La nave de la NASA ya orbita alrededor del planeta más grande del Sistema Solar. Juno orbitará a unos 5.000 kilómetros de la superficie de Júpiter, diez veces más cerca que cualquiera de las nueve sondas que lo visitaron antes.
La sonda Juno de la NASA, la nave impulsada por energía solar que ha viajado más lejos en el espacio, ha llegado este martes tras cinco años de viaje a la órbita de Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar, a la que dará 37 vueltas antes de estrellarse contra su superficie.
Juno, lanzada el 5 de agosto de 2011, se incorporó a la órbita del planeta hacia las 23:54 del lunes en la costa este de EE UU (03:54 GMT del martes), como estaba previsto, según informó la agencia espacial estadounidense (NASA). La nave, no tripulada y del tamaño de una cancha de baloncesto, es la primera diseñada para operar en el corazón de los cinturones de radiación de Júpiter, la primera en llegar a 2.575 kilómetros de sus nubes superiores y la que tomará las imágenes con mayor resolución vistas nunca del planeta gigante.
«Estamos allí. Estamos en órbita. Hemos conquistado Júpiter», dijo Scott Bolton, investigador principal de la NASA en el Southwest Research Institute en San Antonio, Texas. «¿Cómo funciona este universo maravilloso y cómo comenzó? Esta es una de las cosas más alucinantes de trabajar en la NASA, que recibes respuesta a estas preguntas», dijo el investigador de la agencia espacial Steven Levin
La sonda Juno orbitará a unos 5.000 kilómetros de la superficie de Júpiter, diez veces más cerca que cualquiera de las nueve sondas que lo visitaron antes, y funcionará alimentado por paneles solares. Esta tecnología es una rareza en misiones que van más allá del cinturón de asteroides. Hasta ahora, todos los artefactos que han visitado el planeta gigante lo hicieron con plutonio-238, pero la escasez de ese elemento radiactivo, las preocupaciones de seguridad y los avances tecnológicos hicieron que la NASA se decidiese por la energía solar.
El conocimiento que recoja Juno durante los próximos 20 meses, no solo servirá para entender nuestro entorno planetario cercano. Gran parte de los planetas extrasolares descubiertos son gigantes gaseosos como Júpiter y lo que se aprenda con esta misión servirá para interpretar mejor los mundos más allá del Sistema Solar. Además, como siempre sucede con las misiones de exploración, los datos de la sonda depararán sorpresas que modificarán la imagen que tenemos del rey de los planetas.
Un planeta estrella
Júpiter no es una estrella, pero casi. Durante la etapa de formación del Sistema Solar, hace algo menos de 5.000 millones de años, actuó como un hermano egoísta y devoró los restos de gas y polvo que había dejado la formación del Sol. Así se convirtió en un planeta gigantesco, hecho de hidrógeno y helio, como las estrellas.
Ahora, tiene una masa que dobla al resto de planetas combinados y su área de influencia es inmensa. Cuenta con más de 60 lunas, como Ganímedes, mayor que Mercurio, o Europa, un mundo helado con un océano subterráneo en el que algunos consideran posible encontrar vida. Bajo las nubes de ese mundo gigante y sus tormentas descomunales se esconden muchos de los secretos del origen del Sistema Solar y en la composición de su atmósfera se puede encontrar información sobre sus migraciones, en las que pudo arrasar nuestro sistema planetario para hacerlo habitable.
Es, además, un peligroso planeta. Este mastodonte da una vuelta sobre sí mismo cada 10 horas, lo que contribuye a generar un descomunal campo magnético en el que los electrones quedan atrapados y funcionan como balas para cualquier cosa que se le acerque. Heidi Becker, ingeniero especializada en efectos de la radiación del Jet Propulsion Laboratory de la NASA ha descrito la aproximación de Juno como «visitar la parte más temible del lugar más temible… el entorno radiactivo de Júpiter que nadie ha visitado antes».