La Prensa y sus “analistas” ardidos por derrota de EU en la OEA

La soberbia y las ofensas vuelven a ser la tónica empleada en la línea editorial y política informativa por LA PRENSA, así como de sus habituales analistas multiusos en relación al delicado caso de Venezuela y el rechazo a las pretensiones de EEUU de querer imponer su posición en la OEA a un grupo de países, entre ellos Nicaragua, quienes se oponen a ser cómplices de una salida injerencista en contra de esa nación soberana.

Y es que nuevamente el Estado de Venezuela consiguió una victoria política en la OEA, que celebra su Asamblea General, al no conseguir los votos suficientes (20) de los 23 que necesitaba la propuesta injerencista de EEUU y avalada por las delegaciones  de Perú, país que leyó la iniciativa, México, Argentina, Brasil, Canadá, entre otros, quienes más que aliados actúan enajenados ante la potencia del norte.

Por supuesto, esto fue una irrespetuosa afrenta para los devotos admiradores de las “políticas democráticas” norteamericanas, tal es el caso del diario LA PRENSA y a los ya conocidos “expertos” o “politólogos”, como los intentan vender a sus lectores, quienes se desataron en insultos y todo tipo de descalificaciones y hasta llamaron vendidos a los países que no quisieron plegarse a las intenciones de los EEUU.

Desde antes que iniciara la Asamblea general de la OEA, el editorial de La Prensa se lo dedicaron a las naciones que se oponían a las maniobras USA, llamándolos, por una  sugerencia de unos de sus “analistas”, Francisco Aguirre Sacasa, como la “Tiranía de los Inconsecuentes”, porque estaban confrontando las órdenes que en torno a Venezuela ya había tomado el Gobierno Norteamericano.

Pero el irrespeto no paró allí, sino que LA PRENSA y el gringuito “caitudo” Aguirre Sacasa se preguntaban el cómo y el por qué estas naciones que forman parte de un “grupo minúsculo de países insulares” tienen igual voto que los países más grandes de las Américas, como son Estados Unidos, Canadá, Brasil, México y Argentina, que les permiten lograr el bloqueo político a las ordenanzas provenientes desde Washington.

Tales aseveraciones no son más que el reflejo de la influencia sectaria y racista a que los tiene acostumbrados el Tío Sam, conscientes o no de que para los EEUU ellos solo son un medio más para mantener su hegemonía. Está claro que esta posición sumisa no les afecta lo poco que tienen de dignidad y se dedican a repetir lo que se les ordena: llamar dictaduras a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua, y vacilantes a los de las islas pequeñas de las Antillas.

Tras confirmar que la voluntad del imperio no logró la supremacía en las votaciones, LA PRENSA echó mano de su habitual agenda de “analistas” y sacó a otros de sus notables  “expertos”, Carlos Tünnermann Bernheim, quien desde su inicio comenzó a atacar a los países que se opusieron, desde luego a Nicaragua también, a quienes los calificó de cómplices y vendidos, pero sin especificar sobre el tema.

Además de estos insultos, Tünnermann, en su “ilustrada y democrática” sugerencia pide que los gobiernos de los países democráticos (los otros 19 que votaron en favor de la propuesta norteamericana) rompan de inmediato relaciones con Venezuela, dejando entrever que esta sería una lección “muy educativa” para aquellas naciones que se opongan a los designios ordenados desde la Casa Blanca. 

En su apreciación, el “analista” de LA PRENSA afirma que se “lamenta el resultado de las votaciones prevaleció el interés económico y no los principios democráticos”, pero sin especificar a qué se refiere con esta aseveración, porque las delegaciones de Nicaragua y las demás que se opusieron a las pretensiones de un proyecto intervencionista en Venezuela, no recibieron más “prebendas” que los insultos de los leales a los intereses norteamericanos.

Por el contrario, se le olvida al señor Tünnermann que quien tiene el poder económico y está acostumbrado a someter al punto de la humillación a otros países, como lo hizo con quienes lo apoyaron en esta votación, son los EEUU, a como pudo constatar desde su cargo de embajador en los años 80, cuando la Casa Blanca apoyaba financieramente a grupos de armados y a países que le hicieran la guerra a Nicaragua.

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