*Las imágenes lo dicen todo y más, son los mismos agresores. Si observamos las fotos tomadas en los tres lugares –Kiev, Caracas y Managua– encontraremos no pocas coincidencias
Ante el auge de los movimientos progresistas a finales de los 90 en América Latina y el posible ascenso al poder de gobiernos de izquierda –Venezuela, 1999–, el Gobierno de Estados Unidos, en alianza con las fuerzas más retrógradas del continente americano y Europa, se plantearon la necesidad urgente de fabricar líderes de nuevo tipo a partir de un amplio programa de becas para formar a los cabecillas de la reacción y «sembrar» en las universidades latinoamericanas a sus adalides.
La estrategia de los servicios especiales de EEUU se dedicó a apadrinar los movimientos juveniles y estudiantiles, convirtiéndolos en organizaciones no gubernamentales (ONG) administradoras de recursos para la sedición provenientes del Instituto Republicano Internacional (IRI), de la National Endowment for Democracy (NED), la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), etc., subordinándolos a estas organizaciones y comprometiéndoles con niveles cada vez mayores de violencia.
En el 2004, Srdja Popovic y Slobodan Dinovic crean en Serbia el Centro para la Acción y la Estrategia No Violenta Aplicada (Canvas), atractivo y productivo negocio financiado por el Gobierno de EE. UU.
Gracias al apoyo económico del Instituto Norteamericano para la Paz, el Centro Internacional para el Conflicto No Violento (ICNC) y de Freedom House, ambos paladines del movimiento social Otpor, publican el libro Lucha no violenta: 50 puntos cruciales, que se convierte en la «Biblia» de los movimientos sediciosos y terroristas en los países árabes y en América Latina, tanto o más que los manuales de Gene Sharp, Bob Helvey y Ackerman.
Srdja Popovic declara en el documental Cómo iniciar una revolución: «Cuando Bob Helvey nos enseñó la política de la acción no violenta de Gene Sharp me quedé maravillado… aprendimos cómo se destruyen los pilares de apoyo que sostienen a un gobierno».
Los viajes de «líderes» juveniles venezolanos a partir del año 2004 a EE. UU., Serbia y Polonia, se utilizaron para instruirlos en tácticas de guerra no convencional y la experiencia adquirida por los preceptores en acciones de enfrentamiento a gobiernos no convenientes para Norteamérica, les fue transmitida en esos viajes, que sirvieron además para seleccionar a los mejores elementos y hacerles subir un escalón en los planes de subversión.
Open Society de George Soros, –el multimillonario húngaro–, organización que maneja miles de millones de dólares y financia a cientos de ONG que promueven la «lucha no violenta», es el «tercero independiente» más eficaz en promover y defender el poder global del imperio, tras la fachada de defensa de las causas «justas», de la filantropía académica e incluso de la protección de los emigrantes.
Esta mega «empresa» es responsable de la muerte y el caos en muchos lugares del mundo y su papel en la actual «revolución» no es despreciable, su lista es larga y su mano «generosa» llega hoy a Managua para apoyar las acciones desestabilizadoras contra el Gobierno sandinista.
Esta entidad ayudó a organizar a los jóvenes bielorrusos del movimiento Zubr, el Open Society Institute (OSI) y también se ocupó de formar a los militantes de Kmara, de Georgia, a los «estudiantes» de Kiev; es larga la lista.
Los terroristas venezolanos y nicaragüenses no copiaron la organización y el equipamiento militar del Maidán ucraniano. Los que lo promovieron, financiaron y ejecutaron, son los mismos que desde hace años intentan derrotar a la Revolución Bolivariana y, por supuesto, tienen los mismos maestros.
De ahí la utilización de francotiradores, capuchas para esconder el rostro, chalecos antibalas, cascos con cámaras incorporadas para transmitir en vivo las acciones terroristas, visores, máscaras antigás, bazucas, morteros y explosivos artesanales, mochilas y bolsos donde portan bombas molotov, tirapiedras, mazos, bastones de hierro, escudos de latón.
Y lo que es peor, focalización de las protestas, escalada de la violencia, uso de mercenarios y paramilitares, reclutamiento de menores de edad para agredir a las fuerzas de seguridad, uso de símbolos como la cruz de las cruzadas o de los caballeros templarios, crueldad contra los adversarios.
Las imágenes lo dicen todo y más, son los mismos agresores. Si observamos las fotos tomadas en los tres lugares –Kiev, Caracas y Managua– encontraremos no pocas coincidencias. Uno de los elementos más espeluznantes de estas acciones es, sin dudas, la práctica de quemar vivas a personas inocentes para sembrar el terror.
Las antorchas humanas se repitieron en Ucrania, Venezuela y Nicaragua. Algunas interrogantes se imponen: ¿cuál es la próxima víctima?, ¿dónde más veremos actuar a los activistas de la «no violencia»?, ¿cuántos muertos más costará el plan de restauración del poder de la derecha al servicio del imperio en nuestra Patria Grande?
Como repiten una y otra vez los ideólogos de Maidan, los George Soros y Gene Sharp, los chicos «internacionalistas» de Otpor: el objetivo es lograr que no quede nada más que el caos.
Fuente: Granma.