Matanza de policías en Dallas

Un sospechoso declaró «que quería matar blancos» antes de resultar muerto por la explosión de un robot bomba.

 

Cinco policías han fallecido y otros siete y dos civiles han resultado heridos este jueves por la noche por disparos de francotiradores durante una manifestación contra la violencia policial en Dallas (Texas). La emboscada, con detalles de inquietante sofisticación, se produjo al final de una manifestación de apenas unas 800 personas por el centro de la ciudad, convocada por grupos relacionados con el movimiento Black Lives Matter en protesta tras la muerte de dos hombres negros a manos de la policía en el transcurso de 48 horas.

El centro de Dallas ha amanecido tomado por las fuerzas de seguridad este viernes por la mañana. El tráfico de la mañana estaba cortado en una docena de manzanas del centro de la ciudad, con la policía en estado de alerta y el sonido de los helicópteros encima de la ciudad. El lugar de la matanza, el edificio del Bank of America, estaba rodeado de coches de la policía de Dallas. Este no ha sido solo el suceso más trágico de este departamento, sino la mayor matanza de agentes de policía desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Los policías, que protegían la manifestación, fueron abatidos por al menos dos francotiradores que les dispararon desde una posición elevada. Los agentes fueron ejecutados a sangre fría en una emboscada. En estremecedores vídeos de testigos publicados en redes sociales, se escuchan los disparos de armas automáticas.

Las fuerzas de seguridad han detenido a tres personas. Un cuarto sospechoso que se había atrincherado en un aparcamiento del instituto de Formación Profesional, llamado El Centro College, próximo al lugar de los disparos, ha muerto. El jefe de policía de la ciudad, Mike Brown, ha detallado que los agentes, tras horas de negociaciones, enviaron un robot con una bomba hasta su posición y murió por la detonación.

Tanto Brown como el alcalde de la ciudad, Mike Rawlings, se negaron a facilitar ningún detalle sobre los sospechosos.

El jefe de policía, sin embargo, dijo a la prensa que el negociador había conseguido hacer hablar al sospechoso atrincherado en el aparcamiento. «Dijo que estaba enfadado con Black Lives Matter [un movimiento social defensor de los negros], enfadado por los recientes tiroteos de la policía, enfadado con los blancos, dijo que quería matar blancos, dijo que no estaba relacionado con ningún grupo y que actuó solo».

Es el único dato que podría relacionar directamente la matanza de policías con la indignación desatada por las dos muertes recientes de negros a manos de agentes, una en Nueva Orleans y la otra en Minnesota. Pero el propio Brown añadió: «Nada de lo que dijo tiene sentido. No podemos especular con sus motivos. Solo sabemos lo que dijo a nuestros negociadores».

El presidente Barack Obama ha condenado los hechos, en una comparecencia en Varsovia, donde asiste a la cumbre de la OTAN: «Este ha sido un ataque atroz, calculado y despreciable contra agentes de seguridad». Obama ha recalcado su apoyo a quienes integran los cuerpos de policía porque «tienen un trabajo difícil» y «la inmensa mayoría de ellos hacen un buen trabajo». El presidente ha dicho que una vez que se vayan aclarando los hechos habrá que reabrir el debate sobre el fácil acceso a armas de fuego muy potentes que «hacen más letales estos ataques». 

«Hemos visto tragedias como esta demasiadas veces”, había declarado Obama horas antes, nada más llegar a la capital polaca, en referencia a las muertes, grabadas con teléfonos móviles de dos negros por disparos de policías. “No es solo un problema negro. No es solo un problema hispano. Es un problema americano, y a todos debería preocuparnos”, dijo.

El alcalde de Dallas, Mike Rawlings, ha declarado: «Nuestra peor pesadilla ha ocurrido» y ha añadido «es un momento descorazonador». La primera víctima identificada de entre los policías es el agente Brent Thompson, de 43 años, que se unió al cuerpo en 2009.

En los primeros momentos de gran confusión, la policía hizo circular por Twitter la foto de un sospechoso, identificado como Mark Hughes, que se entregó cuando vio ver su imagen en las redes sociales. Este, que en la fotografía vestía de camuflaje y llevaba un fusil de asalto al hombro, ya ha sido puesto en libertad. «Nada más ver mi foto, hice que se detuviera un coche de Policía», ha explicado Hughes ante las cámaras de la CBS. «Mi hermano podría haber muerto porque alguien cometió la irresponsabilidad de colgar su imagen en Twitter», ha declarado su hermano pequeño, Corey Hughes, ante la misma cadena. «No hemos hecho más que cooperar con la policía», ha asegurado.

Las protestas y manifestaciones se habían ido sucediendo a lo largo del jueves en distintas ciudades de forma espontánea tras la muerte de los afroamericanos Philando Castile, en Minnesota, y Alton Sterling, en Luisiana. El tiroteo en la que ha derivado la concentración de Dallas hace temer nuevos disturbios como los que se generaron en Ferguson (Misuri), hace dos años, cuando Michael Brown, un chico de 18 años que iba desarmado, perdió la vida por los disparos de un policía blanco.

Este tipo de casos muestra las heridas raciales de Estados Unidos, sus problemas aún por resolver. El propio gobernador de Minnesota, Mark Dayton, admitió ante la prensa ayer por la tarde que veía un sesgo racista en el caso y que sentía que «hubiese acabado de un modo distinto si hubiesen sido blancos».

El miércoles, Castile, de 32 años, murió abatido por un agente de policía que lo había detenido porque su vehículo tenía un faro trasero roto. En el vídeo, que su novia transmitió en directo, se le ve agonizar mientras el policía sigue apuntando su pistola y la mujer relata su versión de los hechos. El día antes, Alton Sterling, perdió la vida en Baton Rouge, Luisiana, por los disparos de dos agentes cuando ya había sido reducido.

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