México puede estallar

El desalojo de una autopista bloqueada por maestros opuestos a las reformas deja ocho muertos.

 

El conflicto por la reforma educativa en México se desbocó este domingo con la muerte a tiros de al menos ocho personas en el desalojo de una autopista bloqueada por maestros disidentes. La escabechina ocurrió por la mañana en la carretera junto al pueblo de Nochixtlán, en Oaxaca, el Estado del sur de México donde se concentra la oposición radical a una reforma que el Gobierno considera imprescindible para modernizar el rezagado modelo tradicional y que la facción sindical que aglutina las protestas, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), ve como un caballo de Troya contra la educación pública.

«El estado trata de imponer a sangre y fuego una falsa reforma. Lo que quieren es justificar el despido masivo de los trabajadores de la educación», afirmaba el lunes por la mañana en Oaxaca capital un profesor que prefirió no dar su nombre. «Necesitamos una reforma educativa, sí, pero no laboral». En el mismo lugar, donde a las 10 de la mañana se agrupaba una marcha en protesta por los asesinatos, un líder de la CNTE que tampoco quiso identificarse («por las persecuciones», dijo) juzgó el dramático episodio del domingo como «represión de Estado» y se mostró contrario a cualquier negociación con el Gobierno: «Sus reformas son lesivas para el pueblo y no negociamos en contra del pueblo».

La causa del tiroteo es aún difusa. Todo empezó con las trazas habituales de los choques entre los maestros contestatarios y la policía, con barricadas de vehículos en llamas y lanzamiento de objetos, pero en un punto la situación se descontroló por completo y pasó a un terreno que hasta ahora no se había pisado en la disputa sobre la reforma. El jefe de la Policía Federal, Enrique Galindo, ha afirmado que se trató de una “emboscada” que los “envolvió” con cócteles molotov y cohetes artesanales y que llegó de pronto a los balazos contra los agentes y contra los propios manifestantes. Ante la situación, explicó Galindo, llegaron refuerzos especiales que respondieron con fuego.

De los ocho muertos, según información oficial ofrecida a última hora del lunes, siete fallecieron por herida de bala y uno por la explosión de un artefacto. Ninguno de los fallecidos era maestro, de acuerdo con la versión gubernamental. Se investiga si los balazos mortales que recibieron fueron disparados por la policía o por los supuestos atacantes imprevistos. Hubo más de 100 heridos, entre ellos medio centenar agentes, ocho con impactos de bala. El comandante sostiene que los responsables fueron grupos radicales que no están vinculados al movimiento de los maestros y que durante el ataque llegaron a sumar “más de 2.000” individuos. Por ahora hay 21 detenidos. La Comisión Nacional de Seguridad, el órgano superior encargado de la policía, ha anunciado que su Unidad de Asuntos Internos iniciará  una investigación.

La versión de la CNTE, que al contrario reclama a todos los fallecidos como propios, es que fue un ataque directo de la policía. “Dispararon sin piedad. Ellos fueron a agredir”, dijo en Oaxaca uno de sus líderes, Juan García, que acusó a las autoridades de orquestar el caos con agentes infiltrados como pretexto para poder arremeter contra ellos. La rama sindical radical, que cuenta con más de 100.000 agremiados en el cinturón sur de México, pobre y tradicionalmente desatendido por el Estado, ha pedido la renuncia del Gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, y del secretario de Educación Aurelio Nuño, un tecnócrata de la máxima confianza del presidente Enrique Peña Nieto que carga con la ardua misión de ejecutar la reforma manteniendo la paz social.

Peña Nieto ha dicho a través de su cuenta de Twitter que su Gobierno investigará el origen de los altercados para castigar a los responsables y que tomará «las acciones necesarias para solucionar el conflicto». 

En la turística Oaxaca capital, a una hora en coche desde el lugar de los hechos, se levantaron barricadas el domingo por la noche. El panoramá recordó a los episodios de violencia que hubo en 2006 en esta ciudad en otro período crítico de protestas, protagonizado por un conjunto de organizaciones sociales conocido como la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).

La reforma corta viejos privilegios del sistema educativo, como la heredad de las plazas docentes o la ausencia de evaluaciones, y mina el poder fáctico de la CNTE. Dos de sus líderes fueron detenidos hace una semana acusados de desvío de fondos públicos y lavado de dinero, en un golpe de efecto que parecía reforzar la autoridad del Gobierno. Pero con el caos del domingo el conflicto ha subido un peligroso peldaño. “Ahora veremos qué pasa”, retaba en Oaxaca el líder de la CNTE que prefirió no identificarse. “A ver quién acumula más fuerzas”. Otro manifestante, el profesor jubilado Manuel Hernández, encendido por la alta temperatura que ha alcanzado la batalla educativa, soltó: «Ahora sí, fíjese lo que le voy a decir. La gente está despertando, y si más adelante hay represión y hay armas de fuego nosotros tenemos también que utilizar armas de fuego».

Más moderadas, un grupo de madres del pueblo oaxaqueño de San Sebastián Teitipac esperaban al inicio de la marcha bajo un mural del presidente del siglo XIX Benito Juárez, un oaxaqueño de etnia zapoteca como ellas. Apoyaban a la CNTE, pero más en concreto a los profesores de su pueblo, que según ellas no dejan de atender a sus hijos pese a acumular retrasos en los pagos. Una de ellas, Elvira Valeriano, de 54 años, defendía sin embargo la evaluación de los maestros que incluye la reforma, «porque hay maestros que no son ni maestros», dijo. Otra acompañante, Josefina López, de 35 años, le respondió: «¿Y si evalúan a la maestra Rosa y no pasa la prueba?».

Valeriano se quedó desconcertada unos segundos y dijo: «No, eso no puede ser. La maestra Rosa es otro nivel. Es la mejor del mundo».

Otra Josefina, Josefina Gutiérrez, de 50 años, miró al mural de Benito Juárez y se lamentó: «Estamos así porque no se hace como él dijo», y señaló con el dedo el lema capital del presidente que encarnó el primer reformismo constitucional de la República mexicana: «El respeto al derecho ajeno es la paz».

Ambiente tenso en la Ciudad de México

Mientras a unos 100 kilómetros de la Ciudad de Oaxaca los maestros seguían buscando respuestas a la matanza del domingo, en el parque de la Ciudadela de la Ciudad de México, donde hay 2.000 miembros del sindicato magisterial acampados desde el 15 de mayo, el ambiente era espeso y desconcertante. Por un lado los líderes magisteriales se reunían en un lugar desconocido por razones de seguridad para acordar la agenda de movilizaciones de los próximos días, y por otro no dejaron de llegar hasta el campamento en la capital grupos de apoyo al movimiento.

Entre ellos, colectivos vinculados a las escuelas Normales como la de Ayotzinapa o los campesinos de San Salvador Atenco, quienes irrumpieron en el lugar entonando su característica banda sonora; el sonido del metal de los machetes al golpear unos contra los otros. Junto a ellos el escritor Paco Ignacio Taibo II y el Padre Alejandro Solalinde hablaban a los maestros acampados y criticaban la intervención del gobierno Federal al tiempo que se preguntaban ¿dónde está el gobernador de Oaxaca?.

Originalmente el objetivo de este lunes era cerrar el día con la celebración de una vigilia por los fallecidos en los disturbios de Oaxaca pero ante la insistente lluvia todos ellos decidieron concentrarse en la Ciudadela y entonar juntos ‘Venceremos’, el himno de la Unidad Popular de Salvador Allende que popularizó Quilapayún, mientras las tlayudas salían del comal para los simpatizantes recién llegados.

Las noticias, mientras tanto, aterrizaban con cuentagotas bajo los plásticos del campamento, donde desde hace un mes se ha levantado una mini ciudad en la que viven de forma permanente cientos de maestros de Chiapas y Oaxaca. En las noticias llegadas de Oaxaca se decía que había ocho, seis, cinco fallecidos…pero siempre con el mismo enfoque: La policía mató a nuestros compañeros.

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