Convertido en leyenda, falleció a los 32 años de una causa tan extraña que todavía hoy, 44 años después, se sigue especulando.
Seguramente sea la autopsia más rebatida de la cultura popular. Un edema cerebral. Esa es la causa oficial y terrenal de la muerte de Bruce Lee el 20 de julio de 1973. Sin embargo, 45 años después el misterio continúa. La primera y más explosiva estrella de las artes marciales vivió como un mito y trascendió como una leyenda, de modo que el mundo parece incapaz de aceptar que muriese como un hombre corriente. Lee no es la primera celebridad cuya muerte despierta teorías conspiranoicas, pero sí es una de las que más rumores ha generado.
Se ha culpado a la mafia china, a la mafia italiana, al consumo de drogas, a maestros de kung-fu celosos y hasta a una maldición familiar que ha seguido persiguiendo hasta la tumba a sus descendientes. De hecho, su hijo, el actor Brandon Lee, murió con 28 años en un extraño episodio cuando rodaba El cuervo. La vida de Bruce Lee fue tan corta (falleció con 32 años) que el misterio en torno a su muerte se comporta como una mitología testaruda que se resiste a ofrecer una resolución definitiva.
Marcos Ocaña (Madrid, 43 años), quien ha publicado tres libros sobre Bruce Lee (el último, El guerrero de bambú, es el más conocido porque Jorge Lorenzo aseguró que es su libro favorito y le ayuda a ganar el mundiales), considera que la fascinación colectiva hacia Lee proviene de su carácter filosófico. “Su forma de vida zen aspiraba a la perfección y a la honestidad. El famoso ‘be water, my friend’ se refería a que un artista marcial debe ser capaz de adaptarse a cualquier circunstancia, a enfrentarse a alguien más grande, más pequeño, más rápido, o a dos personas. Él vivió el racismo en Hollywood y siempre fue capaz de reinventarse e imponerse a estas adversidades gracias a esta filosofía”, nos explica Ocaña.
Operación dragón (Robert Clause, 1973) era su primer trabajo en Hollywood, producido por un gran estudio (Warner), y Lee sabía que se estaba jugando su carrera. “Bruce estaba en una condición muy crítica. Extrajimos mucho hachís de su estómago. En Nepal se han dado casos de problemas neurológicos derivados del consumo de hachís, especialmente edemas cerebrales. Bruce dijo que solía masticarlo porque estaba sometido a mucha presión”. Habla Peter Wu, el médico que le atendió dos meses antes de su muerte tras un ataque de convulsiones en el que se le hinchó el cerebro. Se trataba de un tipo con un 1 % de materia grasa corporal (el porcentaje recomendado por la Organización Mundial de la Salud es del 10-20 %) que acababa de perder 10 kilos a causa del estrés: medía 1,71 y pesaba 60 kilos de pura fibra, nervio y perfeccionismo, e insistía en rodar una y otra vez hasta el más mínimo detalle de las peleas de Operación dragón.
Dos meses después del estreno de Operación dragón llegó el fatídico 20 de julio de 1973. Ese día, Bruce Lee estaba trabajando en su siguiente película, Juego de la muerte, para lo cual visitó a su coprotagonista, Betty Ting Pei, en su casa de Hong Kong. Aquí arranca la versión oficial de los hechos: a las 19:30, Lee se quejó de un intenso dolor de cabeza, así que Ting Pei le dio un analgésico llamado Equagesic recetado por su médico.
Este medicamento contenía un relajante muscular que le provocó una alergia inmediata al actor. Su cerebro se hinchó en un 13 %, de 1.400 gramos a 1.575. Bruce Lee fue declarado muerto a las 22:15; 45 minutos más tarde el productor y socio del actor, Raymond Chow, publicó un comunicado. En él, Chow mentía respecto al lugar de la muerte: aseguró que la estrella había fallecido en su casa acompañado de su mujer. La esposa de Bruce Lee, la profesora de instituto Linda C. Emery (Washington, 1945), corroboró esta versión y pidió que nadie especulase con el suceso para salvaguardar el respecto hacia la figura de su difunto marido.
“Nadie se muere por una pastilla de Equagesic. Ningún analgésico mató a Bruce”, sentenció el médico personal del actor, Donald Langford. ¿Por qué se publicó esta información falsa, entonces? “Debemos entender algo de la cultura china”, explica Langford. “Cuando el cuerpo de Bruce fue introducido en la sala de urgencias, todos los chinos allí presentes se marcharon. No querían verse conectados, o incluso culpados, con la muerte del héroe más popular de Hong Kong”.
Langford recuerda que, segundos después de la muerte de Lee, los médicos allí presentes se reunieron y alguien les pidió que pasasen por alto el consumo de canabis en la versión oficial, dando así lugar a una hoy famosa frase del doctor Wu (“el canabis que encontramos en el estómago de Bruce Lee afectó tanto a su muerte como una taza de té”). Continúa Langford: “Sencillamente, querían presentar una explicación socialmente aceptable. Las autoridades de Hong Kong querían evitar la vergüenza: por asombroso que suene, ningún periodista hongkonés ha intentado jamás entrevistarme para hablar sobre Bruce o sobre su muerte”.
Bruce nació en California, pero desde muy niño se fue con sus padres a su lugar de origen, Hong Kong, donde vivió hasta los 18 años. Fue cuando se trasladó a Seattle (EE UU), donde se doctoró en Filosofía y donde vivía con su mujer y sus dos hijos. Sin embargo, el actor acudía constantemente a Hong Kong: la mayoría de sus películas se rodaban allí.
Bruce Lee en la película ‘El furor del dragón’
La condición de ídolo de Bruce Lee en Hong Kong, tras batir tres veces el récord de película más taquillera de la historia con El gran jefe (Lo Wei, 1971), Furia oriental (Lo Wei, 1972) y El furor del dragón (Bruce Lee, 1972), llevó a sus médicos a proteger su imagen pública posmortem. “Yo no creo que fuera el medicamento el motivo de la muerte. Creo que tuvo más que ver con el canabis. Lógicamente no lo puedo demostrar, pero he leído el informe del juicio y cuando empiezas a compararlo con los análisis, la causa apunta en la dirección del canabis. El primer ataque que tuvo, en mayo, fue por canabis, pero ahí sí que lo pillaron a tiempo y le llevaron a toda velocidad al hospital. Pero en la segunda ocasión no llegaron”, concluye Marcos Ocaña.
Para Ocaña, la causa de la muerte no es un misterio: se trató de un edema cerebral. “El verdadero misterio es qué causo ese edema cerebral. Porque todas las circunstancias que rodearon la muerte de Bruce fueron rocambolescas: su productor mintió a la prensa al decir que había fallecido en su casa, luego se descubrió que estaba con una actriz, Betty Ting Pei, que había intentado reanimarle durante nada menos que 10 minutos», explica Ocaña. En vez de llamar a una ambulancia inmediatamente, primero llamaron a su socio, quien a continuación telefoneó al médico personal de la actriz. Y cuando por fin contactaron con una ambulancia, no le llevaron al hospital más cercano (que estaba a un minuto de reloj de la casa de Betty) sino a uno que se encontraba a media hora. En el juicio posterior le preguntaron al médico por qué no le llevaron al más cercano y dijo que no pensó que tuviera importancia. «El interrogatorio fue como un diálogo de los hermanos Marx”, informa Ocaña.
Nada más morir se estrenó Operacióndragón, que ante Occidente inventó el género de las artes marciales en el cine. De la noche a la mañana Lee se convierte en un mito y todo el mundo quería saber cosas de él. «En cada pueblo de Estados Unidos había una escuela de artes marciales. Los medios necesitaban seguir alimentando el mito y cuando ya no supieron qué más hacer, empezaron a sacar teorías”, señala Ocaña.
Aquel 20 de julio de 1973 murió el hombre y nació el icono, el legado y la rumorología insaciable. Hasta Chuck Norris, quien había saltado a la fama enfrentándose a Lee en El furor del dragón, ofreció su teoría: que había muerto por culpa de los relajantes musculares que llevaba varios años tomando para poder seguir trabajando a un rendimiento sobrehumano.
Brandon Lee, hijo de Bruce Lee, murió a los 28 años durante el rodaje de la película ‘El cuervo’
Pero hay teorías para todos los públicos. Mientras su círculo de allegados aseguraba que Lee estaba en plena forma antes de su muerte, otros testigos dijeron que lo habían visto caminando desgarbado, tísico, confundido, olvidadizo, paranoico, con ataques de ira y actitud depresiva. Otros señalaron a la Triada, una organización mafiosa china, como los verdaderos culpables: Lee se había negado a pagarles dinero a cambio de protección tal y como era habitual entre los millonarios chinos.
La mafia italiana también saltó como sospechosa, porque la teoría más extendida en Hong Kong asegura que el actor no contó con su colaboración para su estreno en Hollywood. También se rumoreó que Bruce Lee había sido víctima del toque de la muerte (el golpe Dim Mak), perpetrado días antes y con efecto retroactivo por un maestro del arte marcial kung-fu en nombre de una estirpe de luchadores que no querían seguir tolerando que Lee popularizase su arte ancestral en Occidente para ganar dinero y fama a su costa.
Y luego están las teorías exotéricas.
Según su esposa, Linda (con la que tuvo dos hijos, Brandon y Shannon), Bruce Lee solía confesarle una premonición que le atormentaba: que no iba a vivir ni la mitad de años que su padre, quien murió a los 64, exactamente el doble de edad que tenía Lee el 20 de julio de 1972. La familia de Lee, por su parte, estaba convencida de que habían sido víctimas de una maldición, porque Bruce nació después de la muerte de su hermano mayor (por causas nunca aclaradas) y una superstición china advierte de que cuando un varón nace tras la muerte de un hermano varón debe ser nombrado en femenino. Por eso a Bruce (nacido Lee Jun-fan) le llamaban en casa con el femenino Sai-Fon (“pequeño fénix”), a pesar de haber nacido en el año (1940) y a la hora (entre las 7 y las 9) del dragón. Como actor, Lee desafió la maldición al adoptar el nombre artístico Xiaoling (“pequeño dragón”).
Esta condena sobrenatural se vio escalofriantemente respaldada porque, según la superstición, la maldición persigue a los descendientes varones. En 1993, el biopic Dragón. La historia de Bruce Lee, de Rob Cohen, representó la lucha del actor contra sus fantasmas en forma de un espíritu que le acechaba sin descanso. Cuando en la escena final Bruce Lee (interpretado por Jason Scott Lee, cuyo apellido es una coincidencia sin parentesco) planta cara al fantasma, la criatura se rinde sin pelear porque prefiere irse a acechar a su hijo Brandon. Dos semanas antes del estreno de Dragón. La historia de Bruce Lee, Brandon Lee murió durante el rodaje de El cuervo (Alex Proyas, 1994). Y como no podía ser de otro modo, lo hizo en extrañas circunstancias.
Brandon Lee murió rodando la escena en la que su personaje, Eric Draven, es asesinado por una banda criminal (a continuación Eric regresará de la tumba para vengarse): una bala que debía ser de fogueo resultó ser auténtica y le atravesó el abdomen. El médico que firmó la autopsia reconoció años después que respaldó el informe sin efectuar autopsia alguna y la investigación concluyó que, para ahorrar tiempo, la productora de El cuervo había optado por trucar balas reales en vez de comprar balas falsas. La que mató a Brandon Lee no estaba bien manipulada.
Shannon Lee y Linda Caldwell, hija y mujer de Bruce Lee, durante la entrega de la estrella dedicada al actor en el Paseo de la Fama de Hollywood. Fue en 1993.
Lo macabro del suceso es que en su última película, El juego de la muerte, Bruce Lee interpretaba a una estrella de cine amenazado por la mafia china y en una escena un asesino a sueldo intentaba matarle… cambiando una bala de fogueo por una bala auténtica en pleno rodaje. Esta perturbadora casualidad ha alimentado todo tipo de teorías, pero la última coincidencia es la única innegable: tanto Brandon Lee como su padre murieron sin poder disfrutar de sus mayores éxitos profesionales, El cuervo y Operación dragón.
Ya sea por causas del más allá (Lee, a quien evidentemente no le preocupaba lo más mínimo cabrear a los espíritus, acababa de comprarse una mansión encantada en Hong Kong) o del más acá (¿estaba practicando sexo con Betty Ting Pei cuando murió?), la muerte de Bruce Lee sigue buscando una explicación satisfactoria que jamás encontrará.