Líder de las FARC sufre una isquemia cerebral

El máximo líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),Rodrigo Londoño, Timochenko, se recupera en una clínica de la ciudad de Villavicencio (centro del país) tras sufrir este domingo una isquemia cerebral.

El dirigente de la guerrilla, de 59 años, ya fue tratado por un problema de salud a principios de marzo en La Habana, de donde regresó en mayo, un mes antes de que la organización culminara la entrega de armas a la misión de Naciones Unidas que supervisa el proceso de paz. El pasado martes protagonizó junto con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, un acto que supuso el primer paso para la transformación de la guerrilla más antigua de América Latina en un movimiento político.Timochenko tuvo, según el parte médico, un “accidente cerebral isquémico transitorio” provocado por una afección cardiaca y “hasta ahora su evolución ha sido satisfactoria con una mejoría del 90%”. Desde la clínica Cooperativa, donde ingresó a las ocho de la mañana, el comandante de las FARC Pastor Alape dijo que su estado de salud es estable y aseguró que “está consciente y hasta hace chistes”.

El grupo insurgente atraviesa un momento decisivo. Tras la firma en 2016 de los acuerdos de paz con el Estado colombiano, los combatientes comenzaron una transición a la vida civil que debería terminar a principios de agosto. Ese mismo mes la organización tiene previsto celebrar un congreso que formalizará su conversión en un nuevo partido. El discurso de Timochenko fue, el pasado martes, el de un político próximo al ideario chavista, pero al fin y al cabo sus palabras reflejaron la voluntad de romper con el pasado. El dirigente guerrillero reprochó a las autoridades no se hayan liberado todavía presos que se han beneficiado de la amnistía y quiso dejar claro que ese día no se terminaba la existencia de las FARC, sino que se ponía fin a “un alzamiento armado de 53 años”. “Seguiremos existiendo como un movimiento de carácter legal y democrático”, afirmó antes de proclamar: “Adiós a las armas, adiós a la guerra, bienvenida la paz”.

Londoño fue la estrella del día para los cerca de 500 guerrilleros de la vereda de Mariana Páez, en el municipio de Mesetas. Aclamado por los suyos y perseguido por las cámaras, se hizo fotografiar junto a unos músicos y subió al escenario rodeado de un cordón humano. Las FARC son un grupo organizado extremadamente jerárquico, lo que las distinguen de otras guerrillas más horizontales y caóticas como el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Las bases reconocen la autoridad de su máximo líder y siguen a rajatabla sus instrucciones. Aun así, el hecho de haber residido en La Habana durante la negociación y la aplicación de los acuerdos ha dado protagonismo a otros miembros del secretariado, el estado mayor de la guerrilla. Entre ellos, el jefe de la delegación de paz, Iván Márquez, quien ha sido la cara visible de este proceso en los últimos meses.

«Lo que diga Iván», solía ser la respuesta de los guerrilleros cuando se les consultaba sobre sus inquietudes y sus quejas, relacionadas principalmente con los aspectos logísticos de su reincorporación a la sociedad, su indumentaria o sus futuras viviendas. El pasado lunes por la noche, cuando faltaba unas horas para la ceremonia del desarme, uno de ellos demostró que había asimilado el argumentario político de las nuevas FARC. A las puertas del campamento, dijo a EL PAÍS: «La lógica que todos buscamos es seguir con el nuevo paso que estamos dando, el nuevo movimiento político, continuar la lucha por la vía política». En ese camino, resultarán cruciales la influencia de Timochenko y de Márquez.

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