De los 23 miembros del gabinete de Temer, siete están procesados o investigados y doce recibieron donaciones de compañías involucradas en el escándalo de corrupción Petrobras. Para el titular de Justicia, los manifestantes actúan como “células guerrilleras”.
Desde Brasilia
Detrás del biombo republicano. Con un acto “austero y discreto” según sus palabras, el vicepresidente Michel Temer asumió interinamente la jefatura de estado bajo la promesa de respetar “las instituciones y observar la liturgia en el trato de las cuestiones públicas”. Asumió el compromiso democrático al hablar ante el nuevo gabinete de 23 ministros, siete de los cuales están procesados o investigados por la justicia y doce financiaron sus campañas con dinero de las grandes empresas constructoras envueltas en el escándalo de corrupción en Petrobras, publicó ayer el diario Folha de S. Paulo.
Los flamantes funcionarios aplaudieron solemnemente el discurso pronunciado en el Palacio del Planalto por cuyos ventanales se filtraban los gritos y estampidas que llegaban desde la calle donde militantes que clamaban “Fuera Temer” y “Temer Golpista” eran reprimidos por la policía militarizada.
Por más que Temer haya insistido en su apego a la Constitución (“ese librito que siempre me guía”) uno de los hombres fuertes del nuevo régimen es Eduardo Cunha, el hasta hace dos semanas jefe de la Cámara de Diputados, a quien el Supremo Tribunal Federal obligó a apartarse del cargo por las evidencias sobre su participación en el entramado de corrupción en Petrobras.
Y no solo eso, el Supremo aceptó en términos generales la acusación del Ministerio Púbolico para el cual Cunha es el jefe de un esquema de poder delictivo instalado en el Legislativo.
Con índices de rechazo en la opinión pública superiores a los ya altos de Dilma Rousseff y Michel Temer, Cunha no apareció en la foto del acto que puso en funciones a la nueva administración.
Por cierto muchos de los ministros y secretarios que allí estaban le responden, ya que integran el llamado “Bajo Clero” de Diputados, una colectividad de partidos ideológicamente conservadores y políticamente pragmáticos, indispensables para que Temer apruebe el plan de ajuste y la (contra)reforma laboral prometidas.
En su calidad de “capitán del golpe”, según lo definió Dilma, Cunha comandó al “Bajo Clero” que aportó buena parte de los 367 diputados que respaldaron el impeachment en aquella sesión circense del 17 de abril, recordada por los votos dedicados a las mamás, hijos, vecinos y la dictadura militar.
Cunha declaró ayer que mantiene contactos frecuentes con “Michel” (Temer) con quien por lo visto tiene un trato amistoso.
El profesor Daniel Seidel, miembro de la Comisión Brasileña de Justicia y Paz, considera que Cunha y Temer “siguen siendo parte de una sociedad que tiene compromisos que seguramente perdurarán a pesar de que el Supremo Tribunal Federal procesó al diputado”.
“La votación en diputados fue fundamental para acabar con Dilma y permitir que su lugar lo ocupe Temer. Y hubo muchos intereses jugando detrás de esa votación que sigue dejando dudas sobre cómo se negociaron los votos, nadie sabe bien qué pasó”.
“Hay rumores que escuché pero no puedo comprobar porque no tengo documentos ni nadie que salga a confirmarlo, que dicen que llegó dinero a Brasilia, antes de que se votara el impeachment en aquella sesión orquestada por Cunha el domingo 17 de abril”, sostiene Seidel. Y agrega: “le recuerdo que en 1996 ya corrió bastante plata para convencer a diputados de que voten por la enmienda que permitió la reelección del presidente Cardoso, y esto luego se comprobó. Ahora todo se esconde, pero creo que tarde o temprano se va a correr la cortina que está tapando todo esto”, pronostica en diálogo con este diario.
Bastonazos
“No somos los dueños del poder, el poder es del pueblo” sentenció Temer antes de tener un inoportuno acceso de tos de 58 segundos, cuando un silencio en el Planalto, mientras afuera unos muchachos eran retirados a bastonazos de la rampa por la que ascienden los mandatarios electos como ocurrió con Rousseff, en enero de 2015, después de vencer con 54,5 millones de votos en octubre de 2014.
Un ritual del que estuvo privado Temer dado que Dilma se rehusó a recibir a un “golpista y usurpador. . . que quiere llegar al poder si tener el respaldo de las urnas”.
La presidenta suspendida expresó preocupación ante el riesgo de criminalización de las protestas y la rudeza policíal desplegada en los primeros minutos del gobierno interino en la Plaza de los Tres Poderes situada frente a la Presidencia, el Parlamento y el Supremo Tribunal Federal.
“Un gobierno ilegítimo siempre necesita emplear mecanismos elegítimos para mantenerse en el poder”, declaró Dilma a un grupo de corresponsales, entre ellos el de este diario luego de que el Senado la separó del cargo por hasta 180 días.
Junto a Temer en la ceremonia inaugural del gobierno interino estaba el ministro de Justicia Alexandre de Moraes para quien los manifestantes actúan como si fueran células “guerrilleras” contra las cuales se deben aplicar las mismas penas que caben a los delincuentes comunes.
La mayorías de los telediarios dedicaron superficialmente la paliza policial y durante los pocos segundos que se dedicaron al tema invirtieron la verdad de los hechos: responsabilizando a los manifestantes de “hostilizar” a las fuerzas de seguridad, las cuales se vieron compelidas a actuar para restablecer el orden.
Ante la disimulación del golpe detrás de noticias invertidas hay que consultar a la prensa extranjera que está a salvo de la “censura impuesta por los medios locales que además fueron los que insuflaron al público para apoyar este golpe contra Dilma… se está repitiendo lo que sucedía durante la dictadura cuando había que sintonizar la BBC o la Radio Central de Moscú para saber que pasaba en nuestro país” sostuvo el profesor de comunicación Lalo Leal Filho, de la Universidad de San Pablo.
Leal Filho contó que en 1969 la BBC informó sobre la salida del dictador Costa e Silva antes que la cadena Globo, que sólo lo anunció luego que el público festejó la victoria de Brasil ante Paraguay en el Maracaná, el estadio donde el 5 de agosto se iniciarán los Juegos Olímpicos. Un evento en el que apuesta Temer que, como dijo al asumir, no quiere que se hable de crisis y propuso que “orden y progreso” sea el nuevo lema nacional.