El paro contra el Gobierno en Ecuador, así como las constantes protestas en Venezuela, indican que la guerra de EE.UU. contra los regímenes independientes en América Latina está entrando en su fase decisiva, sostiene el analista Serguéi Kozhemiakin.
Para derrocar a los líderes de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y otros países, EE.UU. ha asignado miles de millones de dólares y a sus mejores expertos en inteligencia, escribe el analista en un artículo para el periódico ‘Pravda’, donde explica que «el objetivo de Washington es eliminar la ‘amenaza roja’ y restaurar la hegemonía sobre el continente».
En opinión del autor, «los intentos de un golpe de Estado en Venezuela, Ecuador, etc. solo son la parte visible del iceberg», mientras que en realidad, «la guerra secreta de Estados Unidos contra los regímenes independientes de América Latina no se detiene ni por un minuto».
En esta guerra, opina el analista, EE.UU. utiliza varias armas, entre las cuales se encuentra una «poderosa campaña de información, ataques económicos y la subversión de los políticos sobornados de la oposición».
«La naturaleza violenta de esta presión está relacionada con el hecho de que los regímenes de izquierda han cuestionado los derechos exclusivos del capital estadounidense, que durante casi dos siglos se consideraron intocables», subraya el autor del artículo, que pone como ejemplo un crecimiento impresionante del volumen de comercio exterior de América Latina con China, que el año pasado alcanzó los 280.000 millones de dólares.
Washington admite abiertamente que, al distraerse con las campañas militares en el otro lado del océano (en Afganistán, Irak, Libia), ha perdido lo que denomina despectivamente su «patio trasero», y ahora intenta corregir este error, apunta Kozhemiakin.
Hoy en día, prosigue el experto, una fuerte presión de Washington está siendo experimentada por todos los regímenes de América Latina «que no son suficientemente leales a su hegemonía», pero sus principales objetivos ahora son los países más persistentes, como Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
En cuanto a Cuba, el analista explica que después de los últimos 50 años EE.UU. se ha dado cuenta de la ineficacia de su política de ‘palo’, y ha decidido cambiarla por la de ‘zanahoria’.
«Sin embargo, no hay duda de que el objetivo final de esta amabilidad demostrativa es el cambio del poder» en este país caribeño, afirma Kozhemiakin.
«En los próximos años, las fuerzas progresistas de América Latina tendrán que enfrentarse a una lucha severa. Los grilletes ya están forjados, pero aún está por ver si millones de personas en el continente quieren volver a ponérselos», concluye el autor.