Resulta irónico, y hasta de muy mal gusto, que el diario La Prensa se refiera en sus páginas al tema de la pobreza en Nicaragua o a la brecha que existe entre los pobres y los muy pobres, cuando es conocido por demás el estilo de vida de quienes dirigen ese periódico, la astronómica nómina que se paga a sus directivos, incluso uno de ellos se da el lujo de ganar, de acuerdo a su contrato, la inmoral cantidad de 168 mil dólares al año.
Efectivamente, el gerente general de La Prensa, Hugo Holmann, gana la escandalosa cifra de 168 mil dólares al año; además goza de muchísimos y extraordinarios beneficios como bonificaciones especiales, camioneta nueva cada cuatro años, seguro médico con una firma de prestigio internacional para su esposa e hijos, seguro médico local en el hospital Vivian Pellas y un seguro de vida por un millón de dólares.
A esto se suma la lujosa vida que se dan los demás directivos de La Prensa, gracias a los bajos salarios que pagan a sus trabajadores por intensos horarios laborales, así como la desproporcionadamente clasista distribución de las utilidades, tramas que disfrazan en sus “informes” a los socios como “decisiones importantes para lograr mejores ejercicios económicos”, pero de esta pobreza no hablan los mandamás de ese periódico, mucho menos que permitan abordarlo a sus empleados.
Y si de echar culpa a Gobiernos se trata, los últimos tres gobiernos neoliberales, el de doña Violeta Chamorro, entre 1990 y 1996, de Arnoldo Alemán, entre 1997 y 2001, y de Enrique Bolaños, entre 2002 y 2007, contando todos ellos con el apoyo de Estados Unidos, dejaron al 80 por ciento de las nicaragüenses en la pobreza y al 45 en la indigencia y sin derecho a la atención médica ni a la educación.
En ese período, las compañías transnacionales se adueñaron de más de 350 empresas estatales, entre ellas las encargadas de prestar servicios de electricidad, de telefonía, de distribución y tratamiento de agua, de construcción, además de entidades bancarias. El desempleo alcanzaba en 2006 el 68 por ciento, existía un 26 por ciento de desocupación abierta y un 42 por ciento de los trabajadores sobrevivía en el sector terciario de la economía.
En nuestro país, la aplicación de políticas neoliberales se inició con la Sra. Chamorro, lo que se llamó por sus siglas en inglés ESAF o “medidas de ajuste estructural a la economía” generando una situación muy compleja y dramática en el terreno económico y social porque el país venía saliendo de una guerra, esto fue como operar a un paciente sin anestesia.
Posteriormente, los gobiernos de Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños continuaron con estas políticas, destacando la privatización de importantes servicios públicos como energía y comunicaciones, por ejemplo: la empresa de telecomunicaciones TELCOR era rentable y no tenía caso su privatización.
Con el Gobierno del FSLN se puso en práctica el Plan Nacional de Desarrollo Humano, que contempla como factor de continuidad los acuerdos con el FMI, organismo que respeta la inversión del gobierno en programas sociales, lo mismo que se detuvo la ola privatizadora como una actitud soberana del estado y gobierno de Nicaragua, prevaleciendo el principio de autodeterminación en los asuntos que solo le competen a los nicaragüenses.