Agencias- Guatemala redujo en un 4,8 por ciento los homicidios durante 2014, pero la pesadilla provocada por la violencia no cede y se cobrará la vida este año de alrededor de 6.000 de sus habitantes, casi un centenar de ellos con señales de tortura.
El país centroamericano, catalogado este año por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como uno de los cinco más violentos del mundo, registró 4.895 personas asesinadas, incluidas 650 mujeres y 54 niños, en los primeros diez meses de 2014.
La cifra total, que contabiliza 247 muertes menos en los primeros diez meses de este año que en el mismo período de 2013, fue divulgada por la organización humanitaria Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), según datos recabados en el estatal Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif).
La tasa de víctimas mortales por la violencia con los datos de 2014 es de 37 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según la misma fuente, que cataloga al departamento (provincia) de Escuintla, en el sur del país, como el peor en este rango, con una tasa de 87 homicidios por cada 100.000 personas.
La media mundial fue de 6,7 asesinatos por cada 100.000 en habitantes en 2012 y Honduras, el país con más violencia de Latinoamérica, registró una tasa de 82 por cada 100.000 ciudadanos, en base a mediciones de organismos internacionales.
Los datos proyectan que Guatemala terminará 2014 con alrededor de 5.850 homicidios, una cifra menor a los 6.072 reportados en 2013 y 6.025 de 2012, año en que tomó el mando de la nación el exmilitar Otto Pérez Molina como presidente.
El Grupo de Apoyo Mutuo certificó que al menos 88 homicidios fueron cometidos con «símbolos de saña» o «crueldad» mediante torturas y desmembramientos, sin importar el sexo o la edad de la víctima.
Solamente en 2014 han sido cortadas por sus asesinos las extremidades de una niña, 14 mujeres y 18 hombres. En algunos casos aparece todo el cuerpo esparcido por una zona. En otros, es imposible identificarlos.
Cincuenta y seis personas más murieron con señales de haber sido torturadas.
Guatemala también ha registrado 61 masacres en diez meses, que se cobraron la vida de 218 personas y dejaron a otras 64 heridas, siempre de acuerdo al GAM, que caracteriza dichas matanzas por la indefensión de las víctimas.
Los números son similares a los de un año antes, cuando en el mismo período de tiempo se reportaron 221 fallecidos y 38 heridos en las mismas condiciones.
El presidente Otto Pérez Molina y las principales autoridades a cargo de la seguridad del país centroamericano han mostrado su satisfacción por la reducción del 4,8 por ciento en la cantidad de muertes violentas, y han atribuido el descenso a las políticas implementadas.
Pérez Molina, un ex general retirado elegido en 2011 y abanderado con la cinta presidencial en enero de 2012 con la consigna de «mano dura» para acabar con la violencia, ha recalcado que una de las metas principales de su mandato es dejar una Policía Nacional Civil (PNC) con 35.000 agentes.
Actualmente la nación tiene 34.000 policías, 13.000 más de los que habían desde que tomó el mando de la nación.
Pérez Molina también ha reiterado la importancia de la profesionalización de los agentes, a diferencia de otros gobiernos del pasado.
El mandatario ha dicho en múltiples ocasiones durante 2014 que recibió el país con una tasa de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes y que espera entregarlo en enero de 2016 con 25 por cada 100.000 personas.
Las pandillas y el narcotráfico son, según expertos, dos de las principales causas del flagelo y cada vez reclutan más jóvenes a sus soldados: durante el año sobresalieron al menos 25 informes policiales donde los sicarios eran menores de entre 13 y 17 años.
El pasado 27 de noviembre, una niña de 11 años fue detenida con dos pistolas en una mochila, en una provincia en el sureste del territorio guatemalteca.
La mitad de los 15 millones de guatemaltecos tiene menos de 18 años.
Del total de la población, cinco millones viven en condiciones de pobreza y otros 2,5 millones lo hacen bajo el umbral de pobreza extrema, es decir con menos de 1,5 dólares diarios.