente a la selección reciben un SMS al final del día con los horarios del día siguiente. Entrenamientos, atención a los medios, etc… El miércoles, ya jueves pues eran casi las dos de la madrugada, ese mensaje cambiaba completamente los planes previstos. De repente, el entrenamiento se retrasaba una hora, se anunciaba a Marco Asensio y a Asier Illarramendi en rueda de prensa y, lo más llamativo, se cancelaban todas las entrevistas individuales pactadas. Se indicaba, además, que los jugadores tenían libre hasta las 23.30 horas.
No es difícil intuir la relación entre esos cambios y lo que poco antes había ocurrido en la zona mixta de la Nueva Condomina. Por allí había pasado Piqué, silbado (también aplaudido) durante el partido contra Colombia y que culpó a la prensa, así, en general, de lo que está ocurriendo. Después apareció Diego Costa, que no había jugado siquiera un minuto, y sin que nadie se lo pidiera se puso delante de los micrófonos para decir que Conte no le quiere y que él quiere fichar por el Atlético. ¿El empate contra Colombia? Bien, gracias.
El ambiente en la selección es tenso. Lo es desde hace un tiempo y ya no está Vicente del Bosque para apaciguar los fuegos, tanto los que llegan desde los despachos de la Federación, más agitados que nunca estos días pues la sucesión de Villar -al que nadie ve cumpliendo el mandato recién estrenado- tiene a todos en alerta, ni los que se generan en un vestuario muy difícil de gobernar. El del miércoles en Murcia no es el único jaleo de los últimos tiempos. Atendiendo solamente a los nueve partidos que lleva Lopetegui en el cargo, basta decir que en cinco de ellos ha habido cuestiones ajenas al fútbol que han dejado los resultados en el anonimato.
Cuestión de mangas
Un leve ejercicio de memoria. Los movimientos empezaron en Udine (6 de octubre). «Tengo el culo pelao. Los que me critican acabarán callados», fueron las palabras de Ramos tras cometer el penalti que supuso el empate de Italia. Tres días después fue en Shköder (Albania), donde el asunto Piqué resurgió a cuenta de cortarse las mangas de la camiseta: «Es momento de decir basta. El Mundial será mi último con la selección», dijo mientras una persona del equipo de comunicación enseñaba la camiseta de manga larga en una imagen desconcertante.
Llegó marzo. Y llegó Gijón, el día 24: «Algunos inventan cosas», dijo Isco poco después de que Cesc colgase un tuit mostrándose en el cine a la hora del partido. Cuatro días más tarde, el 28, emergía de nuevo Piqué: «Nunca trabajaría para el Real Madrid, no me gustan sus valores», afirmó. Y lo más reciente, lo del miércoles. En Murcia, por cierto, sobrevino también el primer enganchón de Lopetegui con los periodistas a cuenta de una conversación que tuvo en el entrenamiento del martes precisamente con Piqué. «No doy crédito a cómo se puede inventar una conversación», dijo en un tono desafiante.
¿El fin de las entrevistas?
Viene desde hace meses esa sensación de nerviosismo. Incluso desde antes de la Eurocopa. El tema de las entrevistas individualizadas está en permanente revisión y los más veteranos en el seguimiento de España sospechan que se acabarán más pronto que tarde. En la Federación no sienta nada bien que los medios aprovechen las concentraciones de España para preguntar a los jugadores por cualquier cosa menos por España. «Como los clubes no os dan nada, venís aquí a por todo, y eso no puede ser», es una de las frases de cabecera en Las Rozas, donde apenas hace falta un acuerdo entre Ramos, Piqué y Busquets para que las entrevistas mueran.
La amistad de María José Claramunt, la directora de la selección, con algunos de los pesos pesados, el interés profesional de los futbolistas y el empuje que, con más o menos carisma, imprimen los que van llegando permite a España seguir navegando pese a que el barco zozobra. Y todo en medio de una fase de clasificación asfixiante, donde el mano a mano con Italia no admite despistes, tampoco en Macedonia. Todo con tal de llegar al menos empatados al duelo directo del 2 de septiembre en el Bernabéu. Partido en Madrid. Piqué. Tras la Supercopa veraniega…
Fuente: El Mundo