América Latina ha sufrido una constante agresión dirigida desde Washington durante más de doscientos años. Tácticas y estrategias de guerra sucia han sido aplicadas en los distintos países de la región, incluyendo a Nicaragua, desde golpes de Estado, asesinatos, magnicidios, desaparecidos, torturados, dictaduras brutales, atrocidades, persecución política, sabotajes económicos, guerra mediática, subversión, infiltración de paramilitares, terrorismo diplomático, intervención electoral, bloqueos y hasta invasiones militares.
Durante el siglo XX, Washington logró imponer su agenda por toda Sudamérica, instalando dictaduras bajo su mando y luego gobiernos neoliberales que seguían las órdenes del Fondo Monetario Internacional y el Consenso de Washington. Aislaron a Cuba con un bloqueo económico, y después de las guerras sucias en Centroamérica en los años setenta y ochenta contra el Gobierno sandinista en Nicaragua, con el artero argumento de la «amenaza comunista» en la región.
Sin embargo, ante todas estas maniobras, los EEUU no pudieron contener que la semilla de esperanza, de dignidad y de liberación germinara por toda la región. Los pueblos se estaban levantando, la llama de la libertad soberana estaba prendida de nuevo.
De inmediato, Washington activó sus redes al sur de la frontera, donde desde décadas mantenía grupos paramilitares, organizaciones políticas, medios de comunicación, instituciones y agencias a su servicio. Reiniciaron la maquinaria de agresión, esta vez de una escala mayor. Las garras imperiales intentaban sumergirse en las tierras libres de Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras y en cualquier rincón que olía a revolución.
Washington buscaba la fórmula de neutralizar la expansión revolucionaria en la región. Estaba moviendo sus piezas, aumentando el financiamiento a los partidos políticos y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que promovían su agenda. Las dos principales agencias financieras de Estados Unidos establecidas para realizar gran parte del trabajo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) pero con una fachada legítima, ampliaron su presencia por toda América Latina.
Es así que la Agencia del Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), el brazo financiero del Departamento de Estado, la National Endowment for Democracy (NED), el Instituto Republicano de Investigación (IRI) yFreedonm House, entre otros “organismos humanitarios”, inicia una nueva estrategia injerencista que se conoce como “golpe suave” en contra de los gobiernos de Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Cuba.
Fue en el año 1983 que éste concepto fue creado y desde entonces ha instalado gobiernos subordinados al poder imperial desde Suramérica al Cáucaso y Asia. A través de la creación de una serie de “fundaciones” como el Instituto Albert Einstein (AEI), National Endowment for Democracy (NED), el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI) y Freedom House, entre otras, el gobierno de Estados Unidos comenzaba a filtrar financiamiento y asesoría estratégica a partidos políticos y organizaciones sociales que promueven su agenda en países con gobiernos no alineados con los intereses estratégicos de Washington.
En Nicaragua, el departamento de Estado, a través del Instituto Demócrata Nacional (NDI), continúa siendo una de las agencias gubernamentales de los Estados Unidos, que utiliza para canalizar fondos y financiar a grupos de político y ONG opositores con los cuales intenta promover un cambio de gobierno.
Este organismo cuenta con varios proyectos para encubrir su rol, como formulador de planes subversivos y desestabilizadores en países progresistas, entre estos se destacan programas dirigidos a promover el liderazgo y la capacitación de jóvenes activistas.
La agencia destina más de 5 millones de dólares anuales en el caso de Nicaragua. El último evento financiado por el NDI con este enfoque estuvo enmarcado en las actividades colaterales de la mediática Convención Nacional Demócrata. Desde Washington, destinaron cerca de 1 millón de dólares para organizar el denominado Foro Internacional de Lideres (ILF) con el propósito de facilitar el intercambio entre activistas políticos de la «Sociedad Civil» de diversos países del mundo.
Entre los invitados más «Ilustres” del NDI estuvieron el cabecilla contrarrevolucionario cubano Manuel Cuesta Morua de Arco Progresista y miembro de la Mesa de Unidad de Acción en Cuba, y Ana Margarita Vijil, actual Presidenta del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y activista del Movimiento Ciudadano por la Libertad.
En el foro, el NDI facilitó que ambos opositores expusieran la supuesta realidad y desafíos de los nicaragüenses y cubanos para restablecer la fallida democracia, los derechos cívicos y políticos en ambos países, tomando como referencia los procesos electorales que tendrían lugar en Nicaragua y Cuba en el 2016 y 2018.
Este tipo de eventos pone en evidencia el trasfondo dual de la política de Washington que, por un lado, intenta promover una imagen de acercamiento hacia Nicaragua y Cuba, a la par que viene incrementando un cuantioso presupuesto para financiar proyectos subversivos y líderes opositores en ambos países.
¿Qué tienen en común la presidenta del MRS, Ana Mrgarita Vijil y el contrarrevolucionario cubano Manuel Cuestas, para que el NDI los promueva de forma privilegiada? Ambos son engendros creados por y desde los EEUU.
Ana Margarita es una becaria fullbright, educada en EEUU y distinguida alumna de los cursos de liderazgo y capacitación política juvenil del NDI desde el comienzo. EEUU la proyectó como líder de opinión para promover la oposición en Nicaragua, rol que intenta desempeñar desde el MRS.
Estos grupos minoritarios creados, aleccionados y financiados por los EEUU para que promuevan la desestabilización y el desorden cívico, comparten el presunto requisito de representar supuestamente a minorías, son admiradores del modelo gringo, sin importar los indicadores que contradicen la práctica del Bienestar Social, se llaman a sí mismos activistas de paz, pero en la práctica ejercen apología al desorden, la violencia, promueven manifestaciones, provocaciones y altercados al orden social establecido y legitimado por la mayoría de la sociedad.
Están concentrados en denunciar una supuesta realidad de violaciones y agresiones a la democracia, los derechos humanos, políticos y civiles, se consideran líderes de la “Nueva Izquierda” en la región, militando desde partidos opositores financiados por EEUU, son cercanos a los círculos de poder estadounidense, en particular entre los congresistas de tendencia fascista y de origen cubano, Ileana Ros Lehtinen y Marco Rubio, creadores de la Ley Nica Act.
En sus discursos manejan tesis como incentivar el liderazgo de los jóvenes y la promoción de los DD.HH., la movilización social como herramienta para oponerse a supuestos gobiernos dictatoriales, lucha por lograr la institucionalización de las organizaciones y movimientos que dirigen, la necesidad de un cambio de gobierno, demanda de reformas electorales y constitucionales en el país.
La verdad es que esos llamados liderazgos de oposición ni son autónomos, ni son autóctonos, ni son genuinos. Todos son un calco del patrón original de “Líderes Sociales” creado por el Instituto Albert Einstein, otra “fundación dirigida por las políticas de Washington, al calor de la teoría de las revoluciones de colores o golpes suaves y los procesos de transición desde la “Sociedad Civil” en el mundo.