“Guerra de perros”, invento siniestro de la CIA

“Guerra de perros”. Es el relativamente nuevo concepto, cargado de desprecio, con que los organismos de Inteligencia de Estados Unidos, particularmente la CIA, se refieren a las luchas intestinas en los países del mundo alentadas por el imperio del norte.

 

La primera “guerra” de este tipo fue una operación diseñada por la CIA y aplicada en Yugoslavia hace poco más de 20 años, con el objetivo de dividir a ese país dirigido entonces por líderes vinculados históricamente al Socialismo y con un pensamiento de independencia.

Eran también líderes del movimiento de países no alineados, lo que los convertía en desagradables para las políticas imperialistas norteamericanas y europeas, de ahí entonces la planificación de operaciones psicológicas con el fin de generar un enfrentamiento de pueblo contra pueblo, y así justificar una intervención militar de potencias extranjeras.

Es una de las formas de intervención que han denunciado las autoridades revolucionarias de Venezuela. El mecanismo impulsador es la escasez provocada por grupos empresariales derechistas, lo que induce a compras nerviosas y al acaparamiento ilegal para después revender a precios exorbitantes.

Algo similar ocurrió en la Nicaragua de los años 80, con la diferencia de que a nosotros nos lanzaron a un ejército mercenario bautizado como la “Contra” o “paladines de la libertad”, según el ex mandatario Ronald Reagan. Es algo que no han podido hacer en Venezuela.

Pero no se crea que el manual para la “guerra de perros” –con su carga racista-, es lo único que se aplica. Diferentes estudios señalan otras diligencias previas a la invasión militar o el golpe de Estado desde adentro.

En los años 60 del siglo pasado, se conoció del reclutamiento por parte de Estados Unidos de intelectuales universitarios latinoamericanos de connotada experiencia en la elaboración de informes y en la dirección de encuestas, cuya labor proporcionó un elevado conocimiento de las características psicosociales de los pueblos del subcontinente y de la lógica de sus comportamientos.

Dichos estudios, aún en uso, aprovechan en consecuencia elementos de nuestra propia idiosincrasia como nuestro espíritu de grupo o alma quijotesca, así como nuestras debilidades y perfil psicológico, en este caso nuestra versión del machismo, cierta pena o vergüenza ante el grupo, particularmente femenino, etc., para lograr sus objetivos.

Paralelamente a este manejo psicológico, existen otros documentos que estructuran respuestas para otras situaciones, tales como las de grupos armados o de guerra prolongada.

Hay también captación de los sectores golpistas, incluidos líderes e individualidades comprables, chantajeables o influenciables de los partidos opositores, e incluso del sector popular. Así mismo, se ocupa del mantenimiento financiero de periódicos, radios y canales de TV, elaboración de la información sesgada para sus acólitos, y otras tareas de guerra psicológica.

Progresivamente, lo hace del sabotaje de la estructura de gobierno (incluidas las infraestructuras) y actos de aparatos clandestinos y de algunos sectores sociales, influidos, financiados o infiltrados, tales como paros, colocación de niples y bloqueos de carreteras, acaparamiento de alimentos y bienes de consumo, repuestos e insumos agrícolas e industriales, de tal forma que produzcan el caos económico y social a lo largo de un proceso de dos a tres años.

Hacen énfasis en el reclutamiento de políticos, dirigentes gremiales y periodistas de derecha, especialmente mujeres, para que sus insultos a los militares y al Ejército sean más eficaces al denigrar el honor e imagen, y limiten su respuesta al no poder responder como se debe a una “dama”.

Como se aprecia, la “guerra de perros” tiene también mucho de guerra sucia, a como ocurre con todas aquellas organizadas, financiadas y ejecutadas por el gobierno de los Estados Unidos.

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